—¿Es hermoso no es así? —Lo es, perfecto. —Sabía que te gustaría. —¿Por qué me has seguido? —Te vi por el pueblo y decidí seguirte porque la verdad es que quiero conocerte. —No soy buena como amiga, créeme. —Me sacrificare. —Lamento si he sido antipática, pero la verdad no estoy interesada yo… —¿Quién te lastimo tanto? Ella lo miro a los ojos, y los suyos propios comenzaron a nublarse, quería contener las ganas de llorar y no recordar nada, y menos en esos bellos momentos. —Déjame sola, puedo bajar por mi cuenta. —¡No quiero! Le dijo acercándose más a ella, vio como unas lágrimas gruesas caían por sus mejillas poniendo su nariz sumamente roja. Ella miraba la impresionante vista del mar y el sol ponerse, el contraste entre la luz del sol y el mar era exquisita como si te transpo

