Semion se aseguró de equiparme con todo el equipo y me dio un resumen de todo lo que usaría en caso de que pudiera llevar a cabo mi plan antes de llevarme al gimnasio en el sótano. Podía decir que estaba ganando tiempo, pero al menos lo hacía con información útil. —¿Crees que entiendes cómo usar el micrófono, entonces? Me miró desde su posición a mi lado mientras estábamos junto a una gran mesa de aluminio. —Solo lo llevo puesto, cariño. No hay mucho que descifrar. Poniendo los ojos en blanco, Semion me atrajo hacia sus brazos. —Está bien. Está bien. Vamos. Sé que me has entendido de todos modos. Con una amplia sonrisa, lo dejé guiarme por el pasillo y hacia las escaleras cerca de la cocina que bajaban al sótano. Las paredes y los escalones, aunque menos extravagantes que la casa pro

