Pavel
Todas las mujeres en nuestro tipo de vida son iguales.
Quiero a alguien único, alguien especial. Mis tres hermanos y yo estamos solteros en este
momento, aunque Doriav tiene una mujer diferente de vez en cuando solo por diversión. No
creo que alguna vez se meta en una relación seriamente.
Yo tengo cuarenta y cuatro, soy el mayor de los hermanos y el Pakhan (Jefe supremo) de
nuestro negocio. Serov es el segundo en la línea de mando con 39 años. Odorv es el tercero
en la línea a los treinta y siete, y Doriav, el mujeriego, tiene treinta y cinco. Aunque somos
muy diferentes entre nosotros, somos familia, y eso es lo que más importa en este extraño
mundo que habitamos.
Pensé que esta noche iba a ser una noche típica, como cualquier otra.
Doriav me da un codazo, y Odorv lo mira. —¿Qué?
—Mira ahí, la chica del vestido azul. Me encanta una chica curvilínea y segura —señala
hacia la pista de baile abierta. Todos compartimos ojos marrón claro, figuras altas y cabello
oscuro, pero Doriav y yo compartimos una cosa más: nuestro gusto por las mujeres.
Sigo su gesto. Dos mujeres están de pie justo fuera de la sección VIP, y aunque sí veo a la
chica del vestido azul de la que habla, me atrae más la mujer de cabello rojo vibrante junto
a ella con un vestido n***o. La desnudaría y la Robaría, pero con las botas puestas.
Sonrío a Doriav. —¿Vas a quedarte sentado toda la noche mirándolas, o vas a invitarlas a
venir?
Doriav hace señas a un portero, y Odorv se recuesta, sabiendo que ha perdido mi atención.
Doriav habla con el portero en ruso, y el portero se va. Las mujeres se han movido al bar.
El portero primero habla con el barman y luego camina alrededor de la sección VIP para
salir a buscarlas.
—dice Odorv sarcásticamente—.
No deben haber estado aquí antes, o sabrían que deben evitarte.
—Incluso las chicas que saben que deben evitarme no me evitan. Así de bueno soy —dice
Doriav, observando mientras el portero espera a que las chicas hagan su pedido antes de
llevarlas a la sección VIP.
Observo cómo mi hermano se levanta y camina hacia las chicas. Solo Doriav se presentaría
a una chica besándole la mano. Veo que solo lo hace con la chica del vestido azul pues
conociendo a mi hermano estoy seguro de que ella es su tipo. Su amiga mira alrededor, y
nuestros ojos se encuentran. Inmediatamente siento una fuerte atracción hacia ella. Esa
chica que venia vestida de n***o y como lo pensé antes, mi mente rápidamente fantaseo con
ella y hasta me imagine a donde me la llevaría desnuda y la dejaría solo con las botas que
traía puestas y hasta llegue a imaginar que le quitaba su lencería poco a poco mientras
recorría parte de su cuello con mi lengua.
Ella vuelve su atención a mi hermano, quien se dirige a ambas. Da una sonrisa y dice algo
que no puedo escuchar. Él asiente, y los tres se mueven a la pista de baile VIP. Doriav hace
señas al portero, sin duda para que traiga las bebidas de las damas.
Los tres bailan felices juntos, pero mis ojos están solo en la pelirroja. Necesito saber su
nombre. No sé por qué, pero lo necesito. No es suficiente verla bailar cerca de mi hermano.
Surge un sentimiento extraño dentro de mí. Se despertó ese instinto de alfa y sentía que
tenía que correr hasta la pista de baile y ahuyentar a ese macho que intentaba quitarme a mi
hembra, pero recordé, que se trataba de mi hermano y me pregunto como era posible que
estuviera celoso de que Doriav esté cerca de la pelirroja cuando ni se cómo se llama, pero
hare todo lo posible por hacerla mía. Los observo de cerca. Creo que preferiría que ella
viniera hacia mí.
Hago señas a mi guardia para que se acerque. —Dile a Doriav que traiga a la mujer
pelirroja hacia acá donde estoy yo.
