12- Es un acuerdo comercial

1430 Palabras
Libby —COREY— Estoy tumbada en el sofá de la sala, con la película Pretty in Pink en pausa detrás de mí. normalmente es una de mis películas favoritas, una película para relajarme. Pero ahora mismo, no puedo concentrarme. Solo puedo pensar en Emmett. El calor en sus ojos cuando me acorralo después del gimnasio. Dejamos en claro que esta relación es exclusiva, ¿verdad? Era casi como si estuviera celoso. Emmett Sterling de ojos penetrantes, mandíbula cincelada, gloriosamente manchado de sudor después de su carrera dominical por el parque, Emmett Sterling, acechándome fuera de mi clase de spinning. Sintiendo celos de mí. En el fondo de mi mente, sus palabras se repiten una y otra vez, como lo han hecho todo el día. “Hay otra opción”. Así que, por supuesto, me encerré aquí para llamar a mi mejor amigo. —Dime que no me acueste con mi marido— digo. Tengo que gritar, porque Corey está de descanso en Murray Loft. De fondo, oigo los gritos y el ajetreo habituales de la cocina, donde estará comiendo su comida de turno en la esquine con Missy, Ray y algunos de los otros empleados. Por una fracción de segundo, casi, lo extraño. Casi. En mi regazo. Roger abre un ojo, irritado por el ruido. —¿Quieres decir que todavía no te lo has follado? — responde Corey, igual de alto. Ante eso, Roger resopla y se marcha furioso al otro lado del sofá, mirándome con el desdén que solo un gato puede tener. Gimo y me doy la vuelta boca abajo. Tengo el cuello torcido por haber estado atrapada debajo de Roger durante casi una hora. Es demasiado lindo para moverse cuando está en modo acurrucarse. —Por supuesto que no. Sería una pésima idea. Estamos casados, ¿recuerdas? — —Si, porque tener sexo con tu marido es muy inusual— —Sabes a que me refiero— En la pantalla, una congelada Molly Ringwald me mira en silencio, asintiéndose. Esto ya es bastante complicado. Demonios, hay un contrato de por medio— —Pensé que habías omitido la cláusula de no sexo— dispara de regreso, y a veces me arrepiento de cuanto comparto con mi mejor amigo. —Bueno, sí, pero…— —Así que podrías acostarte con tu marido. No es como si la policía de matrimonios falsos fuera a irrumpir y arrestarte por eso— —Es un acuerdo comercial. ¿Qué pasa si…no sé, nos acostamos, y uno de nosotros se enamora, y luego estamos atrapados en este condominio juntos durante el próximo año, rumiando el resentimiento? — —Pensé que habías dicho que era un condominio muy agradable…— Lo hace sonar como si estuviera hablando de algo más que un espacio habitable. Resoplo. —No ayudas. Se supone que debes decirme que solo tengo sed porque no he tenido nada en un tiempo o algo así. que, si lo evito, se me pasara. —Oh, no. ¿Cuál es el viejo dicho? — Corey hace una pausa para masticar algo de comida. Suena a ensalada, por el crujido. Aparto el teléfono de mi oreja y hago una mueca. Odio los sonidos de masticación. Pero Corey lo sabe. Cuando se aclara la garganta, vuelvo a escuchar. —La ausencia hace que el corazón se encariñe más. Y ese otro. La familiaridad engendra desprecio— —¿Entonces debería pasar más tiempo con mi esposo para superarlo? — Levanto una ceja hacia Molly. No suena preciso. —Especialmente, pasa tiempo con el mientras hace cosas que te sacan de quicio— sugiere Corey. —¿Cómo masticar muy fuerte? — respondo. Da un mordisco extralargo solo para molestarme. —¡Exacto! — añade una vez que ha tragado. —Mmm— Corey tiene razón. No sobre la masticación, ¡que asco! Pero tal vez pueda organizar un rato de calidad con mi marido que me garantice que me desagrade. En realidad…me incorporo animándome. —Eres un genio— —Lo sé — dice Corey. —¿Por qué, otra vez? — —Te informare mañana por la noche— Dicho esto, cuelgo y me levanto del sofá. Necesito dormir bien si voy a hacer esto. *** A la mañana siguiente, a la intempestiva hora de las diez, salgo del coche de Norm a la acera frente a Sterling Corporation. —Gracias