Caminata

1590 Palabras

Maximiliano se puso la ropa lo más rápido que pudo y salió a su encuentro. Para esa ocasión eligió estar cómodo con una camiseta roja, unos pantalones de mezclilla y sus tenis que tanto le gustaban. Marcela lo esperaba con la expresión seria y recargada con los brazos cruzados sobre la pared situada frente a su habitación. —¿Podemos ir a desayunar? —le preguntó ella con tono gélido en cuanto lo vio. No quería mirarlo a los ojos. —Sí —accedió enseguida, aunque por dentro tenía miedo de ser despedido. —¿Sabes? —Luego de su lucha interna, cambió un poco la actitud porque el tiempo en Canadá sería largo y la tensión con su intérprete le parecía desagradable—, me hace falta caminar. En la recepción me recomendaron un lugar que está en el centro de la ciudad. ¿Te parece si vamos allí, comemos

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