Capitulo 5

1459 Palabras
Kethna Uno de mis establecimientos habituales. Bryan lo sugirió para nuestra reunión. Se las arregló para cabrear a bastantes de mis muchachos, y necesito mantener nuestros tratos fuera de la vista del resto de la manada hasta que decida cuál será su destino, así que acepté de mala gana la ubicación. El lugar es una mierda, perfecto para escoria como Bryan. Envió un mensaje a través de uno de los contactos de Bishop de que quiere llegar a un acuerdo. Por supuesto que sí, ya que prefiere que su sangre permanezca en sus venas. Tiene suerte de que me sienta generoso esta noche. Dudo que tenga mucho que ofrecer para pagar su importante deuda, pero estoy dispuesto a seguirle la corriente, por ahora. Si no me gusta el trato, dejaré que los chicos lo persigan. Nadie se sale con la suya perdiendo un maldito centavo de nuestro dinero sin sangrar por ello. Una bailarína sube al escenario mientras paso junto al portero. Ella es hermosa, pero una distracción. Una rápida inhalación del aire viciado y me dirijo hacia las mesas a lo largo de la pared del fondo; el olor de Bryan es obvio incluso en esta guarida de sudor agrio y alcohol. Es el olor distintivo del miedo mezclado con una capa de arrogancia engreída. —Kethna—, me saluda, saliendo de la cabina y ofreciéndome su mano. Lo ignoro y me siento, el cuero falso del asiento cruje debajo de mí. La sonrisa confiada de Bryan falla por un momento antes de agitar su mano hacia la barra. Para cuando regresa a la mesa, una camarera con poca ropa está en la mesa batiendo las pestañas y preguntando nuestras preferencias de bebidas. Ella ignora a Bryan en favor de mí, oliendo el dinero como un sabueso. —Tu mejor whisky, puro—, digo, tamborileando con los dedos sobre la mesa. —Macallan, si lo tienes—. Bryan pide un ron y duda antes de decidir tomarlo directamente. Dejé escapar un resoplido silencioso: el idiota quiere sentirse igual a mí. Eso es algo que nunca sucederá. Cuando la mujer se va, ignora su mirada irritada y roza mi brazo con una mirada tímida. Le lanzo una mirada de advertencia y ella retira la mano con el ceño fruncido antes de desaparecer detrás de la barra. Vuelve a escanear la habitación, mis sentidos captan los olores de los diferentes clientes del edificio y mi mirada se fija nuevamente en la bailarina en el escenario. Sus ojos se encuentran con los míos al otro lado del club y el mundo desaparece. Tiene un cuerpo deslumbrante y un rostro hermoso, pero es la forma en que se mueve lo que me mantiene mirando. Ella es elegante, su cuerpo tonificado por el baile, confiada en esos tacones de cinco pulgadas y retales de tela negra que se supone que pasan por tanga y sostén. Y hay una mirada angustiada en sus ojos que hace gruñir al lobo dentro de mí. Los pelos de mi nuca se erizan mientras la miro. Ella es inocente, pero está dañada: la presa perfecta para señalar y devorar. Paso mi lengua por mi labio inferior, ya ansiando probarla. Necesito saber si es tan deliciosa como parece. Aparto mis ojos de ella y escucho a Bryan hablar de nuevo, alguna mierda tonta que no me importa. Nuestras bebidas han llegado y veo a Bryan intentar actuar con calma mientras toma un sorbo del ron oscuro y especiado. Puedo oler lo barato que es desde el otro lado de la mesa. ¿Quién carajos bebe ron especiado solo? La mueca que no puede ocultar cuando el potente líquido golpea su lengua confirma mi sospecha de que es como beber gasolina encendida. —Vamos a dejar la mierda, Bryan—. Lo mido justo cuando traga, dándome la satisfacción de verlo casi ahogarse. —Le debes a los barones cincuenta grandes. Dinero que te prestamos para tus pequeñas inversiones porque dijiste que eran apuestas seguras. Ahora, ¿tienes el dinero o recibo el pago con sangre? Hace una mueca mientras traga otro sorbo de ese espantoso ron y se limpia la boca con el dorso de la mano. Un segundo después, cuadra los hombros, tratando de parecer confiado otra vez, como si tuviera todo arreglado. Como si fuera un gran hombre y