**GABRIEL** Mi padre retrocedió como si lo hubiera abofeteado. La incredulidad se pintó en cada línea de su rostro. —¿Qué… no es para tanto? —su voz se quebró entre la indignación y la desesperación—. ¡Has mancillado el honor de esta familia, Gabriel! ¡Has puesto en jaque nuestro nombre, nuestro legado, todo por lo que hemos trabajado durante generaciones! Me quedé inmóvil, observando cómo el mundo de mis padres se desmoronaba ante sus ojos. El peso de sus expectativas, de su reputación social, de toda una dinastía familiar, parecía aplastarlos. Y yo era el responsable de esa destrucción. Pero no podía decirles la verdad. No todavía. Sienna necesitaba protección, no solo de la voracidad mediática o de los enemigos que pudiera tener, sino también de mi propia familia y su sed de cont

