Capitulum 4 La llegada de la noche.

1832 Palabras
Aleister se levantó produciendo un gemido de miedo ante la pesadilla que lo atormentaba, miro su alrededor asustado intentando tranquilizarse, todavía podía sentir la mirada de los arcángeles sobre de él, atormentándolo. No podía sacarse de la cabeza la violencia y el abuso sobre el pueblo, sobre la familia de lobos quienes perdieron seguramente a su padre y murieron segundos después de la misma manera. —¿Otra vez tuviste el mismo sueño? —preguntó Draven preocupado mientras observaba como corría el sudor frio sobre la frente de su hermano mayor, debido al miedo que tenía. Draven sostuvo su mano con afecto, este gesto calmo a Aleister. —No te preocupes solo fue un sueño —mintió intentando no preocupar a su hermano menor. —Sin embargo, parce que tu sueño tiene el poder de lastimarte —confeso Draven, nuevamente intentando que su hermano le contara lo que lo angustiaba de esa manera. —Solo es un mal recuerdo, uno que debo olvidar… La vida de Aleister había cambiado, ya no estaba dentro de la cueva donde había vivido cien años oculto en la oscuridad, tampoco se encontraba aislado de la sociedad en aquella choza en donde permaneció por más de doscientos años; allí tuvo que lidiar con su padre prácticamente una semana cada mes. Ahora, su mamá, hermano y él vivían incomunicados detrás de aquella cascada dentro de lo profundo de las montañas rodeados de naturaleza, agua y comida, llevaban allí casi trecientos años como un par de prisioneros. Draven no entendía por qué vivían allí, ocultos, por qué su padre si podía ir y venir solo para visitarlos y torturarlos, enseñando según él, la ley del más fuerte, donde no se permitía ser noble, compasivo o débil, aquellas palabras las repetía sin cansancio cada que ellos intentaban defenderse con todas sus fuerzas de sus golpes, mordidas y patadas; solo se detenía cuando prácticamente ya no se movían y estaban evidentemente al borde de la muerte. La última vez Aleister había defendido a Draven, su padre lo pateaba sin contemplación mientras el pobre niño lloraba y pedía ayuda, Aleister no pudo con eso y ataco a su padre sin miedo a las consecuencias por primera vez, pero no solo lo golpeo, también le dijo cuanto lo odiaba y detestaba. Silver lo ataco como si quisiera matarlo para darle una lección, en ese momento Elizabeth corrió y lo detuvo, recibiendo un golpe de su marido que la dejo en el suelo en estado de shock. Después, Silver simplemente se fue y no ha vuelto a verlos desde entonces. —¿Por qué papá es tan malo? —pregunto Draven mientras cavaba el hoyo que él y Aleister se habían propuesto hacer para salir de allí, era un túnel que pasaba por la montaña hasta llevarlos al otro lado y ser libres. Aquella idea había comenzado solo para darle consuelo a Draven y tuviera esperanza de que algún día, él y su hermano podrían salir de ese infierno juntos, no obstante, a pesar de que el túnel ya era lo suficientemente largo y profundo parecía no tener fin y eso llenaba de tristeza al chico. —¿Por qué dices eso? —pregunto Aleister fingiendo no entender su pregunta. —Oh, vamos Al, no soy idiota. Cada que viene papá temblamos como gelatinas, porque solo viene a maltratarnos. —Aleister no se atrevió a mirarlo y continúo cavando el hoyo. —Mamá dice que es porque quiere que seamos fuertes —dijo Aleister —, para poder defendernos allá fuera, sino logramos vencerlo entonces… —No pudo terminar la frase, saber que jamás podría siquiera hacerle frente a su padre, significaba que estaba muerto afuera de la prisión que su progenitor había construido para mantenerlos a salvo de los arcángeles. —¿Jamás podremos irnos? —pregunto conmocionado Draven —. No digas eso Al, ¿en serio jamás podremos ver lo que hay allá fuera? —Allá fuera solo hay destrucción, muertes y… —¡No te creo!, tú y mamá mienten —acuso el pequeño —. Solo quieren mantenerme aquí por siempre, esto es una locura —Draven aventó la rama que usaba como pala y salió del túnel enojado, sintiéndose engañado, atrapado y confundido. ¿Realmente estaban allí por su seguridad? o simplemente eran prisioneros de su propio padre, quien era un violentador. Aleister no dijo nada pues se sentía culpable, después de todo él era el responsable de que Draven y su madre estuvieran confinados en ese lugar, si tan solo no hubiera desobedecido y se hubiera quedado en la casa llorando o si no hubiera querido escapar, nada de esto estaría pasando. Draven salió furioso y camino en círculos hasta que miro la salida por donde en incontables ocasiones había visto a Silver desaparecer, el lugar al que tenía prohibido acercarse, el lugar que llevaba a la libertad. No lo pensó dos veces, Aleister seguía dentro del túnel, su madre estaba en la cama con jaqueca, ninguno de los dos podría detenerlo y cuando se dieran cuenta sería demasiado tarde. Entonces, Draven corrió, huyo de allí como si de ello dependiera su vida y logro salir de aquel encierro, atravesó la cascada, la luz molesto sus ojos, el aire choco contra su cara y por primera vez Draven era libre. Observo su alrededor y no pudo evitar pensar en los cuentos de su madre, los cuales decían lo que sucedía en el exterior, recordó la última narración