Punto vista de Charlotte
Había sido un día demasiado largo. Agotador. Confuso. Inesperado. Y, aun así, no podía dejar de repetir en mi cabeza una sola frase conocí a mi futuro esposo.
La idea me oprimía el pecho, no sabía si por nervios, miedo o esa extraña electricidad que aún sentía en la piel.
En el auto, el ambiente era una mezcla de tensión y silencio incómodo. La noche se deslizaba por la ventana, las luces de la ciudad parecían rayas borrosas mientras yo apoyaba la frente en el vidrio frío.
No tenía ganas de hablar. Ni fuerzas. Solo quería que todo el ruido a mi alrededor se apagara por un momento.
Pero mi tía Grace, como siempre, no podía dejar pasar la oportunidad para reclamarme.
—Charlotte, ¿en qué estabas pensando? —repetía una y otra vez, moviendo las manos con frustrac
