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1340 Palabras
El sol se asoma en el horizonte, marcando un nuevo día para Isabella y Alexander. Pero, pará, la mañana tiene una bruma rara, como una tormenta que se viene en su relación. En la terraza, la pareja se junta para encarar un quilombo que se viene cocinando en las sombras. Isabella y Alexander se ubican en la terraza, donde las primeras luces del día tratan de dispersar la oscuridad. La ciudad, que ya vio de todo, ahora es el escenario donde se arma el despelote de las charlas picantes. El aire está cargado cuando Isabella rompe el hielo, con un tono de preocupación. "Che, Alexander, siento que hay algo que necesitamos rajar. Noté una onda medio chota entre nosotros últimamente, y no puedo evitar pensar que algo no anda bien". Alexander, mirando al horizonte, suspira antes de tirarla. "Isabella, también me di cuenta. No sé exactamente qué es, pero algo cambió entre nosotros." Deciden tomarse la mañana para rastrear el conflicto que amenaza con arruinar su conexión. Se ponen a hablar de las expectativas que quedaron en la nada, los malentendidos que se mandaron, y cómo todo eso armó el bardo que sienten. La ciudad, que todavía está medio en pava, escucha estas palabras que quieren desenredar la madeja. Isabella, con un toque de frustración y tristeza, comenta: "Alexander, siento que perdimos el toque en la comunicación. Antes charlábamos de todo, pero ahora parece que hay cosas que se nos quedan en el tintero y que nos están cagando la conexión". Alexander asiente, reconociendo que la pifiaron. "Tenés razón, Isabella. Me parece que dejamos que se acumulen los drama y eso nos mandó a la banquina". La charla se pone más densa mientras hablan de sus necesidades y cómo pueden reconstruir el quilombo. Se mandan las expectativas y los miedos, tratando de entender el punto de vista del otro. La ciudad, que ya vio mil capítulos, es el lugar donde estas charlas quieren devolverle la armonía. Después de horas de hablar sin parar, deciden tomarse un break para reflexionar cada uno por su lado. La ciudad, en su bolonqui matutino, ve cómo cada uno se manda a pensar antes de volver a la carga. De vuelta en la terraza, la pareja se junta para encarar las soluciones que tiraron durante su introspección. Charlan sobre compromisos, cómo mejorar la comunicación, y qué movidas hacer para volver a armar la conexión que tenían. La ciudad, que fue el fondo de su historia de amor, es el lugar donde se toman las decisiones jodidas con la esperanza de un futuro más tranqui. Isabella, decidida, manda: "Creo que necesitamos comprometernos a hablar de manera más abierta y sin pelos en la lengua. No podemos dejar que los problemas se nos acumulen sin mandarlos al frente. ¿Te prendés a laburar en eso, Alexander?" Alexander asiente, mostrando que la pifiaron y están ready para darle para adelante. "Sí, Isabella. Me parece que tenemos que armar un espacio en el que podamos tirar las fichas y también estar dispuestos a escuchar de verdad al otro". La mañana sigue con la pareja poniendo en marcha las ideas para mejorar la comunicación y encarar los problemas como machos alfa. La ciudad, que ya fue el testigo de mil capítulos, es el escenario de este día en el que la conexión se resetea. De vuelta en la terraza al atardecer, Isabella y Alexander se relajan, sintiendo el bajón emocional que dejó la tormenta matutina. La ciudad, que ya fue el escenario de todo tipo de emociones, es el testigo de este capítulo complicado pero necesario en su historia de amor. La noche llega tranqui, y la pareja, abrazada bajo el manto estrellado, se va a dormir. Esta mañana de confrontación y resolución fue un reminder de que, hasta en las relaciones más sólidas, hay que encarar los problemas para que el amor vuelva a ser lo que era. Bajo el cielo estrellado, Isabella y Alexander se van a dormir, ready para encarar el nuevo día con corazones