―Jajajaja, idiota ¿qué vas a hacer ahora con las hermanas? Tu esposa sonsa ha recuperado la salud y la otra es una loca que te amenazó que si la dejas se iba a matar. Ahora debes elegir a una de las dos para garantizar tu felicidad… debes matar a una de esas dos perras―pronunció Humpries con una sonrisa burlona en los labios.
Inmerso en un dilema desgarrador, Archibald se encontraba en la lujosa oficina de su íntimo amigo, Ulises Humpries. El denso humo del cigarrillo llenaba el aire, creando una atmósfera de confesión y complicidad entre los dos hombres. Con mirada sombría, Archibald compartía sus preocupaciones con su fiel amigo.
―Ah, pues…no lo sé, si te soy sincero... Las dos me gustan y no quiero matar a ninguna de las dos. Me encariñé con ellas―dijo Archibald entre bocanadas de hum
