El timbre sonó y mire a Rubén para que abriera. Habíamos tenido solo veinte minutos para acomodar las cosas, bañarnos y hacer el desayuno para compartir con Alex, el cual acababa de entrar y se veía mal... muy mal.
-¿Estas bien?-pregunté preocupada mientras me levantaba del sofá.
Cuando Alex me miro, sus ojos se llenaron de lágrimas y antes de que pudiera darme cuenta, estaba abrazándome; no solo sorprendiéndome a mi, sino que a Rubén también, quien observaba la escena desde el pequeño pasillo de la puerta.
Mis brazos reaccionaron antes que mi cerebro, envolviéndose a su alrededor. Sentí sus lagrimas empapando la remera de Rubén que tenía puesta, pero poco me importo. Verlo así me había preocupado demasiado.
-Lo lamento.-dijo Alex separándose de mi lentamente, escondiendo su cara detrás de sus manos, tratando de que no lo veamos llorar.
-¿Por qué pides perdón? Sabes que mi hombro siempre va a estar para tus lagrimas.-trate de bromear, sin embargo era cierto lo que estaba diciéndole.
Alex intento sonreír, pero nunca llegó a sus ojos, los cuales estaban súper hinchados y rojos.
-¿Estuviste llorando toda la noche?-no pude evitar preguntar.
Mi amigo asintió y miro hacia abajo.
-Yo... creo que la cagué con Vanesa.-admitió jugando con sus dedos.
Mire a Rubius, quien se encontraba detrás de Alex mirándome. Era extraño como nos podíamos comunicar únicamente con nuestros ojos, sin necesidad de decir palabras.
-Ven, siéntate y respira, primero desayunemos, ¿qué quieres tomar? ¿Agua, café... té?-Rubén tomó a nuestro amigo por los hombros y lo guio hacia una de las sillas.
-Em... estoy bien con agua.-murmuró Alex y se sentó.
Aproveche el momento para ir en búsqueda de mi celular, necesitaba mandarle un mensaje a Vanesa para ver como se encontraba ella. Luego de teclear rápidamente la pregunta, decidí llevar el teléfono conmigo; sabía que mi prima no respondería de inmediato, así que necesitaba estar atenta.
Antes de volver a la sala, decidí pasar por la cocina, en donde estaba Rubén tratando de hacer lo que parecía nuestro desayuno.
-¿Como va eso?-pregunté apoyándome en el marco de la puerta.
Rubius dejo de hacer lo que estaba haciendo y se tomo un momento para mirarme y sonreírme, revolucionando todo en mi interior. Nunca iba a cansarme de mirarlo; era casi como un sueño estar con él. Si un año atrás me decían que iba a estar saliendo con Rubius... claramente no les hubiese creído, me hubiese reído hasta morir; pero miren me aquí, parada mirándolo, con una de sus remeras cubriéndome, completamente enamorada.
-¿Qué piensas tanto?
Su voz me saco de mis pensamientos rápidamente.
-En que se te queman los panes.-murmuré con una sonrisa.
Su sonrisa rápidamente se borró y corrió hacia donde estaban las tostadas.
-Mierda.-escuché que mi novio murmuraba.
Riéndome en silencio, me encamine hacia la sala donde un muy triste Alex miraba hacia el infinito, perdido completamente en sus pensamientos.
Me senté a su lado haciendo que él me notara.
-Oh, lo lamento, no me di cuenta que estabas aquí.-dijo sonrojándose.
Negué rápidamente con la cabeza.
-Recién llego.-declaré.
Alex solo asintió; me moría por saber que había pasado, pero sabía que Rubén también quería saber que había sucedido, por lo que me aguante.
Nos quedamos en un silencio para nada incomodo, hasta que Rubius apareció con una bandeja en donde tenía nuestros desayunos.
-Se que me pediste agua, pero me tome el derecho de hacerte un jugo.-anunció dejando un vaso en frente de su amigo.
Observo como se sienta delante de nosotros, y en vez de comenzar a comer (como generalmente hace), se queda mirando a Alex, quien le da pequeños sorbos a su jugo.
-Escupe lo que tienes.
La expresión que utiliza mi novio, hace que Alex y yo lo miremos sorprendidos, esta claramente actuando de mafioso, tratando de aliviar la tensión del ambiente, pero nuestro amigo, quien esta claramente perdido, literalmente escupe el jugo dentro de su vaso nuevamente.
Una carcajada resuena por la sala, seguida por otra. Rubius y yo lloramos mientras Alex solo vuelve a sonrojarse.
-Pero que idiotas sois.-habló simulando enojo, pero una sonrisa traicionera se asomo en su cara, haciendo que la sala se llenara por nuestras risas.
