OMAR
Había sido un año tan agotador, lleno de trabajo, entre los entrenamientos, los partidos, entrevistas, nuevos proyectos y problemas que se seguía suscitando en la familia; la vida era cada vez más complicada.
—Jamás pensé que esto se vendería como pan caliente. —dijo Alexis al ver las estadísticas del curso fitness en el que participe junto a algunas marcas patrocinadoras.
—Si, recuerdo que me dijiste que una persona como yo, no debería vender mi imagen tan mediocremente. Me sentí ofendido y ofendiste a todo el gremio fitness. Tu ni siquiera puedes levantar una pesa de 45 libras y nosotros si trabajamos todos los días para fortalecer nuestros cuerpos y lleva sacrificio y disciplina lograr tener un cuerpo. Así que te voy a pedir que, en tu vida, vuelvas a denigrar ningún tipo de trabajo; honesto y sacrificado a menos que desees dejar de ser mi agente. —Nunca le había hablado así por lo que lo tomó por sorpresa. Elevó sus manos en rendición y asintió.
—Si, tranquilo. No volverá a pasar. —dijo y asentí.
—Iré a ver si ya no tienes más compromisos y así poder irte a Zaragoza y disfrutar de tus vacaciones. —La temporada había terminado y aunque el Real Madrid nos sacó ventaja por 6 puntos habíamos quedado en segundo lugar en la tabla de la liga EA Sports de España. Había sido una muy buena y reñida competencia. Ahora me había dado de baja de las actividades de verano que tiene el equipo. Quería pasar tiempo con la familia.
Mi teléfono sonó anunciando un mensaje de texto. Al abrirlo me sorprendí con el contenido.
“Tu hermana va camino a Bellavista, el mafioso le fue infiel, pero no le digas que lo sabes. No quiere llamar a tus padres, para no preocuparlos. Yo no pude viajar con ella, pues tengo encomendada una misión. Aitana se deshizo de su teléfono por lo que no tiene uno”.
Eso se leía en el mensaje que había enviado Lucio el guardaespaldas de mi hermana Aitana. Apreté mi puño, porque lo que no quería estaba pasando. Mi hermana se había entregado completamente a un hombre que no tardo en lastimarla. Bueno, sabía que había muchas cosas que estaban pasando entre ellos, como el hecho que él no recordara a mi hermana, al perder la memoria después de que una bala rosara su cabeza. Justo cuando me puse de pie Alexis se acercaba a mi para anunciar que no tenía ningún compromiso. Le pedí que me consiguiera urgentemente un aparato con la línea de mi hermana y otro nuevo, veremos qué tan corajuda es. Dos horas después tenía lo que necesitaba. Me despedí de él y me puse manos a la obra en ir hasta Bellavista en buscada de mi hermana.
Seré tierno al principio tratando de simpatizar con lo que este sintiendo, porque se lo que es que te rompan el corazón, o al menos ilusionarte con alguien y que luego termine en nada.
Pasé por una tienda comprando todo lo que se necesitaba para animarla. Recordaba que cuando Marina me visitaba y estaba en sus días, ella me pedía cosas dulces y eso la ponían feliz. Suspiré mientras tomaba un paquete de seis bizcochitos. La gente se me quedaba viendo, ya era algo tarde por lo que no había mucha gente en el lugar. Ya localmente conocían que mi familia era originaria de aquí y nos trataban como cualquier ser humano, pero siempre más de uno se acercaba a pedir una foto.
Llegué hasta el edificio donde vivía. Toqué la puerta y al abrirla me impresioné mucho al ver sus ojitos llenos de lágrimas, su rostro rojo e hinchado. Dejé unas bolsas sobre el suelo y la abracé.
—Ya, pequeña. No pareces mi hermana mayor. —dije acariciando su espalda.
—¿Co… como supiste? —dijo hipeando, limpiando sus lágrimas y sacudiendo su nariz en mi delicada camiseta negra.
—¡Aitana, no seas asquerosa! luego esto se seca y las personas pensaran que es otra cosa. —Ella me miró sin entender y después de unos segundos pareció entender mi mensaje. Ella se ríe, cosa que quería lograr con mi comentario.
