Ya no lo volví a ver en todo lo que me quedaba de tarde, me centré en los diseños, que estaban quedando exactos a mis dibujos. Me sentía feliz y contenta, pero esa increíble sensación se evaporaba al pensar en él. Dos veces me había follado sobre su mesa y habían sido extraordinarios, por no decir los mejores dos orgasmos que había tenido en toda mi vida. No es que fuera una santa, por supuesto que no, yo había tenido mis novios como todo el mundo, pero por una cosa u otra nunca salían bien. Lo que Gaël me proponía, por una parte me tentaba y por la otra me enfurecía. Nunca nadie me había tratado como él lo hacía. Era casi humillante, pese aquello me sentía atraída. Esa cara de poquet que ponía usualmente, era la que más ponía y cuando me tocaba aunque me hiciera la dura, me deshacía. La

