UN BESO

1709 Palabras

—Es hora de comer —dijo cuando entró a la habitación, cargando una bandeja con un plato, una taza y una cafetera de aluminio. Lo primero que me pregunté, al escuchar la palabra comida, fue «¿qué cosa horrible me va a dar ahora?». Sin embargo, un delicioso aroma a café fuerte, a huevos fritos y a salchicha ahumada, inundó la habitación. Automáticamente, mi estómago gruñó desesperado y recordé que durante los tres días que habían pasado desde que había salido del hospital no había comido más que medio bocado de esa horrible pelota llamada haggis y la taza de café que había bebido la mañana anterior. Cuando llegó hasta el borde de la cama, me sentí tentada a echarmele encima y arrebatarle la bandeja para devorarme todo lo que había ahí, aunque fueran los dichosos haggis. Tenía mucha hambr

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