CAPITULO 5 | EL PROXIMO PRINCIPE DE ALSTEN

4626 Palabras
ELEGAR, CAPITAL DEL REINO DE ALSTEN. Luchando contra la incomodidad de sus pezones rozándose con la tela y rogando a los cielos que el calor de su cuerpo se esfumara, Ivannia rogó por mantener el control dentro de aquella habitación. Inmediatamente, se arrepintió de lo que hizo, no porque lo encontrara desagradable sino porque las ansias de repetirlo ya habían aparecido en su cabeza. Edevane completamente desnudo debía ser un espectáculo digno de admirar. Quería verlo a los ojos pero su mirada bajaba inmediatamente a su vientre bajo donde ese marcado cuerpo le daba una premisa de lo que podía encontrar más abajo si se dejaba guiar por sus deseos. —Escuché que Thorney investiga la muerte de Lady Edevane—dijo para distraer por completo sus pensamientos lascivos—. También que los Greenway ya no se sienten tan seguros de que tu esposa se haya suicidado. Asesinar a una persona de una casa tan prestigiosa puede convertirse en la tumba de un Lord, inclusive de uno que pertenece a una casa tan poderosa como la tuya. —¿Me estás amenazando? Ivannia chasqueó la lengua. No habia que ponerse tan a la defensiva. La mujer levantó la mano pidiendo calma y con ello rompió la burbuja de seducción que ambos crearon, al menos, momentáneamente. Acomodó sus ropas y luego comenzó a peinar su cabello en una larga trenza. —No, claro que no, simplemente lo comento porque no se si estás esperando que la corona te ofrezca un respaldo. Sabes que soy partidaria de la justicia y de las cosas equitativas y, ya que somos familia, me gustaría conocer la verdad de eso. ¿Asesinaste a tu esposa? Derick sonrió como si no pudiera creer la pregunta. —En ese caso, has dicho que me meterás a prisión y olvidarás que somos familia. Si fuera un asesino no sería tan estúpido como para ser sincero. Un escalofrio la recorrió cuando lo escuchó decir eso. —Bueno, siempre has sido descarado conmigo. Creo que no eres la clase de hombre que oculta sus verdades—musitó la reina recordando la manera tan descara en como se comportó en aquella discusión donde le echó en cara sus palabras. No tuvo el descaro de negar lo que dijo de ella y su sinceridad fue tan directa, que dolió. Por eso le guardaba resentimiento, porque aunque se decía un caballero, no tenía el tacto para cuidar el corazón de una dama que solo buscaba dar lo mejor de sí en cada decisión. Ambos hicieron contacto visual en el espejo. Derick borró su sonrisa y se dejó caer en la cama. —Yo no maté a Anastasia. —¿Entonces debes sufrir mucho por ella? Ivannia fue irónica. ¿Qué clase de marido toma en sus brazos a otra manera de manera tan fogosa cuando tenía el corazón herido por la perdida de su amada? —No amé nunca a Anastasia Greenway—respondió cambiando por completo su tono de voz—. Me casé con ella porque era una buena alianza estratégica. Los Greenway tienen negocios importantes con mi casa que yo debo mantener siempre seguros. No existían razones por las que pudiera matarla y además, estaba en Elegar cuando eso pasó. La verdad es que a diferencia tuya, conozco perfectamente lo que tengo que hacer para hacerme más fuerte y no tengo reparos en hacerlo. —Entonces supongo que no has cambiado. Siempre miras a las mujeres como una herramienta de poder. Ahora no se si me apena que esté muerta o no, pues de alguna manera podemos tomar su entrada a la otra vida como una liberación. Ni siquiera los años borran la insensibilidad. Derick la observó fijamente. Una sonrisa apareció primero y luego comenzó a reír. —¿Hay alguna razón para que te cause gracia? —Me dijeron que habías aprendido a reinar, pero creo que se equivocaron—respondió poniéndose de pie y posándose justo detrás de ella—. La vida de un rey se trata de hacer uniones fuertes y fortalecer a un reino. Todo lo que hace debe darle un beneficio. Te ofende que diga que me casé con Greenway como una estrategia política pero la realidad es que ella no es una víctima y tú tampoco ibas a serlo. Cada vez que me miras, siento que observas a una bestia que iba a destruir tu vida. Acarició su cuello con la yema de sus dedos y deposito un casto beso en su clavícula mientras la observaba al espejo. Ivannia lo observó cerrar sus ojos y