valiera mi tiempo. Estoy luchando por recordar por qué diablos estoy entreteniendo esta reunión. Bryan es un estafador de bajo nivel que cree que va a llegar lejos, pero es una broma. Nos arriesgamos un poco con él, pero está horriblemente claro que tiene unos instintos de mierda cuando se trata de negocios. Nunca será más que una rata de alcantarilla, luchando por recoger los restos estropeados que pueda encontrar. Su nariz brilla con nerviosismo mientras reúne el coraje para hacer contacto visual. —En realidad, estoy pidiendo más dinero. Lo mismo que me diste antes, pero esta vez no como préstamo—. Lo miro fijamente, preguntándome si está tratando de ser gracioso o si simplemente es el hijo de puta más tonto que jamás se ha cruzado en mi camino. Bryan empieza a sudar bajo mi mirada acerada y el hedor de su ansiedad impregna mis sentidos. Un gruñido se forma en mis labios. —Dime por qué no debería acabar contigo ahora mismo—. —Porque tengo un oficio, te daré a mi mejor bailarina Eloise—. Entrecierro los ojos hacia él. —¿Qué?— —Ella—, dice rápidamente, señalando con la cabeza a la bailarina en el escenario, —a cambio de que se salden los nuevos fondos y mi antigua deuda—. Un gruñido surge de mi garganta y él se mueve nerviosamente en su asiento, con los ojos muy abiertos ante el sonido. —No nos ocupamos de la trata de personas—. Levanta las manos para aplacarme. —No, eso no es lo que estoy sugiriendo. Ella es para ti. Y tus muchachos—. No puedo evitar la retorcida diversión que curva mis labios. Este imbécil es una deliciosa sorpresa tras otra. Voy a disfrutar matándolo, agradable y lento. —¿Parece que necesito pagarle a unas malditas strippers para que me calienten la cama por la noche?— —No, no, claro que no. Pero…— Bryan la mira de nuevo, luego se muerde los labios mientras me mira a mí. —Conozco tus, eh… gustos. ¿Y ella? Ella lo disfrutaría. Está jodida, ¿ves? Soy lo único que tiene en este mundo, así de arruinada está. Pero necesita mano dura; de hecho, la anhela . Mis ojos regresan lentamente a la bailarina y finalmente tomo un sorbo de mi bebida. Mi nariz se arruga cuando el fuerte ardor del whisky barato cubre mi lengua. No es lo que pedí. Pero este maldito club probablemente no conozca la diferencia entre Macallan y la orina de gato. —Ella lo querrá—, promete. —Y ella también es buena. Le encanta tomar todo lo que puedas darle. Ni siquiera puede correrse a menos que la lastime. Te lo aseguro, ella lo vale—. Alzo una ceja ante eso. Este hombre es jodidamente vil. No tiene honor ni moral. ¿Está intentando venderme algún alma desafortunada porque cree que me gusta abofetear a las mujeres? Me pregunto si estaría tan dispuesto a ofrecérsela si supiera lo depravado que soy en realidad. Algo me dice que estaría ansioso por cambiar a su propia madre si eso le evitara que le cortaran el cuello. Su sonrisa es espantosa, como si fuera un maldito genio por tener esta idea, y quiero arrancársela de la cara. Joder, odio tratar con hombres así. Pero Bishop me sugirió que escuchara a Bryan, y sólo un idiota ignora a Bishop. Vuelvo la mirada al escenario y me llevo el vaso de whisky barato a la boca una vez más. Ella me mira de nuevo mientras gira su columna, su esbelto cuerpo se curva en el aire, provocándome. Es como si estuviera bailando solo para mí, como si no hubiera una habitación entera entre mi mesa y el escenario. Como si no hubiera gente sentada entre nosotros, tirándole dinero. Su cabello oscuro cae sobre sus hombros, enmarcando su rostro inocente y esos ojos inquietantes de una manera demasiado tentadora. Ella me está tomando el pelo, sin saber el peligro que está provocando en su vida. Se quita el sujetador y me da la espalda, ocultando la vista de sus pechos desnudos. Luego pasea lentamente por el escenario, alargándolo, asegurándose de tener mi atención. Cuando se apoya en el poste y se desliza hasta el suelo, con los brazos abrazando su pecho, vuelve a captar mis ojos.
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