más livianos y una conexión renovada. El sol está a pleno, iluminando la ciudad con toda su potencia. Después de la mañana de charlas fuertes, Isabella y Alexander deciden pegarse una pausa al mediodía para pensar cada uno por su lado y ver cómo mierda arreglan el quilombo que se les armó. Isabella y Alexander se toman un respiro en lugares distintos, cada uno en su mundo mientras el reloj del mediodía marca un descanso en su historia. La ciudad, que ya vio de todo, es el escenario donde estas reflexiones buscan un camino para la reconciliación. Isabella, sentada en un rincón piola de la terraza, mira la ciudad y se le pone la cabeza como un bombo. Siente el peso de las palabras de la mañana y la urgencia de meterle una solución a la grieta con Alexander. La brisa del mediodía le da en la cara mientras trata de entender qué mierda pasó. "¿Cómo mierda llegamos a esto?", se pregunta Isabella en voz baja. Recuerda los momentos copados que compartieron, las risas y la conexión que antes la rompían. Sabe que algo cambió y ahora se embarca en una introspección para entender la posta del conflicto. Mientras tanto, Alexander camina por las calles en su salsa, tratando de poner en orden sus ideas. Se sumerge en sus propios pensamientos, acordándose de los momentos lindos con Isabella. A medida que camina, cae en la cuenta de que hay cosas que hizo que contribuyeron al quilombo y que tiene que cambiar. Después de un rato, Isabella y Alexander deciden encontrarse en un café tranqui para hablar de las soluciones que se les ocurrieron. Eligen un lugar copado al aire libre donde la ciudad sigue con toda su onda diurna. La ciudad, con sus calles llenas de vida, es el escenario donde se arma el encuentro clave. Isabella toma la posta, con un tono que mezcla decisión y vulnerabilidad. "Alexander, estuve pensando en lo que tiraste y cómo podemos mejorar la comunicación. Creo que necesitamos ser más claros con lo que queremos y estar más atentos a cómo comunicamos lo que necesitamos". Alexander asiente, dando el OK a la claridad en la comunicación. "Tenés razón, Isabella. También estuve dándole vueltas a mi responsabilidad en esto. Me parece que tengo que manejarme mejor con el estrés y ser un mejor apoyo para vos". La charla se pone más en detalle sobre cómo llevar a cabo estos cambios. Hablan de establecer momentos fijos para chequear cómo va la relación, cómo tirar los problemas de forma constructiva, y cómo no dejar que se apague la chispa que tenían al principio. La ciudad, con su ruido de día, es testigo de estos diálogos que quieren redefinir el futuro. Mientras avanzan en la charla, Isabella y Alexander sienten que están llegando a un acuerdo y sentando las bases para volver a empezar. Se comprometen a aplicar estos cambios de a poco, sabiendo que la reconstrucción lleva su tiempo y requiere laburo en equipo. La tarde se pasa con la pareja disfrutando de momentos más livianos, sin la carga del conflicto. Deciden pegarse una vuelta por el parque, disfrutando de la naturaleza que la ciudad tiene para ofrecer. La ciudad, que ya vio mil capítulos, es el escenario donde estos momentos de reconexión le ponen buena onda al día. De vuelta en la terraza al atardecer, Isabella y Alexander se sientan uno al lado del otro, sintiendo la diferencia después de las reflexiones y charlas fuertes del día. La ciudad, que ya vivió de todo, es el testigo de este capítulo de introspección y renovación. La noche viene tranqui, y la pareja, abrazada bajo el cielo estrellado, se va a descansar. Este mediodía de reflexiones y charlas fuertes fue un paso clave en su historia, recordándoles que la comunicación y la comprensión mutua son esenciales para que una relación funcione. Bajo el cielo estrellado, Isabella y Alexander se van a dormir, listos para encarar el nuevo día con corazones más livianos y una conexión renovada, ¿entendés?
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