ELIZABETH.
Tomo una copa de la charola que el mesero pasa por mi lado, la bebo y degusto el delicioso sabor burbujeante de esta maravillosa bebida, converso con varias personas hasta que me pongo en su campo de visión.
Mientras entablo una plática interesante con una rubia de mí misma edad, noto como no deja de mirarme, así que pongo el cabello detrás de mi cuello para atraerlo más, sigo conversando con la chica que me informa que en este lugar hay tres millones de dólares, guardados en la habitación, donde se cuentan para luego llevarlos a la bodega, le hago saber que eso es impresionante y él llega a mí.
—Hola —saluda a ambas y la rubia, sonríe para después retirar con una despedida dirigida a mí, a la cual correspondo con gusto
—Hola — le digo una vez estamos solos
—¿Eres nueva por aquí? —indaga recorriendo con sus ojos mi escote
—No, vine la otra vez que subastaron el yate — sus cejas se levantan en sorpresa
— ¿Cómo así no te vi? — cuestiona —Jamás perdería ese rostro de mi vista —sonrío con coquetería y él lo nota
— Lo mismo digo — y con esa frase, nos dirigimos a los pasillos de esta gran mansión.
Mientras caminamos, mis ojos recorren todo con rapidez, noto la bodega y sonrío, ya que grabo las coordenadas en mi mente. El me lleva a una habitación, que es gigantesca y apenas cierra la puerta empieza a besarme, le correspondo de inmediato.
Luego de unos minutos estoy empotrada en la pared de la habitación, con mi braga en mi talón, el vestido en mi cintura y con su m*****o bombeando en mi interior y su boca en mis pezones.
Grito, gimo, jadeo, el gruñe y empuja aun con más fuerza, haciendo que el delicioso y arrebatador orgasmo empiece a llegar a mí, con mis pies, aprieto su trasero para que, entre más profundo, eso lo hace enloquecer y me lleva a la cama. Me pongo en cuatro y de un solo empujón entra, el vaivén de sus caderas es brutal, intenso y perfecto, nos toma menos de cinco minutos llegar al tan esperado placer que buscábamos.
—Wow —dice y sonrío poniéndome de pie
—Maravilloso — bajo mi vestido y arreglo mi cabello, mientras el desecha el preservativo
— ¿Regresamos? —indaga y asiento
—Hagámoslo — con una sonrisa salgo de esa habitación
Al regresar al lugar todo es un caos, las personas corren sin control, me abraza para protegerme y yo no entiendo que sucede, con su cuerpo me empuja hacia la salida y comienzo a ponerme nerviosa, al parecer él lo nota.
—Tranquila, te sacaré de aquí —
Las personas corren, nos empujan, se chocan entre ellos y eso nos hace mucho más difícil llegar a la salida, pero lo logramos y cuando lo hacemos, notamos que hay un incendio en la parte este de la mansión.
No puede ser.
Donde estábamos nosotros.
El me suelta, pero toma mi mano y me guía donde unas personas, al llegar ellos reparan en mí, pero él no dice nada, solo les asiente y ellos empiezan a hablar.
—Señor, robaron los millones que se estaban contando —mis ojos se abren en extrema sorpresa
—No sabemos cómo pasó, las cámaras no grabaron nada, al parecer hackearon su sistema de seguridad — mi sorpresa se incrementa
— Señor, no quedó nada del dinero. El fuego se está apagando, pero el dinero se fue —el suspira y se aleja de ellos conmigo
— Lo siento, no debí aceptar ir contigo a esa habitación, si no hubiéramos ido, nada de esto hubiera pasado. Yo... —
—Shh —pone su dedo en mis labios —Esto no es tu culpa... —me mira interrogante y sonrío
—Hillary Preston — el asiente
—Delicioso nombre, para una mujer extremadamente exquisita —cerca su boca a la mía y con una sonrisa acepto ese beso
— Eso estuvo increíble, todo tú lo eres — noto como su ego se infla con lo que digo
—Hillary, necesito arreglar esto. ¿Deseas que te lleve a casa? — cuestiona
—Sería de mucha ayuda — besa una vez más mis labios y llama a sus hombres
—Nadie sale de aquí hasta que vuelva —ellos asienten —Vamos — llegamos a su auto y nos subimos, le doy la dirección de mi casa y en media hora estamos ahí
—Muchas gracias, fue un placer, literal —eso último lo digo en un susurro sexy
—Igual Hillary, descansa — se saca el cinturón y me besa
La forma de besar es atrapante, hipnotizante y te deja son aliento, cuando termina solo se separa y suspiro.
—Te llamaré —menciona y acepto
—Claro — le dicto mi número y luego de otro maravilloso beso bajo del auto
Me despido con la mano y él se va mientras camino a casa, cuando ya está muy lejos se estaciona una camioneta negra, a la que entro.
—Fue un éxito — dice el diablo celebrando, sonrío
—Lo fue — concuerdo —Tres millones de dólares, lo son — sonrío feliz y me recuesto en el asiento de la camioneta.
Gracias por leer este capitulo.
No olviden que estoy en r************* como Genemua.Libros y en mis historias destacadas encontrarán a los personajes como yo me los imagino.
Espero se puedan pasar por ellas y disfrutar de estos personajes.
Nos leemos despues.