La llevo, aún en su bata, a mi habitación, deteniéndome solo para coger algo para que duerma. Ella me sigue casi como un zombi. —No tienes que hacer esto —su voz es tan baja que casi reconsidero matar a mi primo. Acaba de recibir una paliza y fue excomulgado de la familia. Debería dispararle. —Insisto en que te quedes conmigo para que estés segura —digo. No quiero ser autoritario, pero quiero que se sienta protegida. Ella me sigue hasta mi cuarto y mira a su alrededor tímidamente. Mi habitación está decorada en un estilo sencillo. —Desearía que esta fuera la habitación en la que hicimos el amor por primera vez —sonríe tristemente. —Tuve tanta prisa por salir del departamento porque estaba tan avergonzada. —No estuviste tímida en la cama —bromeo y me acerco a acariciar su cabello. —Pe

