ZENURBIA
Ropa hecha pedazos.
Un cuerpo sudoroso.
Ojos suplicantes.
Eso era en lo que se había convertido Ivannia en aquel momento. Quería escapar de esos brazos pero a la vez no hacerlo. Su cabeza suplicaba más, más de cada una de las sensaciones que la dominaban a cada segundo. Escuchaba los rebeldes latidos de su corazón en su cabeza, bombeando, anunciando que su cuerpo estaba siendo puesto a prueba y que aunque la vida se le fuera en ello, no pensaba abandonarlo.
El cuerpo igualmente sudoroso de su marido, dominaba su boca. Sus lenguas, sometidas en una danza deseosa, parecían suplicar conocer los lugares más recónditos de su esposa y quería más, mucho más. Ivannia gimió, pues uno de sus dedos la penetró solamente para sentir lo húmeda que estaba por su discusión y después por