seguir un camino hasta su cuello donde tomó aire para sentir su aroma. La caricia le erizó los vellos de la nunca. —¿Quieres que piense que deseabas algo diferente? —Si deseaba algo diferente—susurró abrazándola por la espalda y acariciando sus pechos desde atrás con esas grandes y suaves manos—. Ibas a entrar a esa jodida cámara y a convertirte en mi mujer. Iba a follarte hasta el amanecer una y otra, y otra vez. Cuando el sol saliera por el horizonte iba a despertar el mismo deseo de la noche anterior y te haría mía de nuevo. Ibas a obtener el respaldo de mi padre y el apoyo del pueblo. Esa boda marcaría un antes y un después en tu posición como monarca. Nadie iba a cuestionar tu maldita sucesión ¿Sabes por qué? —¿Por qué? —Porque yo iba a cortarle la lengua a quien osara intentarlo. Acepto que deseaba obtener beneficios muy marcados de esa unión y si mantenías ese carácter era posible que terminaras convirtiéndote en lo que dije, pero nunca pensaste en un juego de beneficios. Siempre pudimos haber negociado y como siempre me has gustado demasiado, me habrías llegado fácilmente al precio. Una sonrisa apareció en ella. —Eres un experto en minimizar tus acciones. —Se que tu conciencia te dice que tengo razón. Su conciencia nunca le daría la razón a un manipulador. —Agradece que no fui esa noche al lecho, porque de ser así, te habría asesinado antes de permitirte tocarme un cabello—espetó recordando la ira y la humillación.—No importa que palabras uses ahora. Ya no me importa porque los papeles han cambiado y ya te diste cuenta que puedo alcanzar el poder sin tu presencia. Nada cambiaría lo que has hecho y pronto vas a observar lo que yo considero un buen prospecto para marido, uno que no sea tan ambicioso. Marido. Derick dejó de acariciarla delicadamente y antes de que Ivannia se diera cuenta, tenía su mano sujetando su barbilla de una manera poco gentil. —¿Lo de Blackthorn es cierto? —Muy cierto. ¿Has escuchado que viene a visitarme? —Ocho malditos años y sigues cometiendo los mismos errores. Ocho malditos años y vas a meter a la corte a un hijo de puta que solo sabe como construir carruajes. Edevane la soltó e Ivannia pudo notar como las venas de su cuello se marcaban mientras respiraba con dificultad y sonreía con amargura al escuchar la noticia que ya sabía, pero que ahora estaba más que confirmada. —Tengo planes diferentes. Yo no necesito un marido que sepa reinar porque su trabajo no es hacerlo. Debe hacerme feliz, estar en mi cama cada noche y darme un heredero, nada más. Para manejar mis asuntos de guerra, siempre tengo a mi querido primo con quien limaré asperezas esta noche—comentó observando hacia la mesa donde yacía la carta que enviaría al gobernador de Thorney. Derick caminó con rapidez a abrirla y comenzó a leerla—. No quiero que tengas problemas porque te necesito firme en la corte. Te ofrezco este escape a este conflicto que puede hacerse más grande a cambio que tu padre vuelva al ministerio de Guerra y tú líderes mis ejércitos en Abbey. No necesito estar casada contigo cuando podemos hacer un trato de beneficios ¿Verdad? Las líneas de esa carta eran una orden directa a parar la investigación y a castigar a todo aquel que manchara el nombre de la Casa Edevane al mencionar algo tan delicado como un asesinato. Derick volteó hacia Ivannia. ¿Le estaba encerrando? Aunque intentó parecer lo más calmado posible, la verdad es que ese asunto sí se estaba convirtiendo en un problema. Si los Greenway presionaban al gobernador y la sirvienta abría la boca, sería juzgado y condenado a las mazmorras o a la muerte, a menos que la mano divina de la corona, le sacara de allí. Ahora todo el mundo dudaba que la corona le diera respaldo y esa era una de las razones por las que desesperadamente necesitaba volver al juego con Ivannia, pues aunque los Edevane lucharan por intentar fingir que no habían perdido nada, si lo hicieron y cada dia que pasaba, lo harían más. Sintió la carta como una humillación. Claro que necesitaba que lo hiciera, pero lo que menos quería ahora era que Ivannia, con su elevado ego, le tuviera en la palma de la mano con ese favor. Enfadado, hizo pedazos la carta delante de la princesa y ella sin poder evitarlo sintió una