Mientras tanto a esa misma hora en otro rincón de la ciudad… ―¡Señorita, por favor, tenga precaución por aquí! Este vecindario usted lo ve tranquilo pero es peligroso a esta hora―advirtió un hombre amable, con una voz llena de preocupación. La joven, con una sonrisa radiante en los labios, respondió con confianza y gratitud: ―No se preocupe, caballero. Me estoy quedando a tan solo una cuadra de aquí. Adiós―sus palabras fueron cálidas mientras se alejaba de la tienda. El hombre viendo que ella iba hacia la puerta le respondió: ―Bueno, no hable con desconocidos, ¿me escuchó? ―Si está bien―cerró la puerta del establecimiento. Mientras la joven se desvanecía en la distancia, Elian aquel griego atractivo y tatuado, salió de otro pasillo de aquella tienda, vestido con una camiseta blanca