—¿Ya te ha pasado? —Preguntó y solo encogí mis hombros, al momento en que entraba a su departamento.
—No, pero te recuerdo que mis necesidades físicas me han hecho utilizar algunas prendas para limpiarme y en lo n***o así quedan manchas todas blancas y brillosas. —dije sintiendo mi pecho mojado por los líquidos nasales de mi hermana.
—Que asco, Omar, pero que gusto me hace volver a verte hermanito. —dijo ofreciendo una toalla de papel, me limpie.
—Tu decidirás como lo matamos, pero de que le corto los huevos, se los corto. Nadie tiene el derecho de humillarte de esa manera, no me importa que esté desmemoriado. Lucio me llamó, dijo que no quería molestar a mis papás porque con seguridad no querrías verlos y explicarles lo que pasó. Me dijo también lo de tu teléfono así que, te traje uno. No sabía si querías una nueva línea o tu número, por lo que pedí las tarjetas SIM con ambas opciones. —dije sacando el teléfono de la bolsa, puse las dos tarjetas enfrente de ella y tomó la que tenía su número. Sonreí porque significaba que no se iba a dejar del idiota, o al menos eso era lo que quería creer—. Esa es mi hermanita. No te dejes intimidar por él. También traje algunas cosas para ver las películas y algunas que les gustan a las mujeres. —Hizo un puchero muy gracioso y tierno cuando comenzó a sacar las cosas de las bolsas.
—¿Quieres que me dé una sobredosis de azúcar con todo esto? —dijo y yo negué. El timbre del departamento sonó y me preocupó la manera en cómo tembló su cuerpo al escucharlo.
—Tranquila, debe ser la tercera cosa que preparé para nosotros. —dije al saber que se trataba de las pizzas que había encargado antes de bajarme del auto. Pagué y puse las cajas sobre la encimera de la cocina, ella las abrió y sus ojos se volvieron a llenar de lágrimas mientras le daba una mordida al pedazo de pizza frente a ella.
—La mujer que gane tu corazón se llevará un tesoro con piernas. —dijo con la boca llena. Mi instinto fue aprovechar el cumplido, pero parece que más bien lo que hice fue recordarle al idiota que la ha lastimado. Decidí cambiar de tema insistiendo en ver sus aburridas películas favoritas.
—¿Estás seguro de que no eres gay? —preguntó cuando mencioné el nombre de sus películas infantiles favoritas. Ambos carcajeamos.
—Muy seguro, pero te recuerdo que crecí contigo y conozco tus gustos. Ve y pon la película que quieras. Con personajes reales, ya se vive mucho en una fantasía. —Ya pasó mi lado sensible, ahora viene la cruel realidad.
—La verdad duele, hermana. Abrázala, créetela, amala.
—No me trates como lo hace tu entrenador contigo.
—Lo siento, pero es lo que es. Ya te di amor y cariño, así que ahora vienen los regaños. —Ella me miraba como una niña regañada.
—Vamos a ver la película, luego me regañas todo lo que quieras. —Al final ni terminó de ver la película, agradecí que se durmiera rápido. Fui a conseguir una cobija, la cubrí y me dispuse a tomar el bolso que traía. Fui hasta su habitación, me di una ducha y me acosté a dormir en su cama con una sonrisa en el rostro. No cabe duda de que soy un hermano cruel, al dejarla dormir en el mueble en lugar de su cómoda cama.
Como todos los días mi reloj biológico me despertaba a las 5 de la mañana, sin importar a qué hora me he dormido. No iba a desaprovechar estar en esta ciudad, por lo que saqué algo de ropa deportiva y salí a entrenar como todos los días.
Pasadas unas horas y un amplio recorrido en la ciudad, regresé al departamento, donde mi hermana parecía recién levantarse.
Debíamos darnos prisa, si queríamos llegar a tiempo a las celebraciones que tendrían nuestro primo Alan y su pareja Susy. Ese día se haría la cena de ensayo y al día siguiente la boda.
Al llegar al evento miraba a mi hermana y podía sentir lo incomoda que se sentía, estar rodeada de tantas personas enamoradas y de miradas sobre ella. Hasta que explotó diciendo a los presentes en la mesa con nosotros, que eran mis abuelos y mis padres, sobre su fallida relación con el mafioso y que no deseaba preguntas o menciones de él.