enorme satisfacción. Habia enfadado a Lord Edevane. —No necesitas hacer esa mierda. Los rumores se esfumarán porque son solo rumores. Si fueran verdad me molestaría pero como no es cierto, simplemente lo ignoro. Su alteza se preocupa demasiado por cosas que no debe. Si debía preocuparse, porque su suegro buscaría la verdad y si eso pasaba, el gobernador, con la influencia pesada de los Greenway podía ejecutar un castigo en caso de comprobar su culpa. Eso mancharía su nombre. La muerte de Anastasia fue un arma de doble filo que se le encajó en la carne y comenzaba a hacerle daño. Debía encontrar una manera de pararlo, pero no lo deseaba así. —¿No lo necesitas? —¿Quieres que solucione tus malditos problemas? —No, quiero que ayudes a mi reino y cambio te daré beneficios. Dijiste que eso mueve al mundo y también eso hace a una buena reina. Estoy negociando contigo aun cuando no me agradas. ¿Por qué te molestas? —¿Tienes el descaro de preguntarlo? —Te estoy trayendo de nuevo a la gloria de Alsten después de que caíste en picada como una de tus águilas luego de recibir una flecha y además, te doy mi apoyo con esta acusación que puede convertirse en una bola de nieve. Entre más ruede, más grande va a hacerse y te aplastará. Cuando entró por ese armario nunca imaginó que se encontraría en esa posición. Imaginó un escenario diferente donde podría jugar con ella pero a pesar de que el juego de seducción fue lujurioso, no le jugó ninguna ventaja y aunque intentó persuadir, tampoco logró hacerlo. Fue como si Ivannia hubiera ganado esa partida. No era nada débil como imaginó. Logró hacerlo salir de sus cabales. —¿Me ofreces ser tu gato? Ivannia río. —Te ofrezco ser Mariscal. —Uno que podrás quitar a tu antojo cuando todo esto termine y ya no te sea servible—exclamó ofendido al darse cuenta que estaban usando su misma mecánica en él mismo. —Bueno—musitó la reina con diversión poniendo su mano sobre su pecho desnudo y luego besando con descaro su piel. Tenía algunos lunares y olía fenomenal. Con sus dedos, recorrió su abdomen—. Veré como me va en mi matrimonio con Blackthorn y si no va bien siempre puedes ser mi amante. Claro, siempre y cuando des la talla en ello. Derick le sujetó la barbilla y ella le miró desde abajo disfrutando de manera lasciva darse cuenta que era mucho más pequeña. Necesitaba volver a burdel y dejar salir un poco de su estrés y frustración con un poco de tacto luego de observar una buena fuente de inspiración. —No te cases con Eldaran Blackthorn. —¿Tienes una mejor propuesta? —Cásate conmigo de nuevo. La princesa no lo tomó en serio. No podía. Nunca espero que hiciera una propuesta así tan rápido aunque era glorioso escucharlo rendirse, pero deseaba que llegara a suplicarlo. Quería tenerlo en sus manos solo por diversión. Cásate conmigo Ivannia, por favor—eso era lo que deseaba que dijera y claro, ella con mucho placer y satisfacción le diría un suave y rotundo “No”. —¿Quieres tener tu noche de bodas a toda costa? —Mentiría si dijera que no quiero desnudarte y follar ese lindo coño justo ahora—su mano se metió en su entrepierna y rozó su sexo haciéndola moverse para que no la tentara de una manera que no podría controlar— Debería, ya que me has hecho pasar un mal rato con esta estupidez. Ivannia sujetó sus manos. Eso no pasaría. —No tendrás ese honor—replicó para posteriormente soltarlo y no dejar ir la posibilidad, porque si algo aprendió en el pasado era que no debía negarse a las posibilidades porque el karma le terminaba abofeteando en la cara—. No esta noche, Edevane. —¿Entonces en la siguiente? —Luego de Blackthorn, vamos a discutirlo. Un simple comentario que sobajaba su hombría como si fuera un plato de segunda mesa. Ivannia lo hacía simplemente para socavar su ego tanto como pudiera. Tenía planes de ir a la cama con Blackthorn, pues no tenía duda alguna que se entregaría a su marido en la noche de bodas como dictaban las tradiciones. Además, el reino buscaría comprobarlo y ella no tenía intensiones de engañar a nadie. ¿Por qué ponerle peros al placer? Aunque era una libertina de mentalidad que disfrutaba de ver la pasión y la lujuria desatada en los bajos mundos, no se habia entregado a un hombre antes, al menos no de esa