Narra Erick. Llegamos a mi casa, y mi pene ya estaba goteando en mi pantalón. Estaba a punto de llenar su pequeño culo virgen con mi pene mientras veía esos glúteos deliciosamente gruesos que me devoraban, y prácticamente estaba salivando. Nunca en mi vida había estado tan listo para tomar una mujer. Estacione el auto, salí del mismo y ella tambien del suyo. Ingresamos a la casa y subimos a la habitación. Estaba tan emocionada y lista para mí, y me calentó el pecho mientras nos ingresabamos. Ella saltó a la cama y se sentó sobre sus rodillas, luciendo desvergonzada y lista para tomar el control. Ella estaba lista. Ella sabía a quién pertenecía. Ella sabía quién cuidaría de ella. Mi pene se sudó en mis pantalones mientras sus ojos recorrían mi cuerpo. —Por favor, no puedo esperar más,

