Nunca antes había sentido esto. Los gruñidos me ponen los nervios en carne viva. Mis colmillos han descendido sin signos de retraerse. Hace que mi boca se llene de saliva. Y luego me da hambre.
Mierda.
¿Una necesita comer?
Aún no es hora de cenar, pero debe haberse perdido el almuerzo con su pequeña escapada a la ciudad.
Puede saltarse una comida. No la matará.
Pero ahora mi lobo se queja de eso y, a decir verdad, a mí también me inquieta.
Una necesita ser alimentada. Es robusta, pero ¿cuánto duraría en una situación de supervivencia? Ni siquiera un par de semanas.
No sé por qué es de vital importancia para mi lobo y para mí que Una pueda vivir un duro invierno ahora mismo, en este mismo momento, pero está en lo más alto de mi cerebro. Ella también necesita aprender a pelear. Y cómo
