Aleister le informo a su hermano todo lo que sus padres le habían revelado, como ahora era capaz de vencer a su padre y era libre para poder irse si así lo deseaba, pero no lo haría, se quedaría allí con su mamá y sus hermanos, porque si algo sabia era lo afortunado que era al tener a Draven, gracias a él ya no se sentía solo, se prometió a si mismo algún día darle a sus hermanos todo lo que se les había negado, amigos, jugar, reír, salir sin miedo al mundo y un sinfín de cosas más que esta vida les había prohibido.
—¿Ya tienen todo? —pregunto Elizabeth y sus hijos asintieron —. Seguros, porque no regresaremos a este lugar —advirtió mientras sostenía a Desmond, su pequeño bebé y una gran maleta.
—Sí, mamá podemos irnos ya de este lugar —dijo Draven emocionado de poder vivir por primera vez fuera del encierro para conocer y convivir con otras personas.
—¿Estás segura mamá? me gustaba este lugar —admitió Aleister con ironía. Sabía que su mamá tenia miedo, si hacia esto era por ellos, por verlos felices, porque ella prefería estar incomunicada mil veces antes de exponer a sus hijos a la muerte.
—Si mi amor lo estoy, vámonos. —Los cuatro dejaron aquel lugar, para vivir en un pequeño poblado, el cual Silver ya había autorizado.
—Mamá podrías contarnos acerca de los demonios mientras llegamos a nuestro nuevo hogar —solicito Draven y su madre asintió.
—Había una vez siete poderos guerreros, los cuales fueron creados para proteger a los vampiros y lobos de las manos de los cazadores, ángeles y humanos, estos guerreros son conocidos como los siete pecados capitales, demonios de alto rango que lideran a su propia especie, cada demonio tiene características diferentes a los otros grupos; por ejemplo: Amón, es un minotauro, con cuerpo de hombre y cabeza de toro o viceversa es de colores magenta, su tamaño no es mayor a sesenta centímetros, son pequeños, pero poderosos, tienen la capacidad de leer mentes, controlarlas, cambiar deseos, sueños y apoderarse de recuerdos. También pueden transportarse a lugares en los que han estado con solo visualizarlos, en un abrir y cerrar de ojos pueden estar en otro lugar.
—¿Alguna vez has visto uno mamá? —pregunto Draven fascinado.
—Claro que si mi amor, conocí a cada uno de los siete pecados capitales —confeso Elizabeth —. Los demonios, son una r**a diversa de seres, no son físicamente igual a nosotros, pueden compartir características animales, humanas o angelicales; son chicos, grandes, de colores, con alas, sin alas con poderes diferentes, pero todos los demonios comparten en común sus siete corazones, para matarlos debes apuñalar o destruir cada uno de ellos, un dato de vital importancia es que un demonio puede seguir viviendo eternamente con solo un corazón. No sienten dolor físico, pero sangran, tienen una increíble capacidad de regenerar heridas de su cuerpo, por lo mismo tienen inmunidad a enfermedades y pueden subsistir sin comida, agua u oxígeno por largos periodos de tiempo. Lo más importante a destacar son sus habilidades catastróficas similares a la de los arcángeles.
—Mira mamá hemos llegado —aviso Aleister llamando la atención de Draven quien observo fascinado sobre una colina el pueblo en el que vivirían. Ya no más aislamiento, ya no más muros, ya no más esconderse, él y su familia por fin eran libres.
—¿Qué les parece? —pregunto Elizabeth poco convencida, ella a diferencia de sus hijos sabia los riesgos, los arcángeles podían llegar en cualquier momento y destruirlo todo, llevándose a sus hijos con ellos y matándolos por el peligro que representaba no solo para ellos, sino para todas las razas.
—Pienso que podría tener mejores conexiones, pero me conformo con esto —dijo Aleister con su tono sarcástico que lo caracterizaba.
Elizabeth sonrió ante las ocurrencias de su hijo mayor, de igual manera Draven tenía una sonrisa de oreja a oreja y sin poder evitarlo corrió hacia su nuevo hogar.
…………………………
Pasaron cinco años, en los cuales los Vlad comenzaban a levantar sospechas en el pueblo, debido a que Aleister y Draven no habían cambiado ni un poco durante ese tiempo, gracias a Desmond las sospechas no eran certeras, porque él era el único que, si había tenido un cambio, mas, uno muy extraño; había crecido demasiado rápido y ahora parecía no envejecer.
No obstante, ellos se divertían siempre corriendo, jugando a los piratas, nadando en el riachuelo, ya fuera entre ellos mismos o con algunos vecinos amigos suyos. Draven y Aleister por su lado en ocasiones practicaban sus habilidades fuera de la vista de curiosos, para tener control de ellas, en especial Aleister quien poseía dones mucho más grandes que Draven. Por su parte, Desmond no tenía esas preocupaciones, él era un vampiro, pero con poderes normales controlables y bajos.
Hoy los chicos jugaban a trepar el árbol frente a su casa, el cual era demasiado grande y frondoso, ahí mismo su madre tenía un lazo que unía ese árbol con otro y tendía algunas ropas que había lavado no hace mucho en el riachuelo. Aquel panorama fue interrumpido por una vecina, su visita era mucho más que solo ver si la familia se encontraba bien, pues en sus manos traía un té, el cual Elizabeth sabia claramente para que era y que pretendía la señora.