—Sí, señor —dice antes de ir a la pista de baile. Toca a Doriav en el hombro y le susurra
mis instrucciones.
La chica se gira para encontrar mis ojos de nuevo. Una de las luces pasa directamente sobre
ella, y noto lo azul que son sus ojos. Es curvilínea, sexy y segura, y me gusta eso.
Observo mientras Doriav se inclina y habla con las chicas. La pelirroja me mira de nuevo y
me da una pequeña sonrisa, casi vacilante. Tal vez siente que soy un depredador.
Probablemente haría bien en irse con su amiga ahora. No las detendría, pero si viene hacia
aquí, es mía.
Observo mientras caminan hacia donde estoy sentado, y los guardias las dejan entrar.
Doriav roza su mano contra la amiga y le hace señas para que hable con él en un rincón
privado.
Su amiga pelirroja la mira, y le dijo. —Te haré compañía, no te preocupes.
Odorv capta la indirecta y se levanta. —Voy por unas bebidas.
Se va, y la mujer se sienta, cruzando las piernas.
—Pavel —digo, extendiendo mi mano.
—Zanoah, pero por favor no beses mi mano —se sonroja ligeramente, y asiento.
—Justo, no lo haré —le doy un pequeño apretón a su mano y me giro un poco, poniéndome
frente a ella para hablar.
Aparecen bebidas en las mesas frente a nosotros, y ladeo la cabeza, apoyándola en mi puño
mientras me recuesto en la silla. —Entonces, Zanoah, ¿Qué te trae a mi club esta noche?
Creo que lo sabría si hubieras estado aquí antes. No eres alguien que pase desapercibida.
—¿Cómo lo sabes? —pregunta en voz baja—. ¿Tal vez no suelo vestirme así?
Tiene una sonrisa y una mueca traviesa. —Bueno, si no sueles vestirte así, entonces
deberías.
Ella toma un sorbo de su bebida, y yo levanto mi whisky y lo bebo. —¿A qué te dedicas,
Zanoah?
—me esclavizo para una corporativa —ladea la cabeza. ¿Es amargura en su voz?
—¿Día duro en el trabajo? —pregunto con curiosidad.
—¿Alguna vez te has preguntado por qué te molestas a veces? Poniendo todo el esfuerzo
cuando no hay recompensa —me mira con ojos azules inquisitivos.
—Bueno, nunca hago nada si no hay recompensa —digo.
—Eso debe ser agradable —sonríe, y una camarera trae chupitos de tequila.
—Mantén las bebidas viniendo. No me gusta esperar —le digo a la camarera. lo hago en
parte para demostrar mi autoridad ante Zanoah. Es nueva, no sé su nombre. Asiente con
entusiasmo y se apresura a irse.
—¿Y tú? Claramente diriges el club. ¿Tienes otros clubes o negocios, Pavel?
No quiero responder esa pregunta, porque al decir mis verdaderos negocios esta chica
saldría corriendo, así que cambio de tema. —Espera, no hemos terminado contigo. Ahí
aprovecho y me acerco un poco hasta lograr sentarme justo al lado de ella.
Ella sonríe. —Oh, lo siento, ¿todavía estamos hablando de recompensas? —pregunta,
metiendo su cabello rojo detrás de la oreja.
Es casi entrañable. Querría protegerla si fuera mía. Deslizo un brazo detrás de sus hombros
y aprovecho mi voz ronca, casi de locutor, como siempre me dicen por ahí las personas. le
digo cerca al oído —Exactamente. Por eso estoy hablando contigo.
—¿Qué recompensa obtienes por hablar con alguien como yo? —pregunta, mirándome y
tomando un sorbo de su bebida.
—Tú —susurro la palabra antes de que Doriav carraspee para llamar mi atención justo en el
momento más emocionante de nuestra conversación.
Suspiro y me giro hacia mi hermano. —¿Qué pasa? En ese momento sentí que lo odiaba
—Su amiga Anna quiere llamar un taxi a casa —inclina la cabeza hacia Zanoah—. He
ofrecido llevarlas.