Sin siquiera intentarlo, Rubén había logrado aligerar el ambiente. Cuando los tres logramos calmarnos, decidimos empezar a desayunar. Alex se notaba mucho más relajado.
-No se si soy lo suficiente para Vanesa.-soltó nuestro amigo y no pude evitar darle una mirada a Rubius.
Esa confesión no me la esperaba para nada.
-¿Por qué piensas eso?-preguntó Rubén levantando su taza para darle un sorbo a lo que sea que se había preparado.
Alex tomó una respiración.
-Porque es preciosa y yo soy... solo un friki.-murmuró. Se lo escuchaba completamente abatido.
Con cuidado puse una de mis manos sobre su hombro, tratando de transmitirle algún tipo de paz; no iba a decir nada, sabía que él necesitaba hablar un poco más, pero estaba tomándose su tiempo, y eso estaba bien.
-Anoche todo empezó maravilloso, fuimos al cine, vimos la película que habíamos elegido, reímos un montón... pero luego nos encontramos con su ex.-su voz se quebró- Y les juro que me sentí una cosa completamente insignificante; él era todo lo que yo nunca voy a llegar a ser.-murmuró.
Un nudo se instalo en mi garganta; me dolía verlo así, sabía exactamente lo que estaba sintiendo en ese instante, y era la cosa más horrible del mundo. Inconscientemente mi mano le daba pequeñas caricias a su hombro.
Vi como trago y sus ojos se llenaron de lagrimas, pero a pesar de eso, continuo hablando.
-Era alto, guapo, musculoso... realmente no quería compararme, pero no pude no hacerlo; me sentí un completo espectador. Vanesa parecía súper contenta de encontrarlo, y fue como si se hubiera olvidado de que yo estaba ahí.
Eso me rompió el corazón. Conocía a mi prima, y si bien últimamente habíamos logrado volver a nuestra relación anterior, sabía que por ahí tenía sus momentos, los cuales no eran muy agradables.
-¿Y qué paso entonces?-preguntó Rubén, el cual parecía sumamente tranquilo. Muy diferente a mi, que estaba a punto de llorar junto a Alex.
-Decidí fingir que alguien me llamaba, solamente para alejarme... aunque también tenía la esperanza de que Vanesa notara que yo también estaba allí-volvió a parar y tomo algo de aire-, pero la esperé sentado una hora, viendo como claramente el chico intentaba acercarse a ella; cuando no soporte más, me fui, y le mande un mensaje diciendo que mi madre me necesitaba con urgencia.
-¿Y ella te respondió?-pregunté, tratando de que las ganas de matar a mi prima se dispersaran.
Alex asintió.
-Me llamó cinco veces una hora después, y me mando un par de mensajes, pero realmente no me sentía con ánimos de responder; muchas cosas estuvieron pasando por mi cabeza y... no lo sé, estoy bastante inseguro.-declaró en casi un susurro.
Era horrible sentirse así. Suspirando, solté su hombro y tomé un trago del café que Rubius había hecho para mi.
-Mira-comencé cuando tragué-, se que mi prima puede ser una persona bastante tonta la mayoría de las veces y hace sentir mal a la gente sin siquiera darse cuenta, porque toda su vida tuvo que actuar como la mala de la película para que sus amigas le prestaran algo de atención porque ella no quería quedarse sola.-Rubius y Alex me miraban atentos- Pero realmente le gustas, te juro que es así, porque sino no te hubiera hablado en primer lugar, y sé también que anoche te puedes haber sentido muy mal por eso que paso, lo entiendo completamente ¿quien no ha pasado por eso? Pero solo tienes que hablar con ella, contarle tus sentimientos, lo que pasa por tu cabeza, porque sino Vanesa nunca se va a enterar y va seguir actuando de la misma manera, porque no sabe cuanto daño te hace.-no pude evitar lagrimear un poco.
Era un tema que me dolía mucho, porque había pasado varias veces por eso; pero había aprendido que la comunicación era una muy buena amiga.
Alex extendió su mano y acarició mi hombro, de la misma forma que yo había hecho con él hacia unos minutos atrás.
-Gracias Laila.-murmuró y antes que pudiera decirle algo, me abrazó.
Le devolví el abrazo casi al instante y con mis manos refregué su espalda. Mi celular sonó, notificando un mensaje, haciendo que Alex se alejara de mi.
-Contesta tranquila.-declaró regalándome una sonrisa la cual correspondí con gusto.
Antes de que pudiera leer el mensaje, mi teléfono comenzó a vibrar en mi mano. En la pantalla se leía «Vanesa», por lo que instintivamente mire a Alex, quien estaba muy concentrado escuchando algo que Rubius le estaba diciendo.
