— ¡Ya me voy! —dijo Mary, mientras abría la puerta de su casa, y hablaba en voz alta.
— ¡Adiós! Nos vemos en la tarde —dijo Donald, mientras salía de la cocina, para ver a Mary salir de la casa.
— ¿Tú y Richard van a ir a hacer los arreglos Donald? Ya solo quedan dos semanas para la boda —dijo Mary, mientras miraba a Donald.
—Sí, él y yo iremos a las diez para hacerlo, no te preocupes, todo saldrá bien.
—Eso espero, varias cosas han salido mal, y ya queda poco tiempo —dijo Mary.
—Tranquilízate, todo saldrá bien, además me casaría hasta en un alberge o un campo de refugiados si es contigo —dijo Donald.
—No pienso casarme en un campo de refugiados, Donald —dijo Mary.
—Era broma, por cierto ¿Me vas a mostrar tu vestido cuando lo traigas?
—No, es de mala suerte.
—Eso solo es superstición.
—Aun así, con la forma como están saliendo las cosas, es mejor no arriesgarse, no quiero que nada más salga mal.
—Bien, me aguatare hasta el día de la boda —dijo Donald.
—Así será, me voy —dijo Mary, mientras salía de su casa.
Después de despedirse de Donald, Mary, se subió en su auto, y condujo a las casas de Anna, Esperanza e Isabel, las cuales la ayudarían a escoger su vestido de novia que usaría en la boda.
Cuando todas estuvieron juntas, el grupo empezó su viaje para comprar el vestido de Mary, aunque todavía no se había puesto de acuerdo sobre a cual lugar ir.
Mary quería ir a un lugar normal, y Esperanza la apoyaba en eso, pero Isabel y Anna, querían que fuese a un lugar donde vendían vestidos mucho más caros, ese lugar era al parecer uno de lujo, y Anna y Esperanza querían que Mary fuese allí a comprar su vestido.
—Es un desperdicio de dinero —dijo Mary, mientras miraba a Anna, la cual estaba en el asiento del copiloto del auto.
— ¿Qué importa? Donald puede pagarlo —dijo Anna.
—Exacto, además, es el día de tu boda, un hombre nunca debe ser tacaño con su mujer cuando se trata de eso —dijo Isabel, mientras asomaba su cabeza.
—El bastardo tiene miles de millones de dólares, un par de decenas de miles de dólares no le dolerá —dijo Anna, mientras miraba el camino, algo enojada al parecer.
—Cielos, incluso si tiene dinero, no hay porque desperdiciarlo de esa forma —dijo Mary.
— ¿Qué te pasa Mary? Si yo tuviera un prometido rico, estaría gastando su dinero como Dios manda, ¿Por qué pones tantas trabas? —pregunto Isabel.
—Bueno, supongo que Donald, me acostumbro a eso, y además… la tarjeta que me dio para cubrir cualquier gasto espontaneó… tiene fondos limitados… si lo gasto todo, Donald no me dará más dinero hasta el próximo mes —dijo Mary, aunque con algo de vergüenza en su voz.
Cuando el grupo de Anna, escucho a Mary, decir estas palabras, se quedaron callados por un breve momento, mientras Mary seguía conduciendo, mientras todas ellas tenían los ojos en blanco.
— ¿Estas… estas bromeando? —pregunto Anna, mientras miraba con duda a Mary.
—No… es en serio.
Cuando el grupo de Anna, escucho estas últimas palabras, nuevamente miraron fijamente a Mary, mientras se quedaban calladas, sin saber que decir.
—No puede ser… ¿Cómo puede ser tan tacaño? —dijo Anna.
— ¿Cuánto tiene la tarjeta que él te da? —pregunto Isabel.
—Unos… bueno, es el equivalente a diez mil dólares… aunque en euros —dijo Mary.
— ¡¿Qué?! ¡¿Solo eso?! —dijo Anna, mientras alzaba su voz de forma inconsciente.
—Ese bastardo infeliz tiene miles de millones de dólares en su cuenta… ¿Y solo te da para gastar el equivalente de diez mil dólares al mes? —dijo Isabel, desde los asientos traseros.
—Oye, diez mil dólares al mes, es mucho dinero —dijo Esperanza.
—Pero no para a un millonario… ni siquiera un traficante es tan tacaño, de hecho es todo lo contrario, los narcotraficantes son las personas más generosas del mundo, en especial con sus mujeres —dijo Anna.
— ¿Cómo puede Donald ser tan tacaño? A pesar de que esto involucra su propia boda, ¿Por qué no le has dicho nada acerca de eso Mary? —pregunto Isabel.
—Pues, esta regla… ha existido desde el principio de nuestra relación, nunca ha cambiado.
— ¿En serio? —pregunto Anna, mientras miraba a Mary, fijamente.
—Así es, siempre ha sido ah sí, al principio no le creí, pero… después pude comprobar que es cierto.
— ¿Cómo lo comprobaste? Yo siempre pensé que vivías cómoda —dijo Anna.