Las amigas se miran, y miro a Zanoah, acariciando su cabello. —Quédate conmigo.
Conozcámonos mejor, y si quieres, haré que un conductor te deje después en la casa de tu
amiga.
Zanoah sonríe, y puedo ver una emoción ardiente en sus ojos. —Dame un momento para
tranquilizarla. Vuelvo enseguida.
Se levanta y va con su amiga, y hablan emocionadas, aunque demasiado bajo para que
pueda distinguir lo que dicen. No parece saber quién soy, lo cual es sorprendente. La
mayoría de las personas que vienen aquí saben de qué voy y quién soy. Tal vez si supiera la
verdad, saldría corriendo a un kilómetro de distancia. Podría quedármela, es divertida y
muy atractiva.
O tal vez haré como Doriav y la dejaré ir una vez que haya tenido suficiente.
Vuelven, y ella se sienta a mi lado de nuevo, agarrando su bebida.
Su amiga, Anna, creo que se llama, le sonríe a Doriav. —Solo somos nosotros.
—Me gusta eso —dice, asintiendo hacia mí—. Te veo mañana. No volveré. Dice mi
hermano
—Anotado —digo sin mirarlo. Ahora, mis ojos están mirando fijamente a los de Zanoah.
—Espero que sepas el valor de tu recompensa —dice, sonriendo.
—Siempre obtengo un buen retorno de mis inversiones —me río mientras nuestras bebidas
se renuevan—. Pero terminemos estas bebidas y vayamos a mi casa. Te encantará.
Ella parece dudar, y me río. —Soy muchas cosas, Zanoah, pero soy un hombre de palabra.
No te harán daño mientras estés conmigo —mira hacia la puerta del club, y una resolución
cruza por su rostro.
—Creo que es una buena idea —asiente, terminando su bebida de un trago.
Me río, termino mi whisky y me pongo de pie. Hago señas a mi guardia para que se retire.
—Trae el auto. Vamos a uno de mis apartamentos en el centro.
Le ofrezco mi brazo, y ella pasa el suyo por él, apoyando su mano perfectamente cuidada
en él. Caminamos hacia la salida. Es bastante alta con sus botas, y casi estoy tentado de
apoyar mis labios en su cabeza y oler su cabello. Estoy seguro de que ya he captado un
toque de canela y otoño.
Salimos, y miro alrededor. Es un reflejo. Mi vida no es segura. Tengo muchos enemigos y
son una amenaza todo el tiempo. Aunque serían muy atrevidos para intentar algo aquí. Miro
al tejado cuando Zanoah no está mirando y veo a mis guardias paseando de un lado a otro.
Miro a Zanoah y sonrío. —No tienes que preocuparte. No vivo lejos del club. También
puedes irte cuando quieras.
Ella sonríe. —No estoy asustada.
Definitivamente no sabe quién soy, y no creo que quiera decírselo. No he disfrutado tanto
una velada en bastante tiempo.
Mientras estamos juntos en el coche, acaricio suavemente la parte trasera de su cuello. Ella
me mira con ojos brillantes, y me inclino para besarla suavemente. Sé que mi barba
recortada le hace cosquillas porque sonríe contra mis labios. Sonrío también y luego rompo
el beso para besar su frente.
—¿Sabes quién soy? —pregunto con curiosidad.
—Pavel —dice suavemente, con los ojos entrecerrados.
Sonrío y la beso de nuevo, acariciando la parte trasera de su cuello otra vez. Ella moldea
sus labios contra los míos como hielo derritiéndose contra un atizador. Encajamos
perfectamente, exactamente como debería ser.
Mi atracción hacia ella es sorprendente, pero no me detengo en ello porque quiero
perderme en el momento. Seguimos besándonos, tocándonos, hasta que llegamos al edificio
de apartamentos. Cuando salimos del coche, ella no se queda boquiabierta ni adula mi
evidente riqueza por estar en un edificio tan elegante. Honestamente, este es solo un lugar
que uso cuando no quiero ir a mi finca.
—Ponte cómoda. Te serviré una copa de vino —digo, sonriendo suavemente.