Fuera luces

1651 Palabras
Durante la visita a mi padre intenté mantenerme lo más calmada posible. Él mismo dijo que no quería que ninguno de nosotros se enterara y no iba yo a irrespetar ese deseo, aunque me parecía demasiado egoísta de su parte no querer decirnos, entendía los motivos por los que hacía lo que hacía. Había sido muy difícil para mí intentar disimular, pero saque los dotes de actriz que no sabía que tenía y puse mi mejor cara. Al salir del hospital no pude aguantar más. Las lágrimas acudieron a mi como una torrencial lluvia, había aguantado lo suficiente, no podía esconder el dolor que me provocaba saber que mi padre podría fallecer en cualquier momento. No era justo para nadie tener que guardarse esa información. Pude notar que alguien me miraba a lo lejos, sentía su vista fija en mí, pero decidí no poner atención y dirigirme a la parada del bus. Aún debía ir a la universidad a presentar mi examen y entregar el trabajo que tanto esfuerzo me había costado. Por lo menos quería que mi papá alcanzara a estar en mi graduación, que pudiera ver que su esfuerzo valió toda la pena del mundo. Cuando llegué a la universidad me topé con algunos de mis compañeros, hablé con ellos de cosas no muy relevantes y luego caminé hacia la biblioteca. Como era de esperarse, había una fila enorme para poder usar la impresora. Mientras hacía la fila volví a recordar a Sebastián, ¿qué habría pasado con ese niño tan gracioso con el que intercambiaba correspondencia? ¿Qué sería de su vida en estos momentos? Esperaba que todo le estuviera yendo bien, que su vida fuera sencilla, probablemente ya se encontraba trabajando y esperaba que tuviera un buen puesto en el trabajo de sus sueños. Que al menos uno de los dos hubiera cumplido sus metas. - Yujuuuu, tierra llamando a Laura, ¿qué te pasa amiga? Estás como ida.- No me había dado cuenta de que Jess había llegado a mi lado. Estaba como en la luna. - Ah, hola Jess.- Saludé no muy animada, en estos momentos no tenía cabeza para nada. - Uy, ¿todo bien? Como que no te gustó mucho verme. Pues de nada por la entrevista que te conseguí y hasta luego amargada.- Ya estaba dando media vuelta cuando la tomé por el hombro - No seas exagerada, simplemente no ha sido un buen día. Y obvio te agradezco por ayudarme a conseguir la entrevista, no te voy a defraudar.- Intenté sonar algo más animada de lo que estaba para que no se pusiera a hacer de reina del drama como tanto le gustaba. - Ok, ok, te perdono solo porque eres mi mejor amiga, pero me tienes que explicar qué te sucede. Tu vida es horrible, pero normalmente andas más feliz. Hoy te noto muy triste.- Y no se equivocaba, no había sido para nada un buen día, además de la noticia de la entrevista, nada bueno había sucedido. - Te voy a contar, pero prométeme que no vas a decirle nada a nadie. Jess, es algo bastante delicado.- Necesitaba decírselo a alguien, ese secreto me estaba asfixiando. Le dije todo lo que había escuchado en el hospital y como había intentado que mi padre no se diera cuenta de que yo ya sabía todo. Jess solo me miraba y por sus ojos podía ver la oleada de emociones que se venían entre más avanzaba con la historia. - Amiga lo siento demasiado. No sabía que las cosas estaban tan mal con tu papá. Me habías dicho que estaba mejorando. - Es que eso nos hizo creer a todos. Él nos dijo que se sentía bien, que creía que iba a regresar pronto a casa. Pero hoy descubrí que no es cierto. Ahora que el tumor ha crecido, mi papá tiene menos posibilidades de sobrevivir.- Se sentía horrible pensar que en cualquier momento una persona a la que amas tanto se iba a ir de tu lado. Era algo para lo que no estaba preparada. Luego de imprimir el trabajo, nos dirigimos con Jess al salón de clase, ya casi era hora de mi examen y no estaba del todo segura de poder concentrase lo suficiente para presentarlo. Las palabras del doctor rondaban su mente y sentía ganas de vomitar de solo pensar en que su padre podría estar sufriendo, mientras ella estaba allí, entre esas cuatro paredes. Se sentía asfixiada, encerrada. Tenía una sensación de claustrofobia como nunca antes y veía el mundo cada vez más pequeño. Lo último que pudo ver fue la cara de su amiga Jess completamente aterrorizada y luego entró en una profunda oscuridad. Cuando volví a abrir los ojos, creía que estaba despertando de una pesadilla, pero todos sus compañeros la veían totalmente preocupados por lo que le había sucedido. Su profesor estaba hablando por teléfono, en una esquina había unos chicos mirándola y susurrando cosas y su mejor amiga la estaba viendo con cara de no saber qué hacer. -¿Jess? ¿Qué pasó?