Capitulo 4
– Ere la nueva asistente del señor Garlini? – me pregunta una mujer ya entrada en años pero con la altivez de una joven de veinte años, asiento con la esperanza de que ella pueda ayudarme – me compadezco de ti, ninguna de sus asistentes dura mas de cinco días – esa ultima frase rompe mis esperanzas – sígueme por favor – la sigo a toda prisa, mantener su paso es complicado porque mis piernas siguen temblando.
– ¿Por qué duran tan poco tiempo las asistentes del señor Garlini? – me sonríe de medio lado
– Como puedes haberte dado cuenta antes, el CEO de nuestra empresa es un tipo bastante exigente – conozco mas de una de las exigencias del señor Garlini – gracias a eso hemos mejorado como empresa, pero también hace que nadie quiera estar a su alrededor. Incluso para su familia es difícil soportarlo, así que para una extraña… lo es aun mas – suspiro con pesar.
– Yo voy a durar mucho mas que eso – sentencio, para la señora que me mira asombrada y también para mi, no me puedo dar el lujo de perder el empleo que conseguí con tanto trabajo, tengo que pensar en salir adelante en la vida, así sea soportando el mal carácter del hombre mas atractivo que conozco, igual no puede ser tan difícil.
– Espero que así sea – abre una puerta, dentro hay cuatro o cinco mujeres jóvenes que se me quedan viendo – esta es la sala de descanso de las secretarias de los ejecutivos – las señala – esas son ellas. Mi nombre es Marta. Soy la jefa de todas las secretarias de la empresa, cualquier duda con tu trabajo, que no sea aclarada por el señor Garlini, tienes que aclararla conmigo
– Comprendo – le respondo de inmediato – no vas a tener mucho tiempo de venir aquí, pero igual debes de conocer el lugar – señala una maquina de café que se encuentra situada en una esquina de la sala de descanso – el café del señor Garlini se prepara aquí, no le gusta el café de ningún otro sitio, incluso si lo preparas en otra maquina idéntica a esta va a darse cuenta, así que tómalo como un consejo ¡no lo hagas! – me entrega un blog de notas – toma notas, no quiero que olvides lo que te estoy diciendo y te metas en problemas, cada vez que tengo que contratar a alguien paso por un infierno – anoto todo lo que me ha dicho hasta ahora rápidamente – ven conmigo – se acerca a la maquina, me hace una señal con sus manos para que la mire y comienza el proceso de hacer café, es bastante especifica con las temperaturas y las cantidades – si no lo haces exactamente de esta forma vas a tener que volverlo a hacer – señala un papel en la pared – ahí esta escrito, todos toman el café como al jefe para que no se nos olvide.
– Marta – la llama una de las otras chicas que hasta ahora observaban en silencio – ve un poco mas despacio, estas abrumando a la chica, tal parece que va a salir corriendo en cualquier momento – se acerca a mi – todas te ayudaremos en lo que podamos, sabemos que tienes una tarea difícil – me sonríe cálidamente – yo soy Anet, la secretaria del vicepresidente – la puerta de la sala de descanso se abre, y quien entra por ella es Franco, se me queda viendo con sus ojos de fuego, siento que mi alma se encoje.
– Eres bastante problemática – me dice – es tu primer día y ya tengo que salir a buscarte porque no estas en tu puesto – no esta gritando, pero preferiría que lo hiciera, su tono gélido hiela mi sangre al punto de paralizarme en mi lugar
– Lo siento señor Garlini – se disculpa Marta al ver que yo no digo una palabra – esta vez fue mi culpa, estaba mostrándole a la señorita Donovan parte de sus obligaciones
– No es necesario que lo hagas Marta – me sorprende que la llame por su nombre, pero ahora que lo pienso todos lo hacen – yo me voy a encargar de entrenar a mi asistente. Así me aseguro de que haga las cosas justo como quiero – no lo dijo en tono sugerente, pero todo lo que dice este hombre me lleva de regreso a la noche en la que nos conocimos – sígame señorita Donovan.
No quiero provocar su ira así que lo sigo en silencio. No se como un día que comenzó tan bien pudo torcerse de esta forma, regresamos a la oficina de Franco, el cierra la puerta, se queda viéndome y da un paso en mi dirección, por un momento pensé que iba a besarme, o no se si fueron mis propias ganas de besarlo.
– No me gusta repetir las cosas demasiadas veces – comienza a hablar, esta bastante cerca, puedo sentir el calor de su cuerpo en el mío – te dije que no te movieras de tu asiento, eso quiere decir que aunque se caiga el edificio, a menos que te de la autorización no puedes moverte de allí – señala al lugar donde se supone que debo de estar prisionera - ¿quedo claro? – asiento, ese gesto hace que un mechón de mi cabello se salga del amarre, Franco levanta su mano y lo acomoda tras de mi oreja, el calor del contacto me trae aun mas recuerdos, estoy segura de que hizo esto mismo esa noche, trago con dificultad y cierro los ojos inconscientemente, cuando los vuelvo a abrir el me esta mirando divertido – ¿se siente mal señorita Donovan? – pregunta – su expresión en este momento es un poco extraña – la duda de si me recuerda o no regresa a mi, pero de inmediato se disipa cuando abre la puerta y señala mi asiento una vez mas – quiero que lo tenga todo listo para la hora de almuerzo – me entrega una lista de documentos – va a encontrar todo lo que necesita en la computadora, en unas dos horas – mira su reloj – tenemos que ver a un cliente.
Estoy muerta entre el trabajo que no comprendo del todo, la tensión por estar en un lugar nuevo, la atracción s****l que siento por este hombre y la presión por no estar segura de si me recuerda o no, creo que voy a caer muerta en cualquier momento.