—¿Qué ves? —pregunté a mi hermano al verlo tirado en el sofá con la cabeza apoyada en una almohada desinflada—. ¿Qué es eso? ¿Pasión de gavilanes versión española? —Ja, ja, ja, muy graciosa, hermanita —respondió con sarcasmo sin apartar la vista de la pantalla—. Es una serie española... algo de un águila. ¿Cómo está Thiago? —Igual —contesté soltando un largo suspiro que llevaba horas anclado en mi pecho—. Sigue sin despertar… y yo sigo sin saber cómo demonios despertarlo. Jack asintió lentamente, pero su mirada no se despegó de mí. Había algo en su forma de observarme que me incomodaba. No pena, sino preocupación. —¿Has ido a verlo? —preguntó con suavidad. —No —respondí con sequedad, cruzándome de brazos. —Deberías. Tal vez si hablas con él... —¿Qué? ¿Despertará por lo bella que es

