Durante el vuelo que tardó varias horas, no pudo dormir, su mente analizaba todos los escenarios posibles de cómo sería su reacción cuando lo tuviera enfrente, era el hombre al que le debía todo su sufrimiento.
Estaba dispuesta a incluir lo sucedido con su familia en el libro, aunque eso costara que perdiera su trabajo, al parecer la gente no sabía que también había sido un gigoló que se metía con mujeres casadas aprovechándose de su trabajo.
Pronto notó la ciudad que era su destino, Sicilia, se extendía como una mancha de color claro al lado del océano, hasta entonces puso atención en el interior del avión, ese hombre si que sabía darse una gran vida, la aeronave estaba equipada con todos los lujos posibles, se notaba el buen gusto.
Se había perdido en sus pensamientos durante todas aquellas horas, ni siquiera se había acercado al bar que estaba a un costado de la espaciosa sala, ni probado los aperitivos que habían colocado en la mesa a un lado.
Su estómago rugió en ese momento, tenía hambre, se levantó rápidamente antes que la sobrecargo le pidiera colocarse el cinturón para el aterrizaje.
Se acercó a la mesa, y engulló rápidamente varios de aquellos bocadillos tan exquisitos, no se dio cuenta que justo en ese momento, unos intensos y profundos ojos azules la observaban a través de las imágenes enviadas a través de una cámara.
El hombre sonrió al ver la premura con que la chica apuraba la comida, tal vez pensaba que en Sicilia no había, se mantuvo parado frente a la pantalla observando lo que Maya hacía.
Maya limpió su boca rápidamente después de tomar un refresco, la sobrecargo le pidió que regresara a su lugar para el aterrizaje,enseguida la mujer le colocó el cinturón de seguridad apropiadamente.
Iba a replicar, ella podía hacerlo perfectamente, entonces recordó que las personas que esa mujer estaba acostumbrada a atender, era del tipo de persona que necesitaba que hiciera todo por ellos.
Al bajar del avión en el hangar privado, un enorme hombre vestido elegantemente se acercó a ella, el color verde encendido de sus ojos, parecía endurecer las facciones de su rostro.
—Señorita Jones, sígame por favor —dijo en tono serio.
Maya hizo lo que le pedía, mientras ella seguía al hombre, otro llevaba su equipaje, una camioneta en color oscuro, de la línea más lujosa, esperaba por ellos.
Mientras la camioneta avanzaba por las calles, Maya observaba por la ventanilla el hermoso paisaje, pronto llegaron a una reserva, era un lugar maravilloso que inspiraba tranquilidad, al otro lado, un enorme portón se abrió para que entraran.
Dentro avanzaron por un camino empedrado, después de algunos minutos, Maya observó una enorme villa situada a la orilla de la playa, era en color blanco, construida en piedra, con algunos detalles en madera.
En cuanto la camioneta se detuvo, el chofer abrió la puerta para que la chica bajará, enseguida un atractivo hombre vestido con un pantaloncillo hasta las rodillas, y una playera sin mangas, se acercó a ella, le sonrió amigablemente, y tomó sus maletas.
—Por aquí, señorita, le mostraré dónde va a hospedarse.
El hombre era amable y atractivo, Maya no pudo evitar preguntarse quién era, hablaba un perfecto inglés, pero con un sexy acento italiano, inconscientemente pasó su lengua alrededor de sus labios para humedecerlos, se reprendió mentalmente por los pensamientos pasados de tono que estaba teniendo.
Lo siguió al interior de la villa, enseguida subieron las escaleras, hasta detenerse frente a una puerta, al entrar, Maya se sorprendió al ver el interior de la habitación, la decoración le daba un toque hogareño, era en colores claros, las paredes al igual que el exterior, eran en madera y piedra.
Una enorme puerta de cristal corrediza, daba a una gran terraza, Maya imaginó que desde ahí se podría observar una esplendorosa vista del océano.
—El jefe ha escuchado hablar de usted, quiere conocerla, la espera en dos horas para cenar en la terraza principal, es en la parte de abajo, al bajar se dirige a la izquierda, ahí podrá encontrarlo, el jefe preferiría que usted al vestir usará colores claros, sí no ha traído algo adecuado, podremos proporcionarlo.
El encanto inicial provocado por aquel hombre desapareció mágicamente en ese momento, ¿Acaso su jefe creía que ella iba a obedecerlo? ¿Colores claros? Ya vería el color que usaría para conocerlo.
—Perfecto, en dos horas bajaré a la terraza, gracias —contestó tratando de ocultar su desagrado.
El hombre le dirigió otra sonrisa sexy, antes de darse la vuelta y desaparecer por la puerta, Maya pensó que era muy guapo y sexy como para trabajar para alguien como Arched.
—Así que colores claros, uhmmm.
Entró al baño, deseaba darse un baño rápido, dentro había una canasta de bienvenida, con productos para la piel, jabones y perfumes caros, el enorme jacuzzi la invitaba a relajarse un rato, pero tendría que ser más tarde.
—Vaya, esta gente sí que sabe como tratar a sus invitados.
Se bañó rápidamente, tanto el jabón como las cremas, tenían un exquisito aroma a durazno.
Al vestirse eligió un vestido en color oscuro, sencillo y largo, unas sandalias de tacón bajo, y su largo cabello color castaño lo dejó suelto, peinado en suaves ondas.
Se colocó un poco del perfume del que usaba habitualmente, minutos después salió de la habitación para dirigirse hacia la terraza, empuñó las manos para darse fuerzas, pronto estaría frente a frente con ese hombre.
Cuando llegó a la terraza, vio que el lugar estaba bellamente decorado, había arreglos florales sobre la elegante mesa y a los lados, más que una cena de trabajo parecía una cita romántica, se sintió molesta, no sabía qué era lo que había planeado ese descarado.
Al voltear hacia un lado, pudo ver que había un hombre parado, vestía casualmente, su ropa era en color n***o, estaba de espaldas, parecía estar perdido en sus pensamientos.
Una fragancia de notas amaderadas y ámbar, se sentía en el ambiente, tal vez era la fragancia que usaba aquel hombre.
Era muy alto, la camisa que llevaba marcaba su ancha espalda, se quedó parada sin saber que hacer, no se animaba a hablarle, se dio la vuelta lentamente para regresar a su habitación, cuando iba a retirarse, escuchó una voz ronca y fuerte.
—¿A dónde va, señorita Jones? La he estado esperando —su voz era fuerte y a la vez magnética, como el sonido de las olas cuando se deslizan por la arena.
Al escucharlo, Maya sintió el impulso de salir corriendo, se detuvo mientras trataba de controlar su respiración, acostumbraba a hiperventilar cuando se sentía nerviosa.
Se dio la vuelta lentamente, al alzar la mirada, ahí estaba Marcus Arched frente a ella, el momento que tanto había temido, había llegado.
Marcus sonrió ampliamente, Maya desvió la mirada, a ese hombre no se le podía observar de frente, corría el riesgo de quedar hechizada por su encanto a pesar de que lo odiaba.
—Es un verdadero placer conocerla señorita Jones —dijo mientras extendía su mano hacia ella, Maya no deseaba tocar a ese hombre, pero si quería hacer que pagara, tendría que fingir que le agradaba.
—El placer es mío, señor Arched —contestó extendiendo su mano, Marcus la tomó y la sostuvo un poco más de lo necesario.