Mis hombres se habían reunido con Semion y conmigo, llevándonos de vuelta a la casa. El lugar estaba inquietantemente silencioso, y cuando llegamos a la puerta principal, estaba cerrada con llave.
El equipo tomó el ariete del kit de emergencia del Escalade y derribó la puerta para que pudiéramos entrar.
Más de los guardias de la casa estaban muertos o incapacitados. Parecía que quienquiera que hubiera estado aquí estaba más preocupado por la velocidad que por asegurar que no hubiera sobrevivientes.
No esperé a ver más de ellos, corriendo por el pasillo y subiendo las escaleras hacia mi habitación. La puerta estaba abierta, y a lo largo del suelo hacia la entrada había un rastro de gotas de sangre.
—¡Amelia!
Semion estaba pisándome los talones mientras corría con todo lo que tenía, y a