manera. Derick la conoció de pies a cabeza en el pasado, pero ni siquiera él pudo ir más allá de darle placer con esa boca que sabía bien como hacerlo. Como pintaban las cosas, tal vez Blackthorn en su papel de esposo lo hiciera. —¿Ya lo has decidido? —En una semana lo anunciaré a la corte—mintió siguiendo con esa línea que convertía los ojos de Derick en llamas—. Tengo planes de dar un heredero dentro del mismo año de la boda para asegurar la sucesión así que entre más rápido el enlace, mejor. Además, no tengo intensiones de hacer una boda larga. Una ceremonia corta bastará dada la condición del reino. No tengo tiempo para fiestas ni celebraciones. Esto se hará rápido. —Blackthorn no tiene conexiones, puede que si mucho dinero, pero más allá de eso se necesita ser más que un simple mercader. —Es un Lord. —Un Lord Mercader—exclamó con desdén. —Eso no es problema, será un príncipe para cuando terminen las formalidades—replicó restando importancia a su profesión—. Al dia siguiente, voy a coronarlo. La constitución dictaba que primero debía darse el matrimonio. La consumación debía ser confirmada y un hecho, antes de que la corona decorara la cabeza del nuevo príncipe consorte. Los relatos de los historiadores dictaban que cuando Ingrid Luxembourg (abuela de Ivannia) se casó con Donovan Edevane, consumaron el matrimonio durante toda la noche mientras la corte aguardaba afuera y le brindaba privacidad a la pareja, pero los sonidos no dejaban nada a la imaginación. Al dia siguiente, al medio dia, Donovan Edevane ya no era un Lord. Era Su alteza real, el príncipe Donovan Edevane. Su alteza real Alderan Blackthorn. ¡Su alteza! Ese hijo de puta estaba muerto. Derick negó con la cabeza. —No voy a hacerlo—respondió refiriéndose a la propuesta—. No voy a ser Mariscal ni tampoco a meter mis manos por Abbey de esta manera tan deshonrosa. ¿Quieres recuperar tu provincia y salvar a tu gente? Vamos a hacerlo. Daré la vida de ser necesaria para ponerla en tus manos pero mi condición es todo o nada. —¿Todo o nada? —Te quiero a ti en mi paga—exclamó alejándose de ella y levantando su casaca del suelo junto con la de más ropa que se habia quitado y completaban su conjunto—. Te daré una semana. Una vez que anuncies tu matrimonio con Blackthorn esto se acaba y no habrá posibilidad de negociación. Mándame a las putas mazmorras y acúsame de asesino si quieres. No pienso retroceder. La lluvia seguía fuerte pero aun así entró al armario sin decirle una palabra más. Ivannia lo vio desaparecer. Se acercó a la ventana como si eso le permitiera verlo salir luego de recorrer todo el pasillo. Escuchó un sonido en los cielos y luego un relámpago iluminó a una enorme ave. Un águila. (…) Ivannia observó los documentos sin poder sacarse de la cabeza los recuerdos de la noche anterior. Como horas antes el cielo no se hubiera estado cayendo, ahora los cielos gozaban de una belleza y un color azul tan marcado que nadie hubiera imaginado la dura y ventosa noche. En la mesa, la reina tenía dos documentos. Una comparación de beneficios sobre varios de los candidatos preparada por Lord Gastrell quien los habia escrito para ella. La que tenía en sus manos era la de Blackthorn y la de otro de los candidatos del que apenas y recordaba el apellido. Su decisión estaba casi tomada, solo tenía que confirmar que Eldaran aceptara el compromiso y no era una novedad que se lo dijera de golpe como algo frívolo. No habia necesidad de conocerse. Lo harían en el camino. Un nuevo papel fue colocado a su lado. —¿Y esto? —Léalo. La mujer tomó el papel y al leer el nombre sonrió como si fuera una mala broma. ¿También le habia hecho un documento a Derick? Estuvo a punto de devolverlo y a pedirle que no hiciera eso de nuevo, pero al leer la lista de cosas que el desgraciado tenía en su hoja de vida, levantó las cejas. Sus conexiones con casas de Alsten y extranjeras eran tan abundantes que ella ni siquiera podía decir que las conocía todas. Tenía negocios de comercio de armar con el exterior que hacía con la familia Pendragon y además, gozaba de influencia en las abadías que rodeaban los asentamientos de Khasar. —¿Todo esto es cierto? —Me temo que sí, alteza. Se que es frívolo de mi parte ofrecer este