de nuevo— Me inclino e intento darla una propina a Norm, pero el me hace un gesto para que no la de. —Tengo un salario— dice, de la misma manera que siempre. —Guárdate eso para alguien que no lo tenga— Reprimo una sonrisa y tomo nota mental de insistirle a mi esposo para que le dé una bonificación navideña extragrande a su chofer. Y también a la ama de llaves. La pobre Maureen ha tenido que trabajar mucho para mantener los muebles blancos de Emmett blancos, con Roger soltando pelo n***o como granadas por todas partes. En serio, ¿Quién compra muebles blancos? Las puertas de entrada de Sterling Corporation son de cristal giratorio. Me miro en el reflejo. Mi ropa es nueva, cortesía de mi primera salida de compras con dinero real en el bolsillo. Pasé una hora paseando por la Quinta Avenida, disfrutando de las miradas de asombro de todos los empleados que me dieron cuando vieron mi anillo, antes que encontrara el atuendo perfecto. Falda de traje ajustada, chaqueta corta a juego y una blusa blanca de seda debajo, lo suficientemente suelta como para mostrar un poco de escote sin ser demasiado. Aparte de los uniformes de anfitriona que tenía que usar en restaurantes elegantes, nunca he usado nada tan formal. Por lo general, preferiría morir antes de ser vista con algo de negocios, especialmente en este entorno. Pero al verme ahora, me siento un poco como Meryl Streep en El diablo viste de Prada. Por mucho que me odie por ello, siento una ligera emoción al pensarlo. Con una última sonrisa confiada, entro en el vestíbulo de techos altos de Sterling Corporation. Mis tacones resuenan en el suelo de mármol: clic, clic, clic, clic. Que satisfactorio Llego a la mitad del camino hacia los ascensores antes de que un guardia de seguridad me alcance. —Disculpe, señorita, necesitamos registrar a los visitantes en el mostrador— Me resisto a la tentación de revisar mi falda con timidez. ¿Puede darse cuenta de que no encajo de alguna manera? ¿Está escrito en mi cara, o en mi ropa, o qué? Pero lo sigo hasta el mostrador y veo la enorme fila de pantallas colocadas casi, pero no del todo, fuera de la vista. Todos los demás que entran llevan una placa grande prendida en la solapa de su traje o chaqueta. ¡Ups! Además, ¿un poco inquietante? ¿Todas las cámaras? Genial. Este plan funcionará a la perfección. Vere a Emmett en su entorno natural, tambien conocido como el hombre del traje abotonado y aburrido como el infierno. Eso acabara con todos los pensamientos asquerosos que he estado teniendo. Pensamientos como que él me tire a su gran y firme cama, y que yo lo disfrute. —Estoy aquí para ver al señor Emmett Sterling— digo. El guardia levanta las cejas. Solo para que se levanten aún más, muevo el anillo. —Dígale que soy Libby. La dueña de sus quincenas— El guardia tiene una buena cara de póker. Aparte de las cejas, no tiene ninguna otra señal. —Un momento— presiona el botón, apoya su codo en el escritorio. Mientras hace eso, examino la pared detrás de él. Los nombres de los fundadores están grabados debajo del logotipo de Sterling Corporation. Josef y Sofia Sterling. Hay una foto de ellos cuando debían tener alrededor de la edad de Emmett. La miro fijamente, con los ojos muy abiertos. Se parece mucho a su abuelo. Excepto por el cabello. Tiene el cabello oscuro de Sofia. El guardia murmura en el auricular, luego hace una pausa. Lo cubre para mirarme. Siento un nudo en el estómago. Estoy a punto de poner alguna excusa, decir que todo esto fue un error… ¿Emmett siquiera les ha contado a sus compañeros de trabajo sobre mí? ¿Era esta alguna parte del contrato que no leí? Para ser honesta, leí por encima de muchas de las cláusulas más densas. Bueno, la mayor parte. Los contratos son una lectura realmente árida. Pero entonces el guardia señala un grupo de ascensores. —Último piso— Por supuesto. Sonrio y le doy las gracias.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR