NARRA LEYLA HAWTHORNE —Keir, ¿cuándo será que vamos a poder tener esa conversación? —le pregunté seriamente, cuando nos sentamos en la mesa del café al que habíamos ido a desayunar. Habían pasado cinco días desde que lo había encontrado y siempre que yo quería hablar terminaba evadiendo la conversación. Hasta me parecía que estaba peor que con Braden, porque, al menos, él me daba respuestas. Mentiras, pero respuestas al fin y al cabo. Me sentía un poco abrumada con él, porque percibía que casi no lo conocía y que todo el conocimiento que tenía de él se basaba en los pocos recuerdos que habían en mi mente, recuerdos de nuestra niñez especialmente, porque de las cosas que habíamos hecho o vivido en los últimos años, no recordaba absolutamente nada. —Nena, ahora vamos a desayunar —fue su