documento cuando Lady Edevane no lleva muerta ni un mes, pero cuando se trata del reino, es irrelevante la muerte de una simple mujer. ¿No es ofensivo que le proponga considerarlo? Lo preguntaba en mal momento. —Ya lo has hecho ¿Por qué lo preguntas ahora? —Porque lo que voy a decir puede ser más ofensivo. Las cejas de la princesa se levantaron. —Adelante. —Es la mejor propuesta desde cualquier ángulo. Tiene una larga lista de beneficios sin contar el apoyo militar que tendrá en Thorney y del que ahora carece. Además, uniremos a una casa real extrajera con nuestro reino lo que la haría mucho más fuerte en cuanto a la diplomacia. Se casará con un príncipe no con un simple Lord. La mujer tragó saliva y dejó la hoja en la mesa. Era momento de decir sus temores porque necesita que Lord Gastrell lo considerara. La princesa se aproximó al enorme ventanal donde se podía ver la inmensidad de Alsten y los enormes edificios que conforman su gran urbe. Quería que todo su reino fuera próspero como la capital y Abbey le dolía en el corazón cada dia. —Soy mujer, Gastrell—comenzó diciendo con melancolía—. Desde niña crecí escuchando de boca de mí padre mi enorme futuro y que me convertiría en una magnífica reina pero al crecer, esas lindas palabras fueron nubladas por los comentarios de los hombres que abundaban en la corte. “La reina debió seguir intentando tener un varón”, “Nada nos garantiza que será una Ingrid”. —Alteza… Gastrell comprendió lo que quería decir con eso. El hombre tenía hijas y sintió el pesar de su voz. —Aun así me dije a mí misma que no me importaría y que haría mi mejor trabajo para que nadie cuestionara mi mandato. Quiero ser una buena reina pero para ello debo mantener un sistema de cuidado para quienes me rodean. Los Edevane son demasiados ambiciosos para mi corte. —Pero eso no significa quitarlos de su camino—replicó el hombre—. Los reyes necesitan tener aliados firmes y hay un dicho conocido que dice “Mantén a tus amigos cerca, pero a tus enemigos aún más cerca”. Si un rey o reina tuviera que quitar a todos los ambiciosos se quedaría sin nadie en su corte, además, siempre puede negarle el título si quiere mantenerlo controlado. El ceño de Ivannia se frunció y apartó la mirada de la ventana. Ese comentario atrapó su curiosidad. —¿Cómo has dicho? —La constitución de Alsten no obliga a una reina a conferir el título de príncipe a su marido, por lo tanto, eso la protege. Es un artículo creado por su bisabuelo para proteger a su hija, la reina Ingrid, aunque claro, ella se entendió demasiado bien con los Edevane. Lo que se buscaba era que la fuerza de una casa no quitara poder a la reina debido a su posición femenina. —Mi abuelo fue príncipe. Sin embargo la plebe, le llama rey de manera informal. —Porque la reina así lo quiso—explicó Gastrell—, pero fácilmente pudo haber sido simplemente, Lord Edevane. De la misma manera como una reina consorte puede ser remitida de su cargo, también puede hacerlo un príncipe si su reina no está de acuerdo en su desempeño o lo considera un peligro para la corona. Así que si quiere tener precaución con los Edevane, tiene maneras de controlarlos. La información fue musica para los oídos de Ivannia. Imaginó el rostro de Derick al escuchar en la ceremonia que no sería su alteza ni mucho menos coronado al dia siguiente. Iba a morir de cólera y eso ya era una victoria y una tentación muy fuerte como intentarlo, simplemente para molestarlo. Aun así, decidió no tomar esa decisión a la ligera por muy tentadora que pareciera. Podía ser su marido, pero sin ningun beneficio. ¡Estupendo! Ivannia necesitaba el consejo de su madre, así que decidió acercarse a sus aposentos. Su padre permanecía en cama como cada mañana y ella, prefería dejarlo descansar. Estaba por subir la escalinata cuando se encontró con una de las sirvientas de su madre. —La reina no se encuentra, Alteza. —¿Dónde está? —Le comunicaron que Lord Edevane viene al palacio y ha salido a recibirlo a la entrada—informó la chica haciendo que Ivannia girara en dirección contraría con rapidez. Ese descarado hacía entradas como si no hubiera entrado en su habitación como un ladrón la noche anterior. Su madre le seguía teniendo consideración y respetaba las