7 Ares

1128 Palabras
Ares Estaba en una junta cuando me llamaron en la mañana, las palabras "Su prometida está en el quirófano de operaciones" me traspasaron e hicieron que me bajara la presión a mitad de la junta, caí al suelo y tuvieron que cargarme entre cuatro personas para poder sentarme en la silla. En cuanto me sentí mejor salí de la sala de juntas y dejé el trabajo a la mitad, maneje por cinco minutos hasta llegar a la clínica en la que tienen a Elena, pregunté por ella y me dijeron que ya estaba en una habitación pero que temían que fuera a pasar a terapia intensiva. Una enfermera me acompaño a su recámara y no podía creer lo que mis ojos veían. Elena estaba totalmente golpeada, sus mejillas tenían un color morado que solo podía ser de golpes fuertes, uno de sus ojos lo tenía hinchado y morado mientras sus brazos tenían la perfecta impresión de una huella de zapato. No dure mucho tiempo y le llame a Mariana, una amiga que tengo en la fiscalía. Llegó en media hora y fue directo con los que la trajeron aquí que resulta ser la mejor amiga de Elena y su novio Clark, ambos trabajan para mí, una como una agente de mercadotecnia y el otro uno de los jefes en contabilidad. Ambos solo dieron un nombre. Bruce Gray. Un exnovio de Elena, que por lo que veo es el único que la golpearía de esa manera. Han pasado al menos seis horas desde que salió del quirófano y sigue dormida. Paso mi mano por su cabello y suspiro no creí verla nunca de esta manera, le soy un beso en su frente y no puedo creer que una lágrima baje por mi mejilla. Dolor. Me duele verla así. Lo que más me molesta es que tenga que usar esa cosa para respirar, porqué sola no puede. Mi madre llega junto con mi padre y ambos se quedan estáticos en la puerta al ver a mi prometida de esta manera. -Nunca he golpeado a tu madre-¿Qué le hace pensar que fui yo quien la golpeó?-y mira lo que vienes a hacer tú... -No fui yo papá-mi voz salió extraña-fue uno de los idiotas con los que salía. El cual me encargaré de que no vea la luz del sol nunca más. -Al parecer se enteró de que me casaría con ella-deslizo mi mano por la mejilla de Elena-. Ya le dije a Mariana y ella se va a encargar de que se reefunda en prisión por lo que le hizo a mi dulce Elena. Le doy otro beso en su frente, cosa que me está gustando hacer. Duro hablando con mis padres un rato hasta que una enfermera pide que nos retiremos que alguien tiene que bañar a mi futura esposa y no seré yo quien lo haga. Una cosa está clara para mí, no voy a permitir que nadie más la lastime de esta manera ella es mía y de nadie más. Mía. Le guste o no. Es mía y de nadie más. Recuerdo el día de ayer, estaba discutiendo con ella y las ganas de callarla con un beso llegaron a mí, se lo di, al principio no me lo contesto pero mentiría si digo que eso me agradó, pero después de unos momentos me siguió en el beso, sus labios haciendo sincronía con mis labios, ella despertó algo que no creí tener nunca y eso es algo más haya de deseo, por eso la tomé de las piernas que ella enredó en mi cintura para llevarla al escritorio, en el que no tarde en quitarle la blusa y ella en desabotonar mi saco y quitarlo de mi cuerpo. Gracias madre por interrumpir el momento. No pensaba usar protección con ella. Y no pienso hacerlo cuando la tenga en mi cama. Lo que se me hace bastante curioso es que no haya gemido mientras quitaba sus prendas y en lo que nuestros labios estaban juntos. Eso se me hizo extraño por más excitada que... Trato de buscar un momento o ese sonido que quiera volver a escuchar. Desfajó su blusa de la falda y la subo, subo y subo por su cuerpo sin despegar nuestros labios, ella está cooperando en lo que hago ya que solo se despega para que la blusa pase por encima de su cabeza, me besa nuevamente y es donde me pierdo, mi saco cae al suelo después de que ella lo dejara caer al quitarlo de mi cuerpo. Bajo por su cuello, besando, pasando mi lengua por ese lugar al cual me da el acceso, muerdo un par de ocasiones que le provoca algo... Sus piernas están abiertas para mí, pero la ropa interior que lleva me impide dar el otro paso, eso sin mencionar que también tengo mi pantalón puesto pero con mi erección lista para entrar en ella. Mi camisa es la siguiente en su lista para quitar de mi cuerpo, tomo su falda y bajo, no, arranco su falda de su cuerpo que cae a mis pies. Sus labios sellan los míos mientras estos se mueven a un compás que nos gusta a los dos... Me regreso a su cuello y es cuando gime... La puerta se abre para mi madre que entra con una sonrisa pero al vernos esa se borra. Si gimió, si le gusto lo que estábamos haciendo y la verdad a mí me encantó. Me encantó lo que nuestras manos y partes estaban haciendo. Volteó a ver de nuevo a la cama en la que se encuentra y no puedo con esa imagen, de ella tan vulnerable y necesitada de esa cosa para respirar. Espero que no me mate por haberle dicho a su amiga que alistara sus cosas y que las llevará a mi casa. Qué llevará lo que es ropa, y artículos personales. Suspiro de nuevo y estoy decidido a que ella viva en mi casa pero no creo que sea conveniente el dormir con ella ya que este matrimonio es prácticamente por obligación. Más suya que mía. Me levanto para ir por un café cuando la escucho balbucear me regreso de inmediato a ella y espero a que abra los ojos pero no lo hace. Sólo balbucea y no abre los ojos, al parecer el medicamento es demasiado fuerte, tanto que la tumba y solo duerme. Mi celular suena y lo mando al diablo por décima vez en la mañana. La que me preocupa que no despierte es ella. Todo es ella. Me siento de nuevo al verla no despertar. Saco de nuevo ese libro que tengo en mis manos y comienzo de nuevo con la lectura que me atrapa para que no la abandone y no regrese a mi realidad.
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