- Intenté incorporarme, pero ella me lo impidió - Amiga, te desmayaste. Me asustaste muchísimo, jamás te había visto así de pálida. Creí que te habías muerto.- Sentía que estaba exagerando, pero al ver a todos a mi alrededor, me daba cuenta que no era una mentira. - Señorita Adams, ¿se encuentra bien? Ya me comuniqué con la enfermería y vienen para acá. - No, por favor no. Estoy bien, simplemente no he comido bien el día de hoy y me dio mareo. Pero estoy en perfecta salud. Después del examen voy y como algo a la cafetería.- Me sentía incómoda, todos me estaban mirando. Odiaba ser el centro de atención, eso se lo dejaba a Jess. - Por favor, vaya y consiga algo de comer, no quiero que vuelva a sucederle algo así en medio del examen. - Profesor, yo voy. No creo que deba salir del salón estando tan débil.- Dios, qué vergüenza. Ni en mi casa me dejaba atender de esa manera y ahora todos me miraban como si fuera de cristal y estuviera a punto de romperme. - Vaya señorita Rogers y de paso, tráigame un café por favor.- Jess salió del aula y el profesor empezó a explicar algunas directrices del examen. Me sentía nerviosa, era el último examen, por lo tanto la última oportunidad para poder graduarme. Me había adelantado a mis compañeros y había sustentado la tesis un semestre antes, por lo que ya no debía preocuparme por eso. También ya había entregado los trabajos de todas las demás materias y me había ido muy bien, por lo que esta era la prueba final para convertirme en administradora. Jess llegó con nuestras cosas y empezó la tortura. Todos estábamos nerviosos y queríamos salir de eso lo más pronto posible. Intenté dejar de lado lo de mi padre por esas dos horas de clase y me concentré al máximo. Tenía que enorgullecer a mi familia, debía sacar una nota excelente para hacer sentir mejor a mi padre. Después del examen, salimos y cada una fue a su casa. Sabía que no podía contarle nada a mi madre, sería como destruirle el corazón, aparte era el deseo de mi padre. Pero sentía una carga tan grande en los hombros que creía que iba a enloquecer. ¿Cómo era posible que todo eso hubiera sucedido en un mismo día? No era lógico. Parecía una montaña rusa de emociones de la que se quería bajar lo más pronto posible. La única buena noticia era que mañana tenía la entrevista e iba a dar todo de sí para poder quedarse con el puesto. Ahora más que nunca necesitaban ese dinero y no podía darse el lujo de perder una oportunidad tan grande como esa. Entré a casa y pude sentir el olor de un delicioso pollo con verduras, era la especialidad de mi madre. - Ummmm y a qué se debe esta cena tan especial.- Me acerqué a mi madre y le di un beso en la frente, luego saludé a mi hermano que estaba bastante distraído con un cómic de superhéroes. - Bueno, hoy fue tu último día oficialmente en la universidad y es algo que debemos celebrar. Además, tu padre llamó y dijo que todo iba perfecto. Que si seguía así en unos días saldría del hospital.- Esa última noticia me cayó como baldado de agua fría - Ummm ¿en serio? Qué buena noticia.- Claramente, sabía que no era cierto. - ¿Qué te pasa Laura? ¿Acaso no estás feliz de que tu padre vuelva a casa pronto?- No, no lo estaba porque él no estaba bien, todo era un engaño - Claro que lo estoy ¿por qué no lo estaría? Es decir, es una gran noticia que papá vaya a salir del hospital.- Salí de la cocina y fui rápidamente a mi habitación. No podía disimular el malestar que me generaba ese comentario de mi madre, pero no era yo quien debía decirle la verdad. No quería verla sufrir más. Desde que nos habíamos enterado de eso, mi madre no había dejado de llorar un solo día y me partía el alma verla sufrir de esa manera. Por eso había estado de acuerdo con mi padre, a pesar de que era una decisión egoísta de su parte, sabía que gran parte era por mi mamá. Un poco más calmada, bajé a la cocina y junto cenamos y hablamos por un rato. Me agradaban estos momentos, los sentía como mi conforte, pero sabía que en el momento que hiciera falta papá, las cosas iban a cambiar drásticamente y tenía medio, físico miedo por cómo fueran a ser las cosas en un futuro no tan lejano. Terminamos de cenar, ayudé a mi madre con los platos y fui a dormir. Mañana definiría mi futuro y sí o sí, debía estar preparada para todo.
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