Lance. Dos semanas. Han transcurrido catorce días desde que iniciamos este proceso de conocimiento mutuo, una danza calibrada entre el cortejo y la intrusión. Hemos visitado su boutique, ellas nuestras empresas; hemos salido juntos los doce y, sí, tenemos un chat grupal que, afortunadamente, se ha convertido en una galería de chistes negros compartidos por Angelo, Nicholo, Arturo, Oliver, Ágata y yo. Las gemelas han abierto sus puertas a su manera. Agnese, con su verborrea encantadora, llena el silencio con anécdotas y detalles. Ágata, por su parte, nos permite un acceso más medido, bromea, pero mantiene una distancia de control. Es curioso notar el juego visual que ambas emplean con sus atuendos. Ágata, dueña de unas caderas voluptuosas y un trasero grande, redondo y firme —que hemos te

