NARRA LEYLA HAWTHORNE
Sujetó mi rostro entre sus manos y cerré los ojos, mientras dejaba que acariciara mi mejilla y que las puntas de nuestras narices se rozaran con dulzura.
—Yo jamás podría olvidarte, Keir —susurré, con firmeza, pues así había sido.
No lo había olvidado. Era justamente a él a la única persona que mi mente recordaba. No podía ser por otra cosa que no fuera amor verdadero... Amor que no se podía olvidar por nada de este mundo.
Enrosqué mis brazos con más fuerza a su espalda y escondí mi rostro en el hueco de su cuello. Aspiré una bocanada de aire, sintiendo su aroma a gel de ducha y perfume caro. Mi olfato lo reconoció de inmediato. Su aroma estaba grabado ahí, en mi sistema límbico. En esa zona en la que se guardan los mejores recuerdos de nuestra vida y el aroma de
