Con una agilidad impresionante, Stavros se colocó aquel preservativo, sobre su gran pene y luego con una mano firme, abrió las piernas de Jennifer y la tomó de forma salvaje de la parte baja de su espalda, bajando hacia sus labios y devorándolos con aquella erección poderosa y prominente queriéndose meter ya en ella. El deseo ardiente llenaba el ambiente, mientras Stavros exploraba y saboreaba cada centímetro de su boca chupando su lengua, olvidándose una vez más de su antigua promesa de no besar a una mujer porque se podía enamorar, pero con Jennifer era inevitable cumplir eso. Luego, con un tirón un tanto brusco de su cabello, Stavros la separó de su boca y la miró intensamente, con los ojos brillando de deseo. Lentamente, Stavros se acercó a Jennifer, y con su voz en un susurro seduct

