Al día siguiente Alameda Edward Apenas el primer rayo del sol cruzó por mi ventana me puse en pie intentando calmar las ansias de ver a Elizabeth porque mi estúpido corazón sigue encadenado a ella, lo que me juega en contra por todos los planes que tengo, aunque ha llegado el momento de ajustar cuentas y ahora estoy bajando de la carreta para entrar a la tienda por la malcriada, apenas ingreso saludo. –Buenos días Elizabeth, he venido a recogerla cómo habíamos acordado, espero que no sea haya arrepentido de pasar su tiempo conmigo porque la verdad es que soy pésima compañía. –Buenos días Eric no estoy arrepentida de pasar mi tiempo con usted, me interesa saber dónde quiere invertir y lo de aburrido lo juzgaré yo misma. –No se diga más, emprendamos el recorrido ¿Le parece? –le digo mi

