El club ya era una exhibición espectacular de riqueza, hedonismo y exceso. Ya había cimentado en mi mente que sabía muy poco sobre el mundo fuera de mi trabajo. Ya había demostrado cuán fuera de mi elemento estaba. Y luego estaba el área VIP. La iluminación era más tenue, teñida de matices púrpura y azul. Aun así, no había manera de confundir las diversas —actividades— que ocurrían en los numerosos cubículos privados que íbamos pasando. Los cubículos eran espacios cuadrados o rectangulares a lo largo de las paredes, abiertos al frente, con solo tres paredes de privacidad y, en ocasiones, una cortina de cuentas de cristal. Eso no impedía que nadie tuviera sexo o consumiera drogas dentro de ellos. Varios de los cubículos también ofrecían postes de striptease justo en el centro de las mes

