Narra Erick. Días después... Me encontraba trabajando. Escuché la voz de Alanis, y mi pene se endureció como la piedra. La miré y observé el maravilloso atuendo que llevaba puesto. Ella parecía estar de mejor humor. Últimamente estaba algo triste, pronto se cumpliría otro año mas de fallecidos sus padres. Todos los años la familia organizaba una misa e iban al cementerio a dejar flores. Decidí visitar a una tienda de juguetes sexuales para la siguiente lección y así hacerla olvidar todo. Estaba listo para comenzarla. Minutos despúes la llame y ella tocó la puerta. —Pasa y cierra la puerta—le dije. Una sonrisa cruzó sus mejillas cuando la puerta se cerró de golpe detrás de ella. Alanis caminó lentamente hacia mí, sabiendo muy bien que tenía algo sucio en mi mente. Giré mi dedo hacia el

