7- Te acostumbrarás a él

1696 Palabras
Libby Pude empacar mi vida, con la ayuda de Corey, en un tiempo sorprendentemente corto. El contenido de la cocina venia con el lugar, ya que tres de mis compañeros de piso ya Vivian aquí cuando alquilé mi pequeño dormitorio, que parecía un armario, junto a una sala. Mi dormitorio está detrás de una partición que sospecho que el casero o uno de los otros compañeros de piso levantó ilegalmente, ya que ni siquiera toca el techo, así que apenas califica como una “pared” real. Lo mismo ocurre con la sala y la mayoría de las cosas del baño, excepto el juego de toallas que mi madre me envío como regalo de inauguración del apartamento. Todo lo demás que tengo todavía cabe en las tres maletas que empaqué cuando me mudé a este lugar hace dos años. —¿Qué tan deprimente es esto? — le pregunto a Corey, que está sentado en el alféizar de mi ventana para un descaso de Vape. Hábito asqueroso, le sigo diciendo. Pero al menos ya no molestará a mis compañeros de piso. —Hey, ahora tendrás mucho espacio, por no mencionar el presupuesto, para ampliar tu guardarropa— señala, apuntando con la barbilla hacia la mesa llena de camisetas. Se ha estado burlando de mi sin piedad desde que vio mi armario. Probablemente sea bueno que hasta ahora solo me haya visto con uniformes de trabajo. Bueno, eso y el vestido de novia de su madre. —¿Qué tienen de malo las prendas básicas? — protesto. —Combinan entre sí, no hace falta mezclarlas ni combinarlas…— —Claro, para el día a día. ¿Pero qué pasa cuando tu nuevo marido te lleve a cenar a un restaurante elegante con estrellas Michelin? No puedes llevar jeans y una camiseta— —¿No es la ventaja de ser rico? — le respondo. —Hoy en día puedes ponerte lo que quieras. Gracias por una cosa útil, Silicón Valley— —Uf— pone los ojos en blanco. —Esto es Nueva York. Nuestra elite adinerada es un caso aparte— Cruzo los brazos y entrecierro los ojos. —Lo sé. He pasado toda mi vida adulta sirviéndoles mesas, igual que tú— —Pero claramente no has considerado como será ser uno de ellos— responde Corey. Apaga su vapeador y cierra la ventana, luego se inclina para ayudarme a terminar de empacar la única maleta llena por completo con las provisiones de Roger. Ya hemos acorralado al pobre Roger en su transportador. Teníamos que hacer eso primero, o el pequeño imbécil astuto habría visto mis maletas y se habría escapado a esconderse al estante superior del armario de mi compañero de cuarto. De alguna manera, siempre sabe cuándo algo pasa, como una visita al veterinario o una mudanza. —Fuiste tu quién me dijo que debería hacer esto— resoplo. —Incluso me prestaste el vestido de novia de tu madre, estabas tan convencido— —Y mantengo mi terrible consejo. Pero esa boda fue solo el primer paso. Necesita pasar el próximo año engañando a todos para que piensen que tú y Emmett son pareja de verdad. Eso significa que tendrás que encajar. Hacerte amiga de sus amigos influyentes, famosos y de la alta sociedad. Usar ropa que la gente de esta esfera social usa…— —¿Este anillo no cuenta? — lo muevo frente a su cara. Con la alianza de boda a juego que insistí en poner, vale lo suficiente para pagar la universidad de una persona. Es decir, la mía— —Es un comienzo. Pero tendrás que actuar como la esposa del soltero más rico de Nueva York. Ya sabes, un trabajo horrible y laborioso por el que el noventa y nueve por ciento de las mujeres y los hombres homosexuales de esta ciudad te matarían por una oportunidad— sonríe. —El marido más rico de Nueva York— corrijo. —Ya no es un soltero— Y las mujeres de Nueva York harían bien en recordarlo. Espera, ¡que asco! ¿Por qué me importa? No me importa. Levanto las manos. —Pero bueno. Estás contratado como mi entrenador de vida de clase alta— —Si eso significa acompañarte a días de spa y a compras compulsivas, hecho— Suena mi teléfono. Sonrió, mirando el mensaje de Norm, cuyo número me aseguré de conseguir después de mi boda relámpago esta mañana. Los privilegios de chofer seguramente vienen con el puesto de esposa, ¿verdad? Además, es mejor que pagar la tarifa del taxi y lidiar con estas maletas yo sola. Norm: Buenas noches, señora Sterling. Como hablamos antes, llegaré en 10 minutos para recogerla. Avíseme si necesita ayuda con su equipaje. Una sonrisa se dibuja en mi rostro. —Si, está bien. Tal vez pueda acostumbrarme a todo esto de ser rica. *** Al ver a Emmett mirar mis pertenencias, luego a mí y de vuelta, y después entrecerrar los ojos hacia Roger, se me ocurre que tal vez sea una de esas personas que les temen a los gatos negros. Que superstición tan ridícula. Me agacho para rascarle al cabeza a Roger, pero mi gato nunca aparta la mirada de Emmett. —Está bien— le digo con voz dulce, aunque no estoy del todo segura si se lo digo a mi esposo o a mi gato. —¿No eres alérgico, ¿verdad? — pregunto mirando a Emmett. —No, pero…— —Bien. Porque de lo contrario tendría que insistir en que nos compres a tu hijastro y a mi nuestro propio pent-house, y eso probablemente parecerá sospechoso para…— Hago una pausa. —¿A quién intentas engañar exactamente con todo esto del matrimonio? — Me mira incrédulo. —¿Se te ocurre preguntar esto recién ahora? — —Se me ocurrió antes— Me encojo de hombros. —Es solo que no me importaba. Pero ahora que estoy completamente involucrada, probablemente debería saber qué tipo de farsa estás usando. Porque te advierto ahora mismo, si se trata de una ex celosa, odio menospreciar a otras mujeres…— —Nada de ex celosa— Se ríe de verdad. —Es bueno…— Se acerca a mí y se queda paralizado cuando Roger sisea. —Dios mío, ¿Eso siempre suena así? — —No es un “eso”, es un “el”. Y está siseando porque no te conoce y desconfía de la gente nueva. Toma, agáchate— Emmett hace lo que le digo por una vez y extiende la mano para que Roger la huella. Contengo la respiración, observando. No bromeaba sobre el pent-house. Me iré ahora mismo si hay algún problema entre Emmett y Roger. Emmett puede ser mi esposo, pero Roger es mi bebe. Él es lo primero. Afortunadamente, después de unos segundos de olfatear con recelo. Roger se separa de mi lado para darle un cabezazo a la pierna de Emmett. Los ojos de Emmett se abren de par en par. Pero después de unos segundos de observar al gato con recelo, sus hombros se relajan un poco. Tengo que reprimir una risa. —No te va a morder. Quiero decir, no a menos que este realmente hiperactivo y empieces a jugar con él; consejo profesional: no agites la mano debajo de una sábana. Te arañará a través de ella. Pero aparte de eso, Roger es un encanto. Y normalmente no es muy hablador, así que es fácil de esconderlo del casero, en caso de que tengas un contrato de alquiler que no permite mascotas— Miro dos veces, desconsiderando el precioso apartamento. No puedo creer que existan lugares como este. Quiero decir, claro, sabía que existían. He visto casas como esta en reality shows sobre amas de casa o mangantes inmobiliarios, pero nunca pensé que pondría un pie entro de uno. Mucho menos vivir en uno, ni siquiera temporalmente. Incluso hay una maldita terraza. Con vistas. Una terraza con vista en la ciudad de Nueva York es una fortuna, incluso si esta junto a un contenedor de basura. Y este lugar definitivamente no es un contenedor de basura. Es moderno. Excepto que no ese tipo de muebles incomodos, feos y n***o sobre n***o. El tipo elegante y atemporal. Me alegro mucho de que tenga a Maureen para que le haga las tareas domésticas, porque el pelaje de Roger va a ser muy notorio cuando mude pelo, y esto es demasiado espacio para que yo me moleste. Entrecierro los ojos hacia la cocina abierta con la estufa de seis hornillas y las encimeras de cuarzo. También espero que a Emmett no le molesten mucho los gatos en las encimeras. Mientras tanto, Emmett se ríe. —Esto no es un alquiler, Libby. Es mio— Ahora sí que se me cae la mandíbula. Me giro bruscamente para mirarlo de nuevo, tratando de calcular mentalmente los metros cuadrados. Mi casa era, ¿que? ¿unos 110 metros cuadrados entre los cinco? Esto es… ni siquiera pueda hacer las cuentas. Mucho más enorme. —¿Todo? — —Lo renové yo mismo— se cruza de brazos. Por primera vez, noto una expresión casi orgullosa en su rostro, —Bueno, con la ayuda de un arquitecto local muy talentoso y un equipo de constructores, obviamente. Pero…— —Está bien, mi esposo tiene un lado artístico oculto— En contra de mi mejor juicio, tengo que admitir que estoy impresionada. Y un poco intrigada. Pensé que conocía bien a Emmett Sterling. Pensé que había conocido a un millón como él. Ahora… Me sacudo internamente. No idealices a tu falso esposo, Libby. Esta situación ya es bastante precaria>>. Me levanto de nuevo, más rápido de lo que pretendía. El movimiento hace que Roger salga corriendo, lo que a su vez hace que Emmett se estremezca y retroceda. Me echo a reír, mientras el entrecierra los ojos. —Te acostumbrarás a él— prometo. —Ahora…— inclino la cabeza hacia atrás para mirar los techos. Deben tener al menos catorce pies. —¿Hay una lavandería en la unidad? ¿Qué tal un recorrido completo? —
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