DECLAN
Me encanta mi pene.
Es un hecho. Y no tengo miedo de admitir que es mi mejor amigo y mi consejero de mayor confianza. Claro, me ha metido en algunos aprietos a lo largo de los años, pero eso es lo que hace que la vida sea divertida, ¿verdad? No cambiaría nuestra relación por nada del mundo. Se mantiene erguido y orgulloso… ¿y cuando ve algo que le gusta? Se mete con placer, rogando por acercarse.
¿Y en cuanto a mí? Bueno, confío en su juicio. Completamente. No se dejó seducir por la despampanante y divertida Lorena de contabilidad. Sabía que había una razón, y resulta que es un poco cleptómana. Una cleptómana de trescientas setenta y dos grapadoras.
Pero no soy un imbécil total, lo juro. Solo soy un joven CEO de 35 años bajo una inmensa presión, así que, en mi tiempo libre, desbordándome es prácticamente una necesidad. Es mi deber mantener mi pene feliz, y una dieta constante de mujeres hermosas nos mantiene a ambos satisfechos. Hago lo que puedo para que su vida sea lo más sencilla y fácil posible. Mucho sexo sin ataduras funciona.
Me doy cuenta de que cuando está bien cuidado, me siento mejor y mi cerebro funciona eficientemente. Mierda, toda mi vida parece más fácil. Es así de simple. Amo mi pene, y amar mi pene hace que toda mi vida sea mejor.
Cuando mi pene se anima con interés, rogando por probar a la mujer con la que estamos varados en un ascensor atascado durante dos horas, escucho sus deseos más sucios y la invito a cenar. Pero lo último que espero que diga es que no está interesada en mi pene. Solo está interesada en lo que hay dentro, lo que puede darle el bebé que tanto desea. Sin ataduras. ¿Quién soy yo para decir que no?
Bienvenidos al viaje más loco en el que me ha metido mi pene.