NARRA LEYLA HAWTHORNE Un sollozó intenso, pero ahogado, me hizo estremecer. Mantuve mi mirada en el suelo, pues no me sentía digna de verle a los ojos. Vi una de sus manos ondear en el aire, haciéndome una señal para que pasara adentro y avancé, caminando frente a él, quien, estaba muy segura, todavía me miraba con furia, pues podía sentir su mirada intensa y fulminante en mi piel. Me quedé parada en medio de aquella enorme sala, esperando sus indicaciones. Cerró la puerta y caminó en silencio, a zancadas largas, atravesando la sala para llegar hasta el minibar que había empotrado en una de las paredes. Sacó un vaso de cristal, de esos chatos y gruesos. Abrió una botella de whisky y se sirvió un trago y se lo tomó de golpe. Luego un segundo, un tercero y un cuarto del cual solamente be

