Amaia
—Tierra a Amaia.
Me giro y veo a mi madre apoyada en el marco de la puerta del salón. Me ha estado observando quién sabe cuánto tiempo mientras estoy acurrucada en el sofá, viendo el atardecer.
—¿Estás bien? —Mamá se sienta a mi lado y me lanza una mirada inquisitiva.
Sonrío. —Estoy bien. Genial, de verdad. Solo nerviosa.
—¿Por qué?
Desenredo mis piernas y me siento recta. Tomando una profunda inspiración, le pregunto a la única persona que sé que ha estado en un matrimonio sano durante la mayor parte de su vida con el mismo hombre. —¿Cómo supiste que papá era el indicado? Es decir, pensé que Hayden lo era, pero ahora sé que no. Pero, ¿cómo sabes que tu corazón no está siendo estúpido?
—Solo lo sabes.
—Vaya, gracias, mamá.
Me da una palmada en la pierna. —¿Las cosas se está
