Austin se hallaba con sus maletas al frente de la mansión, esperando el carruaje que lo llevaría a la estación de trenes mientras hacía un esfuerzo por contener las lágrimas, no dejaría que lo vieran débil, ¡eso nunca! Independientemente de lo que creyeran las personas en ese momento sabía que había actuado correctamente.
Tanner lo observaba desde la ventana de su habitación, se sentía culpable por lo ocurrido la noche anterior, no le creyó a su hermano ni le permitió dar explicaciones, prefirió poner por encima a una persona que ni conocía. Le dolía saber que se iría sin despedirse, estaba resentido y no lo culpaba, lo iba a extrañar cada día.
Trató de hablar con su padre en la mañana, pero fue inútil, este estaba cegado por el enojo y por la familia Floyd, quienes daban fe de su hija. No podía negar que se sentía feliz de que Austin hubiese interferido e insultado a Beatrice, la relación de ellos carecía de amor y futuro, de todos modos si él no hubiese armado ese escándalo Tanner lo hubiera hecho más adelante, pero fue incapaz de defender a su hermano y simplemente acompañarlo, se limitó a mirar como ocurría las cosas por temor a salir perjudicado.
Austin sólo se despidió de Steve con un beso y sin decir nada, también se despidió de Emmet la única persona que no dudó de él, a pesar de lo sucedido, el chico lo abrazó mostrando su apoyo incondicional, le haría mucha falta.
Dominick estaba junto a él, pero tampoco de despediría de él, conocía desde hace mucho tiempo las intenciones de éste para enviarlo al dichoso internado, ¿Ese era el cariño que decía tenerle? en ese momento sentía el corazón roto en miles de pedazos, podía soportar los insultos, sonrisas falsas, comentarios y actitudes ofensivas por parte de otras personas pero nunca la desconfianza por parte de su familia.
Sentía un nudo en la garganta y un dolor en el pecho, como si el mundo le hubiese dado la espalda simplemente por no aceptar ser como los demás, y estaba bien, siempre estuvo dispuesto a pagar el precio de ello aunque ese fuera ahora la libertad por dos años.
Sí, dos años tendría que durar allí aprendiendo a ser como los demás jóvenes de clase estirada, pero no iba a pelear contra su destino, iría allí y regresaría con la edad suficiente para hacer con su vida lo que se le viniera en gana, no quería heredar la fortuna de su padre, mucho menos casarse y recibir una dote, ¡no! Viviría su vida libre de los estereotipos de esa sociedad, se iría de esa región incluso del país si era necesario e iniciaría de cero. De hecho por su cabeza cruzaba la idea de huir del internado pero eso lo vería una vez que estuviera allí.
Cuando el carruaje llegó se subió sin mirar a nadie, ni decir adiós, su orgullo era más grande, además, no es como si alguien hubiese salido a despedirse. Su padre simplemente lo llamó al despacho y le dio la orden sin decir ni una palabra más, él tampoco le exigió explicaciones. Cuando este arranco miro por última vez aquella casa y se despidió de sí mismo.
Aquel internado no era tan malo como pensaba, tenía su habitación propia con baño incluido, sus clase iniciaban a las seis de la mañana hasta las dos de la tarde para el resto del día cumplir con labores de aseo, recibía clases de etiqueta, montar caballo, moda y modistería, matemáticas, literatura, biología, idiomas, historia y mercadeo, en cierto modo aquel sitio era agradable el trato no era suave pero lo sobrellevaba.
Había hecho amigos bastante rápido allí, uno de ellos era Levi un chico dos años mayor que él, bastante atrevido y sin pelos en la lengua, el otro era Jhon un chico de personalidad similar a Levi, pero un poco más noble, al contrario de ellos dos, él fue enviado allí porque sus padres querían que supiera como es la vida lejos del hogar y del dinero.
Se adaptó más pronto de lo que esperaba, los días allí transcurrían rápidamente, no sentía el paso de los tiempo, cuando menos se dio de cuenta ya había transcurrido un año, estaba un poco más alto y su personalidad se volvió más calmada y segura, Levi lo había ayudado bastante, se habían vuelto más cercanos, Austin compartió demasiadas cosas con él, incluso más que con Emmet.