—Prefiero, no hablar de eso —dijo Mary.
— ¿Por qué? ¿Qué tan vergonzoso puede ser? —dijo Esperanza.
—Cierto, cuéntanos, ¿Cómo paso? —pregunto Isabel.
—Bueno, se los diré —dijo Mary.
—Por fin —dijo Anna.
—Bien, fue, más o menos un mes después de que empezamos a salir… ¿Recuerdan que fui a una universidad privada por quería estudiar leyes? —pregunto Mary.
—Sí, estabas muy emocionada… por cierto, ¿Qué paso? Dijiste que estabas muy emocionada por eso, pero nunca te vi estudiando en ningún momento —dijo Anna.
—Es cierto, ¿Qué sucedió? —pregunto Isabel.
—Pues, en ese entonces, debido a algunos inconvenientes, no pudo pagar la matrícula para inscribirme, así que le pedí dinero a Donald —dijo Mary.
— ¿No te los dio? —pregunto Anna.
—Sí, bueno, me dio una tarjeta, me dijo que tenía dinero y que podía gastarlo como quisiera, y bueno… cuando recibí esa tarjeta… me emocione mucho —dijo Mary, aunque parecía que le estaba costando seguir hablando.
—Vamos, continúa, no te vas a detener ahora —dijo Esperanza, mientras se asomaba para mirar a Mary.
—Bien… cuando recibí la tarjeta, me emocione mucho, en ese momento, todavía quedaba una semana para pagar la matrícula en la universidad, por lo que tenía bastante tiempo, así que… cuando tuve la tarjeta… fui, de compras —dijo Mary.
— ¿Y? —pregunto Anna.
—Pues, compre muchas cosas, y… antes de que me diera cuenta, había gastado todo el dinero en esa tarjeta que me dio Donald.
— ¿Cómo lo supiste? —pregunto Isabel.
—Por qué… cuando por fin fui a pagar la matrícula en la universidad, me dijeron que estaba… sin fondos —dijo Mary.
— ¿Qué hiciste después? —pregunto Esperanza.
—Pues, fui con Donald, con la esperanza de que me diera más, para pagar esta vez la matricula… esta vez de verdad… pero… cuando fui con él…
— ¿Qué hizo? —pregunto Isabel.
—Bueno, primero me regaño por haber gastado tanto dinero, yo no sabía ni siquiera cuanto gaste, así que pensé que no fue demasiado, pero luego él me dijo que gaste el equivalente a quince mil euros… y en menos de una semana, y cuando escuche esto, me quede callada, ya que me daba demasiada pena responderle en esas circunstancias.
— ¿Y luego? —pregunto Isabel.
—Después de sus regaños, insistí para que me ayudara a pagar la matrícula, pero él dijo que no me daría más dinero, hasta dentro de un mes, al principio no le creí, pero luego de que le siguiera insistiendo inútilmente, y luego de que las inscripciones a la universidad se cerraran y yo no pude inscribirme debido a que no page la matricula, comprobé que sus palabras eran verdad… no pude entrar en la universidad debido a que él se mantuvo firme a su palabra, con respecto a que no me daría más dinero hasta cumplirse la fecha, y la final no pude entrar en la universidad… por qué no tenía dinero para pagar la inscripción.
Cuando el grupo de Anna, escucho las palabras de Mary, se quedaron en silencio durante un breve momento, mientras asimilaban las palabras de que Mary, les había dicho.
—Ese tacaño —dijo Anna, rompiendo en silencio.
— ¿Así que por su culpa no pudiste entrar en la universidad? —dijo Isabel, mientras miraba a Mary, desde los asientos traseros del auto.
—No fue culpa de Donald, él le dio a Mary una tarjeta con dinero más que suficiente para pagar la universidad… pero esta tonta en vez de hacer eso de una buena vez… decidió despilfarrarlo en… en… ¿Qué compraste con la tarjeta Mary? —pregunto Esperanza.
—Bueno… comida, zapatos… y, ropa… mucha ropa —dijo Mary, con algo de vergüenza en su voz.
— ¿Te gastaste unos quince mil euros en comida, zapatos y ropa? Y en menos de una semana, por Dios, ¿Qué te pasa? Yo no gasto ni la mitad de eso en un mes —dijo Esperanza.
—Oye, no es mi culpa, en ese momento pensé que esa tarjeta era algo así como una tarjeta con fondos ilimitados, teniendo en cuenta lo rico que es Donald, después de vivir una vida teniendo que controlar tus gastos y ahorrar el dinero… cuando recibes algo como eso… pues, te descontrolas un poco —dijo Mary.
— ¿Un poco? Te gastaste quince mil euros en menos de una semana, eso no es descontrolarte un poco —dijo Esperanza.
—Por Dios Esperanza, tú eres madre, así que sabes controlarte, pero nosotras que somos jóvenes y sin hijos, a veces nos dejamos llevar por la emoción, es justo como dijo Mary —dijo Anna.