uniones por lo que le daba una bienvenida familiar y casual, cosa que Ivannia, claro, detestaba. Tenía una reunión en menos de diez minutos con Eldaran Blackthorn y si la suerte le sonreía, se encontraría con su madre en la entrada del palacio. El plan era dejarle ver sus verdaderas intenciones con respecto a él y proponer la boda, así que necesitaba la opinión sincera de su madre sobre él. Sin embargo, ya no estaba tan segura de esos planes con la propuesta de Gastrell y con las ideas macabras en su cabeza para joder a los Edevane. Cuando llegó a la puerta, Lord Blackthorn ya estaba bajando de su caballo y entregando las riendas a uno de los guardias. Desde la distancia, observó como saludaba a su madre con respeto y le dedicaba una reverencia. Ambos cruzaron un par de palabras y Gianna sonrió. Eso era una buena señal. Ivannia se acercó a ambos. —Alteza. —Lord Blackthorn. —Un placer verla de nuevo. Me he topado con su madre y le he dicho que ambas comparten un parecido excepcional y la misma belleza imposible de negar. Era bueno para los halagos. —Lord Blackthorn parece tener buen ojo—bromeó la reina—. El rey siempre halaga mi belleza y no hay mejor hombre que aquel que está dispuesto a reconocer la suerte de haberse casado con su esposa a través de halagos. —Concuerdo completamente. ¿Ha salido a tomar el sol? Gianna estaba por responder cuando escuchó un sonido en el aire y al levantar la mirada hacia el cielo azul, observó a dos enormes aves hacer círculos con su enorme envergadura. Estaban demasiado alto en el cielo pero aún así, se veían se un buen tamaño. Las águilas emitieron un sonido fuerte que llegó a los oídos de la reina. —No, estaba esperando a mi sobrino. El enorme portón del palacio se abrió para dejar ver los enormes estandartes de la Casa Edevane. A pesar de que la noche anterior se habia escabullido ahora venía como todo un señor. Bajó de su enorme caballo n***o y dedicó su primera reverencia a la reina y después a Ivannia. —Majestad. —Lord Edevane. —Alteza. La princesa no le respondió, simplemente asintió. Ni siquiera se tomó la molestia de observar a Blackthorn. Las enormes aves que circulaban los aires comenzaron su descenso y allí, Ivannia notó que Derick llevaba un forro de piel en sus brazos, una piel tan gruesa que parecía que ni un cuchillo podría traspasarla. En la parte de los hombros, tenía una protección similar. El hombre alargó su mano y una enorme ave se posó sobre ella. Era tan grande que al menos medía un metro y veinte de altura. Tenía unas garras enormes que se encajaron en la piel pero que a él no parecían hacerle algún daño. El otro animal descendió con mayor cuidado y se posó en su hombro. Cielo Santo—pensó Ivannia. Eran águilas, enormes águilas de al menos dos metros y medio de largo entre ala y ala. Animales formidables que emanaban un respeto atroz con su sola presencia sobre el brazo del hombre que parecía controlarlas. Sus garras eran tan prominentes que parecían ser capaces de degollar o arruinar el rostro de cualquier hombre que se opusiera en su camino. Derick emitió un pequeño silbido y ambos animales le respondieron con un potente llamado que salió de sus picos. La reina estaba encantada. Habia escuchado de ellas, pero no sabía que las traería consigo. —He escuchado de las mascotas de Lord Edevane, pero nunca pensé que tendría el placer de conocerlas. Eran más que mascotas, eran herramientas de guerra. —Nunca se sabe que se puede encontrar en los viajes—respondió el hombre con una sonrisa—. A veces me puedo encontrar oportunistas que es mejor degollar antes de que causen un problema mayor. Ya lo sabe Majestad, siempre estoy dispuesto a limpiar al reino de cualquier lacra que se aparezca en mi camino. Una de las aves acarició su plumaje contra la mejilla de su dueño para luego conectar sus ojos amarillentos con los del hombre. Tenían una conexión atroz. Edevane le sonrió y después clavó sus ojos en Blackthorn por primera vez y como si las aves sintieran lo mismo que su dueño, le dedicaron una mirada amenazante con esos ojos amarillos. Él era el primer oportunista que se interponía en sus planes y Alar y Zephyr ya tenían afiladas las garras.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR