El día de la fiesta del socio de Marcus llegó rápidamente, ese día Marcus le pidió a Maya que lo esperara en la villa, él tenía un asunto que arreglar fuera del corporativo, la chica tuvo la sensación de que algo más sucedía.
El rostro tenso de Marcus reflejaba la molestia y preocupación que sentía, se notaba inquieto.
—¿Sucede algo? —preguntó queriendo convencerse que sólo era curiosidad lo que sentía, y que Marcus no le preocupaba en lo absoluto.
—No es nada, solo que si no estaré en el corporativo, no tiene caso que vayas, puedes trabajar desde aquí, pasaré por ti a las nueve a las nueve para llegar a tiempo al evento, odio llegar tarde, la puntualidad es importante.
—Claro, estaré lista a tiempo.
Desde la terraza, Maya observó con curiosidad cómo varias camionetas oscuras salían de la villa. La de Marcus se situó en el centro de la comitiva, ¿A dónde iba? Se preguntó la chica, convencida de que para una simple cita de negocios no se requería tanta seguridad.
Las horas siguientes transcurrieron mientras Maya se esforzaba por concentrarse en su trabajo, pero las palabras sobre la vida de Arched se resistían a fluir bajo la presión del ambiente caluroso.
El calor sofocante la agobiaba, empujándola hacia la piscina. No creía que Marcus se molestara si la usaba, ni que le importara un breve descanso. Después de todo, no era como que tuviera que terminar en ese momento el libro, solo necesitaba tomar algunas notas sobre su vida para luego desarrollarlas con mayor profundidad.
Un traje de baño olvidado en el fondo de su maleta le brindó la oportunidad perfecta. Aunque su viaje era de trabajo, lo había incluido por si acaso necesitaba un respiro del calor abrasador.
Se vistió con rapidez, sintiendo cómo la tela fresca aliviaba su piel. Al mirarse en el espejo, notó el vello claro en sus piernas, casi invisible a la vista, pero que a ella siempre le había incomodado.
—¡Listo! Suaves y lisas como deben ser —murmuró al dejar de lado la rasuradora, satisfecha con el resultado.
Un pareo anudado a su cintura le sirvió para cubrirse mientras se dirigía hacia la piscina. Se deslizó en el agua fresca, dejando que la envolviera como un abrazo reconfortante.
La tensión que la había acompañado desde la mañana comenzó a disiparse poco a poco, cediendo su lugar a una sensación de paz y tranquilidad.
Cerró los ojos, y abrió los brazos, se dejó llevar por la suave caricia del agua, mientras flotaba, imaginando por un breve momento que su vida era perfecta.
Una sombra que se proyectaba sobre ella la obligó a abrir los ojos, se sobresaltó pensando que era Marcus que regresaba, enseguida se dio cuenta que era el asistente.
Estaba parado en la orilla de la piscina observándola fijamente, la profundidad y el brillo de su mirada la hizo sentirse avergonzada, cubrió su cuerpo enseguida dentro del agua.
—¡Me ha asustado! —exclamó casi en un grito.
—Lo siento, señorita, no ha sido mi intención, simplemente me he acercado para ver si se le ofrece algo, ¿Tal vez una piña colada? Jamás probará en otro lado alguna como la que yo preparo —dijo con su característica sonrisa.
—Entonces tendré que probarla, así me aseguraré que no es usted un mentiroso compulsivo.
—Ja, ja, ja, entonces enseguida le prepararé una.
Maya salió de la piscina, tomó la toalla para secar su cuerpo, después la envolvió en su cabello, se colocó el pareo para cubrirse un poco, y se acercó a la barra del bar que estaba situado a un lado de la piscina.
Observó como el asistente preparaba magistralmente la bebida prometida, le pareció que en realidad si sabía lo que hacía, cuando vio que vertía hielo sobre la licuadora, y encima los otros ingredientes, se antojo de la deliciosa bebida.
—¡Listo! —dijo el chico poniendo frente a ella una gran copa, que había decorado con una pequeña sombrilla de papel en color rosa, y a un lado una cereza.
Maya agradeció sonriendo, tomó la copa para probar la bebida.
—¡Wao! Tenía usted razón, debo agradecer doblemente por esta bebida, es la mejor que he probado en mi vida.
—Ya ve que no soy un mentiroso compulsivo —agregó en tono divertido.
—Me he dado cuenta, y me disculpo por haberlo etiquetado de esa manera.
—Mi nombre es Dan, Dan Romano, no recuerdo si me había presentado.
—Mucho gusto, Dan, no te habías presentado, pero es un gusto saber tu nombre.
—¿Cómo va el libro? —preguntó genuinamente interesado.
—Va como debería ir debido al poco tiempo, espero tener el material suficiente para terminarlo pronto, en cuanto regrese a Los Ángeles me pondré a unir las piezas sobre la vida de Marcus Arched.
—Llevó una vida muy dura, muchos lo han juzgado por su dureza en los negocios, y también lo han señalado de ser todo un playboy y jugar con las mujeres, creo que todo lo que ha hecho para salir adelante está justificado, la gente que habla es porque en realidad no lo conoce.
Maya se aclaró la garganta, después dio un pequeño sorbo a su bebida, lo necesitaba, estaba segura que cualquier cosa que hubiera hecho ese hombre podría estar justificada, menos lo que había causado a su padre.
—Puedo decir en base a la información que he reunido hasta ahora, que los detalles de su vida son en realidad interesantes, cautivara a los lectores.
—Yo también lo creo, Marcus es muy cerrado en cuanto a los recuerdos de su infancia, él le contará solo lo que crea necesario, sin más detalles.
—Veo que le aprecia mucho.
—Más que mi jefe, es mi hermano, aunque no llevemos la misma sangre, ha hecho por mí lo que nadie.
La chica notó que al decirlo, la característica sonrisa de Dan se le borró de los labios, pero la recuperó en un instante.
Maya tomó varias piñas coladas, estaban deliciosas, y aunque Dan las preparó con poco alcohol, dentro de un rato sentía que la cabeza le daba vueltas.
—Creo que ya es hora de que regrese a su habitación para prepararse para el evento de esta noche, el organizador es un hombre muy importante.
En ese momento Maya cayó en cuenta de que no llevaba algún vestido que fuera apropiado para un evento así de importante.
—¿Pasa algo? —preguntó Dan al notar que la chica se había puesto seria.
—¿Habrá alguna tienda de ropa abierta a está hora?
—Lo dudo, Sicilia aunque está cerca, por la hora cuando llegara ya estaría cerrado.
—No se como pude haberlo olvidado, no tengo nada apropiado que usar esta noche, creo que tendré que disculparme con Marcus porque no podré acompañarlo.
—Estoy seguro que ese detalle pronto estará solucionado —dijo Dan con una seguridad que a Maya le pareció extraña.
—Urgaré entre la ropa que traje, espero que algún hada madrina de mi se apiade, y como a la cenicienta me conceda un hermoso vestido y zapatillas de cristal.
—Ja, ja, ja, no lo dudaría, todo puede suceder en el mundo de Marcus Arched.
Maya se despidió agradeciendo las atenciones que le había brindado, empezó a caminar hacia el interior de la villa, pero Dan notó que daba un paso hacia atrás y dos hacia adelante, se apresuró a ir a su lado.
—Permítame, voy a acompañarla hasta su habitación —dijo tomándola por el brazo.
—En verdad no es necesario, puedo llegar sin su ayuda, se lo agradezco, señor Dan, asistente.
—Ja, ja, ja, instó, ande, vamos, en cuanto entré en su habitación, debe de darse un buen baño para que pase el mareo, ordenaré que le lleven una bebida que la ayudara con eso.
—¡Otra bebida! —exclamó escandalizada.
—Le aseguro que será diferente —dijo sonriendo.
—Sí es así la acepto, tomaré lo que sea para que el mareo pase, aparte de mal vestida, no quiero dar el espectáculo de la noche.
—No se preocupe, le aseguro que se verá perfecta, estoy seguro.
La ayudó a subir con cuidado la escalera, la acompañó hasta la puerta de su habitación, después se retiró para pedir que le llevarán la bebida.
Maya se dio un baño con agua fría, escuchó que llamaban a la puerta,era la chica del servicio, había dejado la puerta sin asegurar, así que pidió que pasará y dejará la bebida sobre la mesa.
Poco después salió más recompuesta, se cubrió con una toalla, suspiró decidida a hacer magia con la ropa que tenía en su maleta.
Al salir del baño, se dio cuenta de que sobre la cama había algunas cajas, algunas pequeñas, otras más grandes, eran en color blanco, atadas con un precioso listón dorado.
Antes de ver que es lo que había en el interior de aquellas cajas, localizó la bebida sobre la mesa, se acercó para beberla toda.
—Tenía razón Dan, con el baño y está bebida será cuestión de minutos que me sienta como nueva.
Tomó la caja más grande para ver su contenido, era un hermoso vestido en color azul oscuro, la tela de seda era muy suave, sobre el cuello alto, tenía pedrería bordada, era largo, sin mangas.
Al sacarlo de la caja, se dio cuenta de que no tenía tela que cubriera la espalda, una nota se deslizó hasta el suelo, al tomarla, vio que estaba escrita con letra pulcra y estilizada.
—Espero sea de tu agrado, estoy seguro que serás la más bella de la noche, atentamente Marcus Arched.
—Así que sus gustos son atrevidos, señor Arched.