El sol del mediodía estaba a tope, y aquí estábamos Jake y yo, disfrutando de un almuerzo improvisado en el patio trasero. Después de la mañana de charlas sinceras y decisiones importantes, la onda entre nosotros empezaba a cambiar. El mediodía se convertía en un momento de reencuentro, donde la chispa y las ganas empezaban a brillar como destellos de esperanza.
La conexión entre nosotros se iba poniendo más fuerte con cada risa compartida y cada mirada cómplice. El mediodía era como un espacio donde las sombras del lío se iban despejando, gracias a la luz de nuestra determinación mutua de arreglar lo que se había roto. La pasión se encendía de nuevo, como si fuera un fuego que resurge de las cenizas.
"Carla, hemos pasado por unos tiempos complicados, pero aún siento esa chispa entre nos
