Estaba intentando sobrevivir, cada día que pasaba era una tortura para mí, solo podía quejarme en silencio o con mis nuevos amigos, con los que estaba en estos momentos
–Me regresó ocho veces el mismo documento, ¡Ocho veces!—
–¿que le pasa? Es una loca— Haylee me apoyaba
–Deberias buscar otro trabajo, Sophie, la Jefa puede ser insoportable— Chris se unia
–Deseo hacerlo pero no encontraré otro trabajo que me pagué de la misma manera sin tener un título—
–Ignoralos, Sophie, esfuérzate más, demuestra que puedes con esto y con más— Arden era la voz de la razón por ser el mayor de todos
–No puedo con esto ni con más— puse mi cara en la mesa
–Con dedicación, todo se puede. Entiendo tu frustración pero, quizás solo sea una prueba—
–Una prueba muy difícil— Haylee dijo entre dientes
Cambiamos de tema, ya que no quería seguir hablando sobre eso. Minutos después, la hora de descanso terminó y todos volvieron a sus puestos, al igual que yo. Cuando llegue a mi escritorio, tenía una torre de documentos, de nuevo.
A paso firme, entre a la oficina de la jefa y la encaré
–Entiendo que tiene altas expectativas sobre mí— Ella parecía sorprendida de verme ahí —Pero no soy su esclava personal, si espera a que haga el trabajo de tres personas, le recomiendo que contraté a más personal—
–¿Y perder a la única persona competente que he contratado?— su sorpresa cambio por una sonrisa, una sonrisa muy arrogante —No gracias—
–Esto no es justo— estaba frustrada
–Es interesante que encuentres tiempo para quejarte entre tanto trabajo, Señorita Moreau—
¡No la soportó!
Sali de la oficina echando fuego. Intenté respirar, para que la ira se fuera, después de unos minutos, funcionó. Miré la torre frente a mi y decidí empezar a trabajar, la Jefa sería capaz de dejarme aquí si no lo termino.
Después de horas de trabajo, me sentía exhausta, está vez ni siquiera me despedí, tomé mis cosas y salí de ese maldito lugar. Llevaba días regresando a casa caminando, había encontrado una ruta segura así que por ahí decidí caminar, mañana tenía mi día de descanso y me pagarían.
¡Finalmente!
Ya no tenía comida y el pago de la renta estaba cerca, tenía que administrar muy bien el dinero o si no, terminaría en la calle.
Cuando llegue al departamento me tiré a la cama, no me importaba la ropa, solo necesitaba dormir. Y así lo hice, el hambre fue quien me despertó, observé mi teléfono y eran las 9 de la mañana.
Era momento de levantarme, salí de la pequeña habitación y me dirigí a lo que podríamos llamar cocina, hice el desayuno y cuando terminé, me senté en el sofá, prendí la televisión esperando encontrar algo interesante.
Durante toda la mañana me mantuve ocupada, lave mi ropa, revisé el correo, cosas de gente independiente. Ya era tarde, así que ahora estaba en un centro comercial, tenía ropa pero no mucha, hoy era mi día de pago así que podía darme un poco de lujo.
Había mucha gente, algunos pasando tiempo en familia y otros con su pareja, todo eso me hacía recordar a Canadá...
Dejé la melancolía de lado y me adentre a las tiendas de ropa, necesitaba más faldas y blusas para el trabajo.
Un par de horas pasaron y salí del centro comercial con un par de bolsas en mis manos, tomé un taxi y regresé a casa. Mientras iba de regreso, revisé mi cuenta de banco, ya no podía gastar más o no me alcanzaría para pagar la renta. Afortunadamente ya tenía la lista de compras de comida junto a el dinero que me gastaría, pero eso sería mañana
Después de unos minutos en el tráfico, llegué al departamento. Acomodé un par de cosas y revise las compras que hice.
...
El fin de semana pasó rápidamente, no había mucho que hacer, ahora solo estaba en mi escritorio, recibiendo informes.
El sonido del elevador hizo que levantará la vista, vi salir a una mujer, muy hermosa diría yo, y empezó a dirigirse a la oficina de la Jefa. Pasó como todas las demás, sin siquiera mirarme, era la quinta en la semana.
Suspiré, porque sabría lo que vendría, me puse mis audífonos y aumenté el volumen. Busqué entre los cajones una libreta donde tenía escritas las cosas que le gustaban comer a la Jefa, ya que después de tener... acción , tiene un gran apetito. Solo me bastó una llamada a Diana para saberlo.
Empecé a buscar que podría pedirle hoy, después de unos minutos escuchando a Arctic Monkeys, ordené un par de cosas, revisé la hora y estableci la hora.
Dejando eso de lado, volví a mi trabajo.
...
Estaba subiendo con la bolsa de comida en mi mano. Al parecer todo se alargó, por así decirlo, ya eran las 6 de la tarde.
Cuando las puertas se abrieron, la mujer que antes había entrado ahora se encontraba frente al elevador, se veía... enojada. No le di mucha importancia
Escuché como las puertas se cerraron y yo camine hacia la oficina. Cómo solía hacerlo, entré sin tocar. Pude ver a la Jefa que tenía su camisa desabotonada, una buena vista diría yo.
Tapé mis ojos rápidamente
–Aqui está su comida—
–Dejala ahí— habló con un tono frío
Hice caso y dejé la comida en su lugar, salí de ahí lo más rápido que pude.
Toqué mi rostro, estaba caliente. No, no, no pienses eso.
Solo debía concentrarme en el trabajo y no en mi Jefa semidesnuda del otro lado de la habitación, será sencillo
No fue sencillo, realmente no lo fue. Me estaba distrayendo fácilmente, ella no es fea, todo lo contrario, es lo que una buena lesbiana desearía. Tiene un cuerpo como los dioses y es buena en su trabajo...
Mierda, ¿que estoy pensando?
Cuando terminé ya era tarde, eran las 9 de la noche, ni siquiera me percaté de eso
–Mierda...— murmuré
Guardé mis cosas lo más rápido y agil que pude, acomodé mi escritorio, ya iba a irme cuando escuché sollozos... provenían de la oficina, ella estaba ¿llorando?
Con poca seguridad me acerque a la puerta, tratando de escuchar mejor y si... Eran sollozos lo que se escuchaban.
Ella era una idiota de primera pero es mi Jefa, por lo cual me preocupa, es válido ¿verdad?
Abrí la puerta sin hacer mucho ruido, cuando me asomé, no había demasiada luz pero era la justa para ver qué estaba sucediendo. La Jefa sostenía un marco, como de una fotografía. Mientras las lágrimas salían de sus ojos.
–¿Se encuentra bien?—
ella se sorprendió al verme y limpió sus lágrimas
–¿Que haces aquí?— contestó a la defensiva
Guardó el marco que tenía en sus manos en un cajón y bebió todo el líquido que tenía en su vaso
–Es tarde y me preocupé—
–¿Preocuparte?— miró su reloj —¿No se supone que tú jornada terminó hace una hora?— asentí —¿Y porqué sigues aquí?—
–Disculpa, no me di cuenta de la hora, ¿es un delito quedarme hasta tarde?— me puse a la defensiva
–No pienso pagarte las horas extras—
–No necesito que me las pague—
Me preocupo por ella y ¿así me trata? Soy una imbecil por creer que mi buen acto de humanidad haría que ella se ablandara un poco
–Intento ser buena con usted, pero simplemente no ayuda. Buenas noches Jefa—
Cerré la puerta con fuerza
En fin, Idiota