-¿Cómo te sientes?- preguntó asustando a Priscilla quien de inmediato agachó la mirada. Yo fruncí levemente el ceño ante ese gesto, me sentía sin venda, como si estuviera viendo cosas que antes aunque estaban frente a mi realmente no notaba. -Bien- dije con voz segura pero, a la vez, incómoda al compartir la mirada con él. No podía sacar de mi cabeza los eventos previos. ¿Cuántas horas habían pasado después de todo? Las cortinas de mi habitación eran pesadas y bloqueaban la luz solar. Al estar incomunicada con el mundo no sabía de qué hora era y tampoco se sentía cómoda como para preguntar. -¿Acabaste el té?- preguntó, yo negué con la cabeza. -Me falta poco- dije con una mueca en los labios. Él asintió secamente. -Priscilla, ve con tu madre y dile que vaya preparando la mesa. -Si, señ

