En medio de la habitación de hotel, Jennifer experimentó una mezcla de emociones al encontrarse con Stavros. Al principio, un ligero escalofrío recorrió su espalda, pero en lo más profundo de su ser una chispa de alegría prendió, como si sus pensamientos se hubieran materializado. Instantes antes de cruzar la puerta, había susurrado en su mente:
«¡Se que no debo pensar en esto, pero qué fantástico sería estar aquí con Stavros! ¡Ese jacuzzi tan elegante lo merece!»
Pero ahora, Stavros estaba ahí de pie desafiándola con la mirada. Ella no quiso dejarse llevar tan pronto, por lo tanto, cruzó sus brazos y frunció el ceño, decida a enfrentarlo con valentía.
―¿Como que me hará 10 hijos, señor Stavros? usted y yo ya no tenemos nada―dijo, manteniendo la firmeza en su voz a pesar de las emocion