Jhon, por el contrario de lo que planeaba su familia, se había acostumbrado a estar allí no quería marcharse, dijo que ese era el lugar lejos de la familia era bueno.
El pequeño ahora se encontraba en su habitación pensando en lo que había ocurrido últimamente en su vida y reviviendo aquel día en el que todo se fue al caño. Su padre y sus hermanos habían ido allí un par de veces pero, se negó rotundamente a verlos, sólo aceptó una visita de Emmet en la cual charlaron sobre sus respectivas vidas evadiendo el tema de la familia Owen, siempre se escribían y narraban lo acontecido de la semana, eso ayudaba a Austin para soportar su encierro.
Steve le escribía constantemente aunque él de vez en cuando le respondía, pero las cartas de Tanner nunca las contestaba, incluso algunas no las leía y las arrojaba a la basura, quería romper lazos con ellos, así cuando se marchara del todo no le dolería en lo más mínimo.
Meses atrás intento huir de aquel sitio en la noche pero su plan falló, luego de caminar tres días y llegar a un pueblo donde dieron aviso al internado y fue devuelto. Después de eso Tanner fue a visitarlo, pero Austin fue tosco con él así que la visita no duro mucho.
En ocasiones esa vida monótona lo agobiaba, sus calificaciones y rendimiento eran buenos, pero no dejaba de sentirse en una cárcel, deseaba poder conocer muchos lugares y diferentes personas, vivir nuevas experiencias y respirar un aire diferente lejos de todo.
Se asomó por la estrecha ventana observando la maravillosa noche, al ver las estrellas pensó en Levi, en dos semanas se marcharía de allí y eso le entristecía, se había apegado demasiado a él y el simple hecho de pensar en su partida creaba un vacío haciéndolo llorar. Las palabras de consuelo no servían de nada.
—No llores, Austin— dijo Levi, quien lo abrazaba y acariciaba sus cabellos—, nos veremos después te lo aseguro.
—Pero... Yo no quiero que te vayas—dijo, entre sollozos—, no lo podré soportar.
—No seas tan trágico sólo te falta un año para salir, ya verás cómo pasa el tiempo de rápido— tomó la cabeza del pequeño entre sus manos y lo miró a los ojos.
—Hee-Levi —dijo el pequeño, el mayor se acercó y le dio un dulce beso haciendo que las lágrimas aumentaran.
—Te juro que iré por ti— dijo, pasando su pulgar por los labios del pequeño. No podía ocultar más sus sentimientos por él, no deseaba hacerlo, lo visitaría siempre que pudiera y lo acompañaría.
—Levi...— repitió el menor y juntaron nuevamente sus labios despidiéndose con dificultad.
Esa noche no durmió, le hacía falta él. Levi había iluminado su vida pero con su partida todo se tornaba oscuro nuevamente.
Los meses pasaron y Austin no recibía noticias de Levi, eso le destrozó el corazón, lo amaba demasiado, después de Emmet fue la única persona capaz de borrar sus inseguridades y hacerle creer que el amor también existía para él, pero se había equivocado otra vez.
Una parte de él se cerró, entendió que estaba sólo y que el amor era algo que no estaba hecho para una persona como él. Tardó meses en recuperarse del golpe de Levi, a pesar de los esfuerzos de Jhon por hacerlo sentir mejor prefería estar solo encerrado en sus dolores, la separación le hizo recordar los comentarios de los cuales tanto huía.
—Austin, todo va a estar bien—dijo Jhon, sonriendo.
Era definitivo, después de salir de ese lugar viviría esa vida loca y despreocupada que tanto anhelaba, caminaría por el mundo sin remordimientos y con la cabeza en alto orgulloso de quien era, ya estaba más que comprobado que no necesitaba de la aprobación alguien para ser feliz, pero aún más importante no volvería a cometer el pecado de enamorarse, nunca.
Faltaban unos días para recuperar su libertad.