sobre vampiros y lobos quienes tenían hijos con el fin de preservar la especie para tener guerreros listos en el campo de batalla contra los ordinarios, arcángeles y cazadores. Se preguntaba si realmente era verdad eso o solo él y su hermano mayor eran los únicos seres a los que se les había negado el derecho de tener una vida. Draven camino sin rumbo por mucho tiempo, hasta que encontró una pequeña choza donde jugaba una niña, quien llamó su atención automáticamente, jamás había visto a ningún otro niño que no fuera su hermano, Aleister en este momento lucia como un niño mundano no mayor de ocho años de edad, mientras Draven tenía la misma apariencia física y edad que su hermano mayor tenía cuando él huyo de casa como Draven en este momento. Por otro lado, Aleister comenzó a cuestionar su existencia vana y efímera, no lograba entender el sentido de su existencia o la existencia de Draven, pronto terminaría volviéndose loco o escapando de allí sin temer a las consecuencias, entro a la casa busco a Draven, miro a su madre dormida plácidamente, no quiso molestarla y salió nuevamente. —¡Draven! —llamo sin respuesta, busco nuevamente, pero al no ver a su hermano menor en ningún lado supo que él había huido. Draven se había atrevido a romper las reglas, había cruzado la cascada quizás sin intenciones de volver, si su padre se enteraba habría severas consecuencias. Sin pensarlo demasiado Aleister corrió hacia la salida cruzo con temor la cascada y la luz cegó momentáneamente sus ojos, una vez afuera sintió como si un gran peso cayera de sus hombros, su cuerpo se sintió ligero y corrió a buscar a Draven. —¿Quieres jugar conmigo a las atrapadas? —pregunto la dulce niña y Draven asintió con timidez —. Bien, yo te atrapo y tu corres. —No, mejor yo te atrapo primero —sugirió Draven, pues de acuerdo a los relatos de su madre sabía que los ordinarios no eran iguales a ellos y si lo descubrían estaría en serios problemas. Por lo tanto, permitió que la niña corriera primero para saber la velocidad, fuerza y agilidad que poseía y poder imitarla. La niña corrió mientras reía, Draven supo entonces que los seres humanos realmente eran muy lentos a comparación de él y su hermano, y no podía decirse de su padre quien corría prácticamente a la velocidad de un rayo. Ambos jugaron durante un rato, hasta que Aleister llego y lo observo reír, correr, divertirse, disfrutar de lo que les habían negado todo ese tiempo, libertad, no obstante, debía interrumpir esa felicidad y llevarlo a casa o su madre enloquecería. —¡Draven! —llamo con autoridad, el pequeño vampiro lo miro asustado sin saber que decir exactamente —. Vámonos, no deberías estar aquí afuera, tenemos que… —Eres igual a mamá —interrumpió Draven —, un mentiroso paranoico, que me negó mi libertad — recrimino furioso. Por lo tanto, agarró unas rocas y comenzó a lanzarlas contra su hermano mayor con rabia. —¡Para! Puedes dejar de hacer eso —ordeno Aleister con voz severa. Draven lo observo con coraje. —No, déjame en paz, no volveré jamás a ese lugar —comunico Draven con seguridad. —Draven, por favor. No abuses de tu suerte. Volvamos a casa —repitió Aleister un tanto nervioso. Odiaba tener que ser él quien estuviera regañándolo, exigiéndole volver a la prisión que el mismo odiaba, pero tenía miedo de que no solo los arcángeles se presentaran allí, su padre también podía llegar sin aviso. —No pienso volver Aleister, no me importa lo que digas, yo… —él chico no termino la frase debido a que se paralizo al ver la presencia oscura de su padre recargado en uno de los árboles, observando como Draven se reusaba a obedecer a su hermano y había roto las reglas. —¿Qué pasa? —pregunto Aleister atemorizado, siguió la mirada de su hermano y allí estaba, Drácula. —¡Draven! Que estas esperando para obedecer a Aleister, ¿una invitación? —Draven miro con disculpa a la niña y obedeció de mala gana. Ambos caminaron de regreso temiendo las consecuencias. Los tres entraron nuevamente al escondite detrás de la casaca y su madre los observo con alivio, corrió hacia ellos con preocupación —¡Aleister! ¡Draven! Con un demonio ¿A dónde fueron? —pregunto molesta, pero antes de que pudieran siquiera contestar Silver golpeo a Draven. —¡Silver!, por favor detente vas a matarlo —dijo Elizabeth sin tener el valor de detener a su marido. Aleister corrió para detenerlo, sabía que también lo mataría, pero prefería mil veces morir salvando a su hermano que quedarse sin hacer nada para seguir viviendo una vida de infierno. El vampiro por primera vez mordió a su padre, probo su sangre metálica y cayó al suelo cuando su padre lo lanzó, no obstante, comenzó a sentir como su sangre hervía, sus venas palpitaban, sus sentidos se agudizaban y cuando su padre quiso golpearlo, él lo detuvo con una fuerza increíble. Silver lo miro conmocionado, antes de que su mirada pudiera cambiar a ira genuina, Aleister lo golpeo lanzándolo lejos de allí. El pequeño vampiro se quedó atónito, sin entender lo que había pasado, su madre corrió a su lado y antes de que pudiera Silver ir contra sus hijos nuevamente, ella se puso entre los dos y dijo: —Estoy embarazada, detente por favor.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR