Ignacio Sandoval me envió al rancho en una camioneta junto a varios de sus trabajadores, mientras nos acercamos más al rancho sentía una especie de emoción recorrer por mis venas, estaba a muy poco de regresar el rancho a lo que había sido antes, alejarlo de la tiranía de Marcelo y sus hombres. Le haría pagar caro lo que le había hecho a mi hermano. El portón principal siempre había estado abierto, ahora estaba custodiado por hombres, lo que se me hizo raro, la camioneta se detuvo y el chofer habló con uno de los guardias, no alcancé a escuchar bien lo que le dijo, solo esperaba que Don Ignacio cumpliera su palabra y me ayudará, no que me estuviera entregando a Marcelo, pero tenía que arriesgarme, no tenía otra alternativa. La camioneta arrancó de nuevo y con ella mi corazón comenzó a