Podía sentir la mirada intensa de mi padre sobre mí. Sabía que cuestionaría al tener la oportunidad. Los discursos comenzaron por parte de los adultos dando consejos de como poder tener un matrimonio exitoso y dando consejos de cómo cuidar de su familia.
Se terminaron los brindis y comenzaron a servir la comida. Hasta que mis ojos captaron la presencia de dos figuras recién llegadas. La mujer mas exquisita que he visto en mi vida, junto a un niño que venia aferrado a su mano.
Mi cuerpo se estremeció al ver el angelical rostro de la mujer, el color de su cabello rojizo y su cuerpo… eran una completa obra de arte.
—Pellízcame —pedí a mi hermana.
—¿Qué? —no la voltee a ver porque no quería perder mis ojos de esa belleza de mujer.
—Necesito que me pellizques y así poder saber si la belleza que están viendo mis ojos es real.
Nuestros ojos chocaron por unos segundos y ella se sorprendió al verme. Bajó su mirada hasta el pequeño, que desde ya me intrigaba saber si era su hermano, sobrino, primo o su hijo.
Por primera vez me agité ligeramente al ver que Susy y Alan los traían hasta nuestra mesa.
Alan nos presentó y sonreí ante la mujer de nombre Phoebe y a quien presentaron como su hijo, Noah. Ambos se sentaron justo a mi lado izquierdo. No podía apartar la mirada de su rostro que estaba ligeramente ruborizado, al mismo tiempo que se mordía el labio y a mí me estaban naciendo unas indescriptibles ganas morder esos labios.
Era tan fuerte la atracción y tensión que sentí en varias partes de mi cuerpo que si no fueran porque el pequeño estaba presente me hubiera lanzado sobre ella. El pequeño parece darse cuenta de mi presencia y pone en evidencia a su madre al decir que hace mi plan fitness y que es gran fanático del equipo.
Mi familia comenzó con el interrogatorio. Mi abuela mencionó que ella era enfermera y sentí muchas más admiración por la dama literalmente a mi lado. Hasta que mi padre como siempre, lanzo las preguntas incomodas.
—¿Está casada? —preguntó ganándose un codazo de parte de mi madre.
—Papá. —dije con seriedad. No sabía si sus intenciones era incomodar. Phoebe, mi bombón se ve un poco avergonzada y segundos después se hizo muy evidente al ver sus mejillas ruborizadas.
—Mi madre no está casada, no tiene novio y hace mucho tiempo que no tiene uno. Solo me tiene a mí. Ella dice que soy el único hombre en su vida, pero también la he visto llorando cuando está viendo una pareja feliz en alguna película.
—Noah —dijo ella reprendiendo al pequeño, y yo sonreí.
—Déjalo, él está haciendo un buen trabajo defendiendo a su madre de una pregunta muy incómoda. Roger, ¿si está casada es importante? —preguntó mi madre incrédula.
—Pues a mí me hizo un favor al preguntarlo, porque recibí una respuesta a mi favor. —dije dándole un sorbo a mi copa, sin separar mi mirada de mi bombón. Ella aclaró su garganta tomando la copa de agua en su mano y llevándola a sus labios.
—Ya dejen a la chica y a su niño comer tranquilos. Eres muy linda cariño, eso es todo y creo que ya te quieren emparejar con este soltero nieto mío. —El bombón abrió sus ojos al máximo atragantándose con su agua. Me asusté por la manera en como comenzó a toser.
—Tranquila, bombón. Levanta tus brazos y trata de respirar profundo. —dije poniéndome de pie para auxiliarla. Ella hizo lo que le pedí y poco a poco se fue calmando—. Abuela, la matarás antes de que acepte ir en una primera cita conmigo. —dije ganándome la atención de la mujer que estaba intentando recuperar su respiración con normalidad.
Después de una pequeña intervención de Susy, mi entera atención fue hacia ella y el pequeño que sabia más de mí que yo mismo. No cabe duda de que este par me volvería loco y yo estaba dispuesto a perderme en su locura.
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