Gire rápidamente mi cabeza y levante mi mirada justo a tiempo para ver su imagen, de fondo el sol estaba a punto de ocultar, el naranja de este contrarrestaba con la figura de mi padre sobre el marco de la puerta. De mis ojos cada lágrima que aguanté se liberó y mis mejillas se humedecieron con aquella cascada. Mi padre me observó por escasos segundos y sin decir una palabra simplemente se fue, no tuvo la fuerza de cerrar la puerta tras de él. Dejándome con aquel atardecer de compañía mientras me rompía en soledad. Cuando me calme me puse de pie al acércame a la puerta sentí el grito desesperado de Jadeen y el llanto impotente de su madre.
Caminé hacia mi cuarto con el libro en mi mano, dejé caer mi cuerpo sobre mi cama. Observé el libro con detalle y luego olí el aroma de sus páginas, se veía a simple vista realmente interesante pero mi cabeza no estaba como envolverme en su fantasía. Ni siquiera podía recurrir a mi imaginación e ilustrar diversos escenarios en mi mente, nada de eso se sentía correcto en medio de tan malvada realidad que me envolvía.
Cada una de mis preocupaciones y miedos me abrazaron, cada recuerdo del día se hizo presentes quitándome el hambre y las fuerzas. Sentí mi cuerpo hundirse en el colchón de la pesado que mis pensamientos se volvían.
¿Y tan solo aquella ley que estaba escrita en el muro no existiera, no habría necesidad de que mi padre arriesgará su vida?, ¿cómo sería mi vida sin las miradas juzgadoras de los del Brightside?
Recordé los ojos blancos de aquel guardia y la desesperanza del individuo de sangre negra que se llevaban al desangro. ¿Cómo sería aquella muerte?, siempre la imaginé pero nunca pude observarla ni conocer más allá de su nombre, mi sentido común me hacía pensar que mataban a los individuos desangrándolos. ¿Y los líderes del Brightside observan aquello?, ¿Disfrutarían tal dolor?.
Tuve miles de pensamientos y cada uno parecía enfermarme desde el interior de solo pasar por mi mente, desvié mi mirada hacia el cielo, la noche había caído. Mi padre tardaría más horas en volver es por eso que decidí cambiar un poco de aires antes de enloquecer. Camine hacia la puerta principal y salí en dirección al muro. En el caminó intente observar la casa de Jadeen pero sus ventanas estaban cerradas, el silencio de su interior no me daba buen augurio y esperaba que aquel aguante hasta que mi padre vuelva.
Al llegar al muro, noté que era aún más temprano que el horario habitual pues Brightside brillaba con mucho fervor. Tanto que mi atención primeramente se dirigió a la cuidad y luego hacia las estrellas. Me recosté sobre el cementó, y ubique mis manos tras mi cabeza. El aire fresco entraba a mis pulmones limpiando la mayoría de mis malos pensamientos, las estrellas distraían a mi mente sin lugar a duda. Me encontraba a unos 5 metros de altura y una caída desde aquí podría ser bastante grave es por eso que siempre intentaba mantener el equilibrio, aún aquella brisa se volvió una viento bastante fuerte asustándome. Decidí sentarme sobre el muro para así poder sostenerme mejor, observe mi barrio desde aquí, era tanta la oscuridad que apenas podía distinguir una casa de otra. Gire lentamente mi cuerpo y quede con mi mirada de frente a la cuidad de Brightside, lo primero que vi fue la torre terrot ella se robaba todas las miradas sin lugar a duda, siempre resaltaba en medio de tanto color. Unos pastizales se movieron desde abajo y rápidamente intente agacharme, entre los arboles vi algo blanco acercarse. Intente agacharme aún más mientras el viento amenazaba con tirarme, mi corazón se paralizo por escasos segundos hasta que observe una Whiteblood corriendo hasta el muro a unos escasos metros de mí.
Esta apoyó su frente sobre la pared del muró podía oír su respiración agitada desde aquí. La observé entrecerrando mis ojos, jamás había visto a nadie de la cuidad venir hasta aquí, muchos menos a una Whiteblood. Puso sus manos sobre su rostro y gritó, tan fuerte que erizo mi piel al instante. Volvió a gritar esta vez dejando caer su rostro y llevando ambas manos hacia su cabello rubio, casi gris. Era un Whiteblood puro.
Quise observarla más de cerca pero el repentino movimiento hizo que casi no me cayera provocando un mínimo ruido que no pasó desapercibido por ella.
-¿Quién anda ahí?- preguntó moviendo su cabeza hacia los árboles y luego a sus extremos, pero jamás observó hacia arriba. Aquello me dio la posibilidad de observarla desde cada ángulo de su cara, reconociéndola al instante.
-Me debes una disculpa.- exigí y rápidamente pusé mi mano sobre mi boca. ¿Qué había hecho?.
Ella desvió su mirada hacia mi, noté como su miedo parecía paralizarla sin poder moverse ni un poco.
-No me lastimes.- susurró por lo bajo.- No me lastimes.- insistió solo que ahora sus palabras fueron más fuerte.
Entrecerré mis ojos, y negué.
-¿Porque lo haría?-pregunté.
-No debí venir hasta aquí.- habló con remordimiento.
Fruncí mi ceño ella actuaba como si estuviera secuestrándola y apenas si me había dado la posibilidad de hablar. Porque debían ser tan dramáticos y sensibles los individuos de la cuidad.
-No voy a lastimarte, son ustedes los únicos que lastiman y yo no soy como tú. –
Ella refunfuño por lo bajo pero no fue lo suficientemente valiente como para responder, observó su alrededor y luego volvió su atención a mí. Estaba perdida, de otra forma se hubiera ido desde que me vio.
-Jamás vi nadie de tu sangre venir hasta aquí,¿ estas perdida no es así?.- pregunté observándola.
-Y yo no vi nadie de la tuya subirse hasta allí.- respondió con altivez. -¿No es acaso la función de ese muro mantenerte dentro?.-preguntó acercándose, su temor había disminuido y su enorme ego ocupado aquel espacio.
-Técnicamente no estoy fuera, ¿o sí?. Pregunté burlándome, ella negó y luego desvió su mirada con enojo.
-¿Si sabes que una caída desde allí podría matarte?.- preguntó poniendo señalándome y luego el suelo.
Reí tan fuerte que me tambalee. Me puse de pie, ella dio dos pasos hacia atrás alejándose en defensa, volví a reír burlándome. Comencé a caminar sobre el muro mientras ella me observaba girando sus ojos.
-Como dije no soy como tú, a mí no me paraliza el miedo.-hablé deteniéndome justo frente a ella, no podía observarme con su altivez pues era yo quien se encontraba a unos metros de ella elevada, y era ella quien debía mirar hacia arriba para verme.
-No tengo miedo.- respondió sin desviar su mirada de mí y acercándose nuevamente.
-Pruébalo.- dije y luego me senté nuevamente.- Sube.-
-No subiré.- contestó rápidamente.
-¿Te dan miedo las alturas? .- pregunte riendo de costado.
-No, solo no soy tan tonta como para acercarme a ti y que luego me empujes hacia el otro lado. – respondió moviendo su mano a desdén.
-¿Me tienes miedo a mi?.- pregunté burlándome.
-No caeré en tu engaño. No subiré.- respondió ella volviendo su atención hacia los pastizales intentando recordar el camino por donde anteriormente había llegado hasta aquí.
-Tienes una mejor vista desde aquí.- insistí solo para molestarla.
-Lo imaginó.- respondió ella observando un camino y caminando unos metros hacia él. Creí que se iría pero regreso.
-¿Perdida?.- pregunté recostándome sobre el muro y llevando mi atención nuevamente hacia el cielo.
-Claro que no.- negó.- Es solo que creí oír algún tipo de animal y pensé que sería más seguro aquí por la luz.- respondió señalando hacia el pequeño cántaro que la iluminaba.
-De seguro era una culebra.- comenté entrecerrando un ojo para observar mejor una estrella.
-¿Qué?, ¿una culebra?.- preguntó asustada y casi colgándose del cántaro.
-Si hay miles de ellas, más que nada por la vegetación de noche esperan entre la oscuridad a su presa.- continúe fascinada mientras ella largaba pequeños gritos observando el suelo.
-Es mentira, estas inventando todo eso.- me acusó al mismo tiempo que un ruido se oía entre los pastizales.
-¡Esto es genial!. Tengo boletos de primera fila para su casería. – hablé con entusiasmo.
La Whiteblood corrió hacia un cubículo de tierra a unos metros del suelo. Sin dejar de ver el suelo, camine hacia allí haciendo equilibrio y le cedi mi mano. Ella la observo.
-Pisa aquel hueco y luego toma mi mano.- ofrecí.
-¿Cómo se que no me harás daño?.- preguntó.
-Te doy mi palabra.- conteste reforzando mi agarre sobre el muro y extendiéndole aún más la mano.
-La palabra de un Blackblood no vale nada.- dijo impulsivamente, casi como una frase hecha.
Moví mi cabeza hacia un lado, y luego negué mientras apretaba mis labios.
-¿Sabes qué? . Por el bienestar de la culebra espero que no te pique, tú sangre ha de ser muy agria. – respondí alejando mi mano y poniéndome de pie nuevamente, observe hacia mi barrio. No podría mirar las estrellas tranquila con alguien tan molesta como ella, es por eso comencé a bajar hacia mi lado.
-Espera, no te vayas.- dijo notándolo.
No respondí y puse un pie en unos de los agujeros descendiendo con cuidado.
-No puedes dejarme aquí.- demando.
-Vuelve por el mismo lugar por el que llegaste.- respondí bajando, mis pies tocaron la tierra y comencé a caminar en dirección de mi casa.
-Oí algo. ¡Súbeme!. –insistió detuve mi marcha y suspire observando nuevamente en dirección.-Por favor, súbeme.- rogó.
La observé nuevamente desde arriba.
-Disculpa no logre oírte, ¿Qué dijiste?.-pregunté.
-Súbeme.- ordenó extendiendo su mano, extendí la mía hacia ella. Puso su pie sobre el hueco justo como le había indicado. Nuestras manos se entrelazaron, su piel realmente era fría como había oído sobre los Whiteblood. Ellos tenían la piel fría justo como su corazón según dicen, casi similar a la nieve. –Súbeme.- habló cortándome los pensamientos.
-No fue la palabra que creí oír mientras me iba.- insistí con una media sonrisa. Un ruido se oyó a lo lejos, a este punto suponía que no era ningún animal y que aquello no era más que causa del viento pero la ignorante Blood frente a mí desconocía aquello y su mano tembló sobre la mía.
Suspiró observando el suelo, aquello le costaba tanto que le agregaba un condimento extra a mi sonrisa.
-Dije que lo sentía.- confesó.
-Si eso fue lo que oí.- respondí simule subirla escasos metros pero en lugar de eso la deje colgando sobre mi mano. Mientras sus pies luchaban por sostenerse de algo, puesto que la pared del muro era lisa.