Sostuvo su copa, girando el borde con un dedo. Probablemente no era su intención, pero el movimiento me hizo imaginar cómo sería si hiciera lo mismo con mi clítoris.
—¿Por qué no te creo?
—Nunca crees nada de lo que digo.
—Porque mientes —su voz era baja, ronca y sincera. Mentí para proteger a mis hijos, aunque después de pasar estos días aquí, empezaba a pensar lo contrario. Tal vez ellos estarían mejor con su padre si algo me pasara.
No estaba segura. No podía confiar en él todavía. Era cierto que mi cuerpo ansiaba su contacto contra mi voluntad, pero la seguridad de Tomy y Chris era mi prioridad.
—Me hiciste daño, Odorv. Mentir no es nada comparado con que mataras a mi madre.
Sus ojos azules se clavaron en los míos intensamente, y el aire crepitaba con palabras no dichas entre nos