-Ya vuelvo.-murmuré y con rapidez me levante.
Cuando llegue a la habitación, cerré la puerta y conteste.
-Hola.-dije apenas atendí.
-Lai.-escuché la voz de mi prima del otro lado, sin embargo no sonaba muy feliz.
-¿Estas bien?-pregunté sabiendo de antemano la respuesta.
-No.-respondió- Anoche me junte con Alex y realmente iba todo tan bien... pero de un momento a otro desapareció, me mando un mensaje avisándome una escusa completamente falsa, y no me contesta ningún mensaje, ninguna llamada... no se que sucedió.-lloriqueó.
Suspire y rodé los ojos. Sabía que no se había dado cuenta; Vanesa no estaba acostumbrada a pensar en los demás. Y si, se lo había dicho millones de veces, sin embargo yo entendía que cambiar algunas actitudes que fueron reforzadas por los años era difícil.
Con poca delicadeza me senté en la cama y me prepare para hablar.
-Mira, no soy quien para hablar de esto, sin embargo Alex esta aquí porque...
-¿Alex está ahí?-preguntó gritando del otro lado- ¿Puedo ir?
Volví a suspirar. Estaba tratando de no perder la paciencia, sin embargo me estaba siendo una tarea muy difícil.
-No en este momento, llego realmente mal, y me gustaría que pensaras bien que paso anoche; más que nada con quien hablaste y como pudo haber afectado eso a la persona que tenías a tu lado.-completé- Eso es lo único que va a salir de mi, ya que no soy quien para meterme en su relación.
-Pero... él no quiere hablar conmigo.-su voz me decía que estaba llorando y eso hizo que se me partiera un poco el corazón, pero realmente sabía que si venía, eso iba a terminar mal.
-Yo le diré que te hable, así pueden sentarse y hablar tranquilamente.-declaré.
Hubo un pequeño silencio del otro lado.
-Gracias Lai.-susurró mi prima, sacándome una pequeña sonrisa- Necesito ir a darme una ducha caliente para aclarar mis pensamientos.-murmuró.
-Me parece bien, yo hablaré con tu novio.
-No es mi novio aún.-dijo con un deje de tristeza en su voz.
Rodé los ojos y me levante de la cama, la cual seguía toda desacomodada. Necesitaba cambiar las sabanas con urgencia.
-Bien, lo que sea, ve a bañarte y relájate.-ordené- Te quiero.
-Te quiero más.
Y así sin más, terminamos la llamada.
Cuando salí de la habitación, luego de cambiar las sabanas y tirarlas en el cesto que estaba en el baño de Rubius, los dos chicos que había dejado desayunando, se habían puesto a jugar un videojuego en una de las consolas. Parecían totalmente metidos en ello, por lo que decidí no molestarlos.
-¿Era Vanesa?-me sorprendió la voz de Alex.
Habían pausado el juego; los dos me miraban con atención. Asentí en respuesta y decidí sentarme en el sofá individual que estaba al lado de los chicos.
-Mira... no quiero meterme mucho entre ella y tu, pero lo único que puedo decirte es que está triste y no sabe porque desapareciste... claramente no se creyó tu mentira.-declaré.
Alex suspiro y dejando el mando a un lado, se levanto.
-Bien, entonces debo ir a hablar con ella.-soltó.
Asentí ya que no sabía que responder.
-Gracias chicos, y perdonen por molestarlos... realmente me sentía un poco más, pero me ayudaron a aclarar un poco las cosas de mi cabeza; les debo una cerveza.-declaro, y luego de darnos un beso a cada uno, se marcho, dejándonos a Rubius y a mi solos de nuevo.
-Necesitamos recuperar el tiempo perdido.-dijo mi novio luego de unos minutos haciendo que lo mirara.
Solté una risa y sin pensarlo mucho, me tire a sus brazos.
-Me parece una idea estupenda.-murmuré acercándome a su boca.
Sin embargo, no lo bese; solo roce nuestros labios, haciendo que su cuello se fuera estirando para el encuentro que nunca sucedió.
Solté una risa y me levante de un salto sobresaltándolo.
-El que llegue primero a la cama es el activo.-grite y comencé a correr a la cama.
Escuché un grito detrás de mi, y casi al instante tenía a Rubén tomándome por la cintura, haciendo claramente trampa para ganar.
-En tus sueños hermosa.-susurró en mi oído, y luego me empujo hacia atrás ganando ventaja.
Cuando llegué a la habitación, mi novio se encontraba ya desnudo sobre la cama. Me regalo una sonrisa y flexionó sus brazos detrás de la cabeza.
-Gane.-declaró lo obvio y yo resople divertida.
Lo amaba... pero daba un poco de miedo decirlo en voz alta.