—Buenas tardes, señora Vlad —saludo la señora Smith quien se caracterizaba por ser la chismosa del pueblo —. ¿Cómo están? Vine para invitarle un té y galletitas mientras platicamos acerca de la nueva reunión del pueblo, pues las tinieblas realmente son una plaga que empiezan a propagarse por todo el mundo y debemos terminar con ellos antes de que ellos lo hagan con nosotros.
—Por supuesto, con mucho gusto —contesto Elizabeth, invitando a la señora Smith a entrar a su casa. Aleister sonrió ante la escena sabiendo claramente lo que sucedería.
Su madre tiraría el té, hipnotizaría a la señora y ella junto con otras personas que ya habían intentado envenenarlos o paralizarlos con el té de rosas o amoniaco estarían convencidas de que eran una familia normal de mundanos comunes y corrientes.
—Fue un gusto platicar con usted, la esperamos en la asamblea —dijo la señora Smith mientras se retiraba y se despedía con un gesto.
Los tres chicos corrieron a la casa intrigados con la visita, era la quinta señora a la cual mandaban, la próxima vez no solo vendría ella, sino el consejo entero sin dar lo posibilidad de hipnotizar a tantos sin dañar a nadie.
—¿Qué quería la señora Smith, mami? —pregunto Desmond confundido.
—¿Es hora de irnos? —La pregunto de Aleister más que cuestión, era una afirmación, no podían seguir negando el hecho de que el pueblo sospechaba de ellos, por lo tanto, debían irse de allí lo antes posible.
—Lo más probable es que sí, mi amor —contesto y Draven se enojó.
—¿Por qué? —dijo al unisón con Desmond, el menor ignoraba los peligros que los grandes sabían.
—Porque es muy peligroso seguir permaneciendo aquí —contesto Elizabeth para ambos.
—Pero mamá… —apelo Draven.
—Lo sé, tienes amigos, no quieres irte, pero es más importante tu familia Draven que tu maldito egoísmo, quieres enfrentar a tu hermanito a las atrocidades que nos harán cuando sepan lo que somos.
—Mami, no te enojes —hablo Desmond asustado.
—Lo siento amor. —Elizabeth cargo al pequeño y lo abrazo —. Sera mejor que te hagas a la idea Draven, nos vamos a ir, solo necesito hablar con tu padre antes para saber a dónde nos iremos, pero comiencen a empacar sus cosas —ordeno y Draven patio una silla que se rompió al chocar contra la pared —. Aleister…
—Sí, sí, lo sé, habla con tu hermano, ya voy… —dijo Aleister con voz cansada, no era la primera vez que Draven hacia un berrinche respecto a tener que abandonar aquel lugar, su madre le había dado contentillo por dos años más, pero aquella estancia cada vez se volvía más peligrosa.
—Mami, me cuentas una historia —dijo Desmond ignorando el mal humor de su hermano mayor.
—Claro mi amor, cual te gustaría —pregunto Elizabeth intentando no prestar atención a los berrinches de su hijo.
—Aquella de los siete guerreros valientes —dijo Desmond con admiración.
—Ok, Hace mucho tiempo Samael creo a los demonios para ayudar a los vampiros y lobos a ganar esta guerra contra los ángeles y mundanos. La batalla se había tornado desigualitaria por lo que Adonaí creo a los cazadores con el fin de darle guerra a las razas creadas por Samael. Sin embargo, los siete pecados capitales lucharon con valor, fuerza y destreza contra los ángeles, mas, les ganaban en número. Por lo tanto, los demonios se vieron considerablemente reducidos a ser unos cuantos, llegando prácticamente a la extensión.
Entonces decidieron esconderse y aislarse del mundo; antes de partir Amón, Hannah, Baal y Nina le dieron cierta cantidad de su sangre a los vampiros en especial a nuestra familia antes de desaparecer de la faz de la tierra para darle una oportunidad a los chupasangre de defenderse contra las creaturas y con suerte recuperar lo que era nuestro.
Los siete pecados capitales, son siete jefes liderando a un grupo de demonios, cada uno con habilidades diferentes y clasificados por rango de fortaleza. Amón el número uno de esta lista, el cual estaba sumamente interesado en las reacciones que su sangre tiene con la nuestra, nos dio el poder de controlar mentes, leerlas y poder manipular sueños o crearlos, además de otras características como súper fuerza, velocidad y la capacidad de regenerar extremidades perdidas en batalla.
Nuestra familia fue una de las primeras cinco familias de vampiros que creo Samael, poseemos mayor fuerza, velocidad y resistencia a diferencia de los demás vampiros comunes que Samael creo después, pero no lo suficiente como para derrotar a los arcángeles. Gracias a la gran alianza que se creó con los demonios tu padre se convirtió en uno de los vampiros más poderosos y temibles, quien pudo hacerle frente con ayuda de los lobos a los arcángeles en busca de justicia, libertad y derechos. Aun nos mantenemos firmes, pero la vida en la tierra cada vez decae más con la esperanza de no solo terminar con las razas que nos amenazan, sino con la